La fortuna miró con buenos ojos a Antonio Regueiro, el trabajador de Betanzos de 44 años que estuvo a punto de perder la vida en el río Duero cuando realizaba mediciones de profundidad para las futuras obras de nuevo puente de Zamora. Después de los duros momentos en los que se temía por su vida, el trabajador recibió ayer el alta médica, recuperado y muy agradecido con los bomberos de la capital, que consiguieron llevar a buen puerto su complicado rescate en las heladas aguas del río, “me encuentro un poco débil, sin mucha fuerza, pero bien, mi único pesar es el bombero que se fracturó una pierna, les debo la vida y les estaré agradecido toda mi vida, sé que he vuelto a nacer”, se expresaba Antonio Regueiro con emoción contenida.

El trabajador gallego no quiso dejar Zamora sin trasladar su agradecimiento en persona al cuerpo de bomberos de la capital y tomó rumbo al parque para estrechar una mano de reconocimiento a la labor realizada.

Una visita en la que coincidió con el turno que llevó a cabo su rescate, por lo que también pudo conocer con más detalle las circunstancias del salvamento, ya que según afirma Regueiro, “yo no sabía cuanto tiempo había pasado en el agua, ni recuerdo cuándo llegaron para rescatarme del azud en el que me quedé atrapado, se me hizo eterno”, rememora el operario.

El cuerpo de bomberos recibió la visita con sorpresa y mucha emoción y aunque insistían “es nuestro trabajo”, no disimularon sus sonrisas de orgullo, “para nosotros esto resulta una alegría casi tan grande como para ti, esta muestra de agradecimiento nos ayuda a afrontar el día a día con ánimo renovado”, le manifestaron los bomberos, que no pudieron evitar recordar al compañero Luis Ángel Puente, fallecido en condiciones similares.

Cerca de media hora pasó Antonio Regueiro a merced de las corrientes heladas del Duero, una situación que le causó una grave hipotermia que estuvo a punto de costarle la vida. El accidentado llegó al Complejo Hospitalario “Virgen de la Concha” con 24º de temperatura, unos grados que resultan muy difícil de remontar y que la mayoría de las personas no suelen superar y termina por causarles la muerte.

Pero Antonio “es fuerte”, como reconocía su hermana, y se aferró a la vida con todas las fuerzas que le quedaban. Unas fuerzas que gastó durante el incidente al intentar salir del azud en el que había quedado atrapado e intentando nadar para acercarse a la orilla, “pero el agua me dejaba separarme un poco y me volvía a arrastrar dentro del remolino”, explica y añade, “se ha dicho que no se nadar pero eso no es así, es muy difícil luchar contra la corriente y mucho más con la cantidad de ropa que llevábamos encima, además del chaleco salvavidas”.

El accidente se produjo por un posible fallo de las hélices de la lancha que montaban los dos trabajadores que rozaron una roca o un tronco del fondo del cauce quedando inutilizadas por completo. Ante el suceso Regueiro insiste, “en 22 años de trabajo a mis espaldas no me había pasado algo parecido con las hélices, lo más probable es que estuvieran defectuosas y por eso se partieron con tanta facilidad”, matiza.

A los dos operarios que trabajaban en las aguas del Duero les quedaban tan solo tres minutos para finalizar su tarea de medición cuando tuvo lugar el suceso. El otro compañero que iba en la lancha era la primera vez que se enfrentaba a un trabajo de esa envergadura y en un medio acuático y, por precaución, Antonio le dio unas recomendaciones antes de entrar en el agua, unos consejos que minutos más tarde resultaron vitales cuando el joven consiguió alcanzar la orilla y pedir ayuda para ayudar a su compañero.

Proeycto en El Salvador

Ni Antonio ni su compañero tendrán que volver a probar las aguas del Duero para tomar más mediciones previas a la construcción del viaducto zamora ya que a pesar de lo aparatoso del incidente los bomberos también pudieron recuperar el ordenador en el que guardaron los datos y cuyo disco duro está a salvo en manos de los informáticos de la empresa.

Sin embargo, Antonio Regueiro asegura que no tiene miedo, que han sido un cúmulo casualidades, “pero no por eso voy a asustarme y no seguir con mi vida, el próximo proyecto en el que voy a trabajar es en un macro puerto en El Salvador”, comenta ya con la mirada puesta en un futuro que empezó a volver a escribirse cuando el trabajador tomó rumbo a su pueblo coruñés arropado por su familia.