"Reconozco ser el autor de los hechos y acepto la petición de condena, pero no me considero culpable". Con esta frase Juan Galbán Robiña, el joven de 33 años que en octubre de 2008 mató a su padre en el domicilio familiar de Alba, en Pontevedra, aceptó la petición del fiscal y de las acusaciones particulares que reclamaban para el acusado 23 años de internamiento en un centro psiquiátrico.

Según explicó el abogado de la defensa, lo que Juan Galbán expresó ante el juez "era correcto". Reconoció haber asesinado a su padre y que intentó hacer lo mismo con su madre, pero señaló que en el momento de los hechos Juan Galbán Robiña era "inimputable" al no ser responsable de sus actos por la esquizofrenia paranoide que padece. En este sentido, el propio fiscal jefe de la Audiencia Provincial, Juan Carlos Aladro, explicó que los forenses y psiquiatras fueron claros a la hora de determinar su estado mental y su enfermedad, "de la gravedad suficiente" para aplicar la eximente completa de "enajenación mental".

Por este motivo, el fiscal y las acusaciones llegaron a un acuerdo con la defensa para solicitar las penas de reclusión en el grado mínimo establecido para cada figura penal de la que venía siendo acusado Juan Galbán: 15 años por el asesinato consumado de su padre, 7 años y medio por otro en grado de tentativa en el caso de su madre y 6 meses por el delito de lesiones al atropellar a una vecina cuando intentaba arrollar a su progenitora.

Según explicó el abogado de la defensa, la enfermedad había provocado que Juan Galbán Robiña comenzase a sufrir distintas "fabulaciones" con respecto a su familia hasta el punto que "él en todo momento creyó que intentaban atacarle que estaba en un serio peligro de muerte y entonces obró para defenderse". Así, Juan Galbán Robiña ideó un plan para asesinar a sus padres. Según desveló ayer el fiscal, Juan Carlos Aladro, la intención de acabar con ambos por parte del acusado era tan firme que incluso llegó a idear "un plan alternativo" por si el primero que decidió ejecutar fallaba.

El 20 de octubre de 2008 Juan Galbán Robiña cogió un cuchillo y una barra de hierro que había escondido en su habitación y asestó un golpe a su padre, Juan Galbán Magariños, de 63 años, iniciándose un forcejeo entre ambos. La madre presenció los intentos de su marido por contener a su hijo al tiempo que le decía que huyese.

Uno de los dramas de este trágico caso es que la víctima mortal de este crimen, Juan Galbán Magariños, y su esposa intuyeron meses antes del suceso lo que podría pasar. El defensor del joven añadió que "incluso dos meses antes de que sucedieran los hechos el padre acudió al médico para pedir ayuda porque estaba notando el empeoramiento del estado de su hijo y lo cierto es que por falta de medios, o por falta de atención de las instituciones o por culpa de la sociedad en general, no se le dio el tratamiento necesario en ese momento (incluso podría haberse decretado su internamiento por orden judicial) y ahora estaríamos hablando de otra situación".