La Guardia Civil puso en marcha la pasada madrugada un operativo de vigilancia para impedir el acceso al polígono pontevedrés de O Campiño a los aficionados al automovilismo. Durante las últimas noches, y con motivo de la prueba Subida Cidade de Pontevedra, varias decenas de seguidores de este tipo de eventos se congregaron en el parque empresarial para observar los entrenamientos de los pilotos. Esa afluencia generó un incremento del tráfico en la red de carreteras comarcales de los alrededores, en la que perdió la vida un joven de Vilaboa en la madrugada del viernes al sábado.

El fallecido, de 27 años, viajaba como copiloto en una furgoneta que conducía su amigo, de 24, que arrojó una tasa de alcoholemia cuatro veces superior a la permitida. Estos hechos parecen haber animado a los responsables de Tráfico a intensificar el control en las inmediaciones de O Campiño para al menos tratar de minimizar estos trágicos sucesos. Así, la noche después del siniestro mortal, al menos cuatro coches patrullas y cerca de una decena de agentes cercaban el acceso al recinto industrial.

Para tratar de realizar un control únicamente a aquellos que tenían pensado acceder a O Campiño, los agentes se colocaron en una posición estratégica. La rotonda de entrada que se sitúa en la PO-532, junto a la gasolinera, no contaba con patrullas disuasorias y los coches accedían desde ella hacía el polígono. Justo antes de entrar, en otra glorieta, esperaban los agentes de Tráfico. El dispositivo se llevó a cabo durante buena parte de la noche. A lo largo de varias horas los efectivos que tomaron parte en el procedimiento de seguridad realizaron controles de documentación, preguntando al conductor y los ocupantes de los vehículos el propósito con el que querían entrar el recinto empresarial, y realizaron pruebas de alcoholemia y del consumo de sustancias ilegales.

La presencia de la Guardia Civil hizo posible que O Campiño, tras varias jornadas nocturnas de trompos y derrapes, permaneciese sin este tipo de congregaciones durante la madrugada del domingo. Los vecinos del lugar se quejaban, tras el accidente mortal, que los entrenamientos que realizaban los pilotos en ese recinto estaban atrayendo a numerosos aficionados y también denunciaron que algunos de ellos recorrían las angostas carreteras comarcales tratando de emular a los profesionales, de ahí que solicitasen en su momento una mayor vigilancia a las fuerzas del orden.