El miedo a que anulen la 'Ley Trans' activa el cambio de género

Daniela Ferrández: “Ser visible como persoa trans supón retroceder en tódolos aspectos sociais desde non sentirte representada nunha sociedade que aínda nos nega, até a exclusión laboral”

Daniela Ferrández

Daniela Ferrández / Charo Lópes

“Sé tú mismo”, “el valor de la diferencia”, “sólo tú pones el límite”... Y tantos otros lemas sacados de contexto para repetir como mantras en publicidad, en la industria del coaching o en ‘terapias’ de bienestar. Hay cientos, ya manidos, con el objetivo de hacer creer que convertirse en lo que se desea, es posible. Pero estos lemas, totalmente asimilados por la sociedad en su conjunto, no son válidos para todas las personas, porque hay diferencias con las que lidiar es un conflicto social. Es el caso de las personas con disforia de género (profunda sensación de incomodidad y aflicción cuando el sexo biológico no coincide con la identidad de género). ‘Atrapadas’ en un cuerpo que nos les representa y bajo una doble identidad que se mueve entre dos entornos: el interior y el social, hasta que gana la necesidad o el valor para dar el paso de presentarse al mundo como quienes son. Daniela, Hayden y Mar, lo saben bien.

A las puertas de unas elecciones generales, la máquina generadora de discursos políticos está en marcha. Uno de ellos es el protagonizado por Alberto Núñez Feijóo, hoy candidato a las generales por el PP que, en un intento por acercarse al electorado conservador, anunció que derogará la ‘Ley Trans’. Sus palabras han disparado las consultas sobre el proceso de cambio de género en las asociaciones, así como los cambios en diferentes registros civiles. Responden a la incertidumbre que el ‘popular’ ha generado, apuntan desde el colectivo. Y a la posibilidad de que se vuelva a la antigua ley, que obligaba a quienes quisieran hacer la transición, a estar en tratamiento hormonal durante dos años.

“Es un derecho que se acaba de aprobar, pero vuelve a estar en el discurso político”, señala Elisabet Pérez, educadora social especializada en diversidad afectiva-sexual y de género, activista y fundadora de la Asociación Nós Mesmas. “Abre de nuevo el discurso del odio y muestra que no se tienen los mismos derechos. Fue durante el gobierno de Feijóo cuando se aprobó la primera ley LGTBI de todo el Estado, en Galicia”, recuerda Pérez. Y apunta a que desde que en mayo la entidad inició su servicio de asistencia jurídica gratuita los casos atendidos, salvo uno, son de personas que quieren iniciar su transición”. ¿Qué pasaría si la ley se echara atrás?

Daniela Ferrández, doctora en historia e investigadora social

Daniela Ferrández, doctora en historia e investigadora social / Charo Lópes

A despatoloxización, o feito de que as persoas trans non sexamos consideradas enfermas mentais, e que é o principal contributo desta lei, leva na axenda do activismo trans desde hai 15 anos. Implicou moitas loitas, manifestacións e traballo conseguila”, enfatiza Daniela Ferrández ante la posibilidad de que la ley sea anulada. “Derrogar a lei suporía un retroceso non só para o colectivo trans, senón para todo o colectivo LGBT+. Cómpre lembrar que a lei ten outros aspectos moi importantes como a prohibición das terapias de conversión ou a posibilidade de filiación directa das parellas de lesbianas”, explica. “Ser visible como persoa trans supón retroceder en tódolos aspectos sociais que se poida imaxinar, desde non sentirte representada nunha sociedade que, en parte, aínda nos nega, até a exclusión laboral”, expone la investigadora.

Afirma que más personas están formalizando su transición. “O medo non é só a perder as melloras que trouxo a lei, senón ao grande que sexa o retroceso. En países como Rusia ou Polonia nos últimos anos o retroceso foi tal, que se chegou a prohibir a posibilidade de que as persoas muden o sexo na documentación, expropiándolle á xente trans calquera condición de cidadanía acadada. En Estados Unidos estanse aprobando medidas específicas que negan, por exemplo, o dereito a saúde ás persoas trans e que está provocando desprazamentos entre estados de persoas e familias que fuxen desas leis. Estamos ante unha onda de reacción mundial que transmite a deshumanización do colectivo trans como un avance, e os resultados poden ser catastróficos”, pone sobre aviso. Y sobre el uso político y los bulos cree que “só é posible desmontar os bulos, o prexuízo e a deshumanización cunha transformación transversal que garanta o coñecemento de todas as persoas de que a humanidade é unha especie diversa, onde existen diferentes xeitos de expresarse, de ser, sentir ou amar, e que todos son válidos”.

Mar Vázquez, ex guardia civil, instructora de buceo y atleta

Mar Vázquez, ex guardia civil, instructora de buceo y atleta / CEDIDA

Ella lo tuvo siempre claro, pero hasta que no pasó con creces los 50 no dio el paso. Lleva 14 meses en el proceso de transición y aunque no siempre es fácil, está feliz siendo ella misma. Es Mar Vázquez. Con un currículum de infarto cerca de una peli de acción, esta mujer, felizmente casada desde hace 20 años, cree que las palabras de Feijóo no se pueden consentir. “Sería volver atrás. La ley no es perfecta y estoy segura de que se pueden hacer cambios que la mejoren, pero nunca quitarla”, declara. Junto a su lucha personal está la odisea con la Administración. El cambio de género o nombre (o ambos) en el Registro Civil tiene dos vueltas. Una de solicitud y aportación de documentación. Y, tres meses después, otra de ratificación. Auto del juez mediante, cambio en la partida de nacimiento, presentación de los documentos en la Policía Nacional... Y así hasta que la nueva identidad consta oficialmente.

Un proceso en el que uno o una está entre dos aguas durante meses, porque títulos académicos, documentos bancarios, sanitarios... Van uno a uno. Así que, como en ‘Las doce pruebas de Astérix”, se va de ventanilla a ventanilla y siempre falta ‘un papel’ “para justificar lo que ya dice mi nuevo DNI, que soy una mujer”. El documento de identidad por excelencia. Pero, aunque sea tedioso e “insultante ver las caras que me ponen funcionarios a los que le falta formación en diversidad de género”, según denuncia, “sería peor volver a la ley anterior que obliga a hormonarse durante años. Y no todas las personas quieren o su cuerpo es capaz de aguantarlo”, subraya.

Hayden Dopico, gestión cultural y miembro de la Asociación Amizando

Hayden Dopico, gestión cultural y miembro de la Asociación Amizando / Mayo Candenas

“Si la ley se echara atrás supondría un retroceso enorme y más en un contexto en el que las políticas que persiguen a las personas trans no dejan crecer en países que son un referente en varios ámbitos”, señala Hayden. Y matiza que “la Ley Trans es en realidad una Ley LGBTI, con un pequeño apartado referente al colectivo trans”, es decir que afecta a un colectivo muy amplio. “Una parte importante que incluye esa ley es la representación de nuestras realidades en los contenidos educativos, que supondría la base para conocer y educar en el respeto. Y en el ámbito sanitario, para dar un trato lo más adecuado posible no solo respecto a nuestra identidad, sino a las especificidades de salud que podamos tener. A mayores el texto deja registro de que ya no es necesario pasar por tratamiento o cirugías para acceder a un cambio registral, lo cual es una reivindicación que se lleva tiempo haciendo”, aclara.

Hayden ve el aumento del interés por parte del colectivo en formalizar la identidad legalmente, “sí y es comprensible. Hay miedo y es completamente normal sentirlo, pero no debe cundir el pánico por los contenidos que se puedan ver en redes sociales. No se sabe que pasará a futuro y esto podría provocar una saturación del servicio que solo dilatará más en el tiempo los procesos de tramitación”, explica. Cree que la mejor manera de acabar con el miedo que basa el discurso del odio es hablar cara a cara. Y aconseja a quienes estén en plena reflexión sobre su transición: “No tenemos respuestas exactas, las vivencias e identidad son únicas, pero podemos ayudar en el proceso. Hay que aprender a escucharse y tomarse tiempo para encontrar la propia forma de transicionar. Y no dejar que la sociedad imponga un ritmo o unas formas”. Sabe perfectamente lo dura que puede llegar a ser la vida, no solo por el hecho de su propia transición, sino por la vida en general, como cualquier otra persona. Y agradece la entrega a quienes fueron su “brújula”.

Suscríbete para seguir leyendo