La Audiencia de Pontevedra ha dictado un auto de libertad bajo fianza para el conductor tomiñés que el pasado 31 de enero se dio a la fuga tras el atropello mortal de dos peatones en Vincios (Gondomar). El joven Marcos González Buján, de 28 años de edad, fue detenido dos días después por la Guardia Civil e ingresó en la prisión pontevedresa de A Lama, donde todavía seguía ayer ya que al parecer su familia tenía dificultades para reunir tal cantidad de dinero.

La titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Vigo que incoa las diligencias, había denegado su puesta en libertad provisional, pues consideraba que existía riesgo de huída. Su abogado defensor, Aquilino Pérez, recurrió la decisión en apelación ante la Audiencia de Pontevedra, que le ha dado la razón. El letrado aduce que el joven tiene arraigo en Tomiño, donde vive con sus padres, y cobra una exigua pensión de invalidez, por lo que no existe riesgo de fuga.

Marcos González está imputado por dos presuntos delitos de homicidio por imprudencia con vehículo a motor, otros dos de omisión de socorro y un tercero de conducción temeraria por la muerte de Delio Rodríguez Álvarez, de 60 años, y Abel Bugarín Domínguez, de 85, que perecieron tras ser arrollados en la PO-331 a su paso por la parroquia gondomareña de Vincios.

Aunque cuando fue detenido por la Guardia Civil y declaró en el juzgado Marcos González aseguró que iba solo en el vehículo, días después era arrestado su hermano Óscar, de 20 años, que admitió que le acompañaba como copiloto como indicaron los testigos del siniestro. La juez dejó a éste en libertad con cargos.

El atropello y posterior fuga del conductor causó consternación en Vincios, donde residía uno de los fallecidos. Su hija llegó a ver el accidente desde la ventana de su casa y fue quien aportó datos claves para dar con el coche y el conductor fugado.

Los numerosos testigos presenciales relataron que la persona que iba al volante del vehículo embistió a los dos hombres cuando iban a cruzar para tomar un café en una pastelería cercana. La fuerza del impacto proyectó hacia el exterior de la calzada el cuerpo de Delio Rodríguez, que cayó sin vida cerca de unos contenedores de basura. Su compañero quedó enganchado al capó y recorrió sobre el coche unos 150 metros.

Los testigos declararon que el conductor pisó entonces el freno y realizó diversas maniobras impulsando el cuerpo de hombre sobre la calzada, donde habría vuelto a arrollarle.

El informe pericial realizado por la Guardia Civil ha dado, al parecer, la razón a estos testigos. Así, establece que los dos peatones estaban parados en una isleta cebrada de la carretera, que habría sido invadida por el conductor pese a que está prohibido por las normas de circulación, y reconoce que, a tenor de las pruebas realizadas, el conductor del turismo que les arrolló realizó diversas maniobras con una de las víctimas sobre el capó.