Edu Galán: “Pretendo entender qué son las redes sociales, sin demonizarlas”

“Están cambiando nuestra forma de ser y cómo nos relacionamos. Y tengo la sensación de que no estamos cogiendo el martillo por el mango”, explicó el escritor en Club Faro

Desde la izquierda, José Luis Fdez. Sastre y Edu Galán. |    // JOSÉ LORES

Desde la izquierda, José Luis Fdez. Sastre y Edu Galán. | // JOSÉ LORES / aNA rODRÍGUEZ

“Usamos una media de tres horas diarias las redes sociales, incluyendo Whatsapp. Tengo la sensación de que utilizamos el móvil de una manera que nos está cambiando la forma de ser y de que, si fuera un martillo, no lo estamos cogiendo por el mango, sino por la parte metálica. Por eso, pretendo entender qué son las redes, sin demonizarlas, sin discursos carcas”. Así explicaba ayer el psicólogo, humorista y escritor Edu Galán el objetivo de su libro “La máscara moral. Por qué la impostura se ha convertido en un valor de mercado” (Debate), que presentó ayer en Club Faro en un acto en el que mantuvo una charla con José Luis Fernández Sastre, jefe de la unidad de psiquiatría del HAC.

Edu Galán: “Pretendo entender qué son las redes sociales, sin demonizarlas”

Edu Galán: “Pretendo entender qué son las redes sociales, sin demonizarlas” / aNA rODRÍGUEZ

Un cartel pegado en una farola del barrio madrileño de Lavapiés que ofrecía clases de tango antifascistas llamó la atención a Edu Galán hace diez años y fue el germen de su último ensayo “Empecé a ver que todos los productos se vendían con un adjetivo moral para apelar a un grupo, las multinacionales convierten a las personas en coproductoras y añaden al producto un significado emocional”, afirmó Galán, quien puso como ejemplo un agua embotellada que se vende en un envase de cartón e invita a quién la consuma a hacerse una foto con ella y subirla a Instagram para mostrar su compromiso con el cambio climático. “El consumismo ha interferido tanto en las relaciones humanas que ahora no dejas a un persona, dejas un rólex a un twingo”, añadió.

Cuando la moral que impera en el mundo de las redes sociales invade todo lo que nos rodea, quedan dos salidas, según sostiene Edu Galán: caer en la ansiedad y harta tener otros problemas de salud mental o la impostura. “En redes sociales te exigen que te posiciones ante todo, algo que no ocurre en la vida cara a cara. En el confinamiento a un señor que paseaba con un niño autista sin mascarilla le señalaron y le sacaron fotos. Ya no preguntamos antes de juzgar. Apuesto por hacer un poco de periodismo ciudadano” , explicó. “Ahora los jóvenes estadounidenses padecen ecoansiedad, que supongo que era lo que sentían en los 50 los jóvenes con el miedo la bomba atómica, pero esos no tenían redes sociales. Pido que seas consciente de tu responsabilidad, pero no que te cargues con los problemas del mundo”.

Otro de los fenómenos a los que conduce esa exhibición moral amplificada en el mundo virtual es a la cancelación cultural, todavía presente en España, abrumadora en Estados Unidos, según Galán. “ Se pide que se le quite el trabajo y se borre a una persona pública por una opinión privada. Me preocupa porque una democracia se basa en que existan diferentes creencias, aunque algunas no me gusten”, explicó.

Para entender qué son las redes sociales, según explicó, es fundamental saber que son un mediador en nuestras relaciones, que nuestras opiniones y comentarios pasan un servidor y son filtradas, que “ya no somos dos en la cama, somos al menos tres. Y el tercero es el dueño del hotel”.

Las multinacionales que manejan internet han entendido que a los seres humanos nos gusta agradar, captar la atención de los demás, pero “en redes la palabra gustar adquiere otro significado diferente al mundo cara a cara. Igual que la palabra amigo en Facebook. Gustar y tener amigos se convierte en el mundo virtual en una competencia, en un juego ansioso que nos sitúa en una época en la que estamos profundamente desubicados”.

También cambia el significado de compromiso con los demás. “Sacarte una foto en redes sociales con tu abuelo no es lo mismo que ir visitarlo todos los domingos”. “Tardamos 70 años desde que inventamos el coche en llegar a la conclusión de que debería ser obligatorio el uso de cinturón. Espero que en este caso no tardemos tanto”, comentó Edu Galán.

Showman irreverente y ensayista sesudo

“Escritor, provocador interactivo, irreformable showman, tocapelotas oficial, crítico inmisericorde, izquierdista, psicólogo, sociólogo del humor, cofundador de la revista Mongolia,...” son algunas de las palabras con las que se ha descrito a Edu Galán que el presentador del acto de ayer en Club Faro citó en su introducción. “Autónomo rastrero”, añadió el interpelado. Al igual que todo el mundo, Edu Galán también tiene muchas máscaras. La cuestión es no tener más de las que puedas asumir para no llegar al punto en que no sepas quién eres, confesaba en una entrevista publicada en FARO DE VIGO el pasado domingo 5 de febrero. El conocido humorista y polemista nacido en Oviedo en 1980 es capaz de combinar la máscara de irreverente showman con la de sesudo ensayista. Y triunfar con las dos. Cofundador junto a Darío Adanti de la revista satírica Mongolia en 2012, participó activamente en todos los números mensuales de esa publicación, además de libros, espectáculos teatrales, podcasts y apariciones televisivas hasta junio de 2021 – “era un legionario que me ponía desbarrar haciendo sátira muy grosera, muy exagerada”–; desde entonces solo participa como accionista. Edu Galán es también crítico cultural. Ha escrito regularmente desde 2002 en diversos medios como Zenda, La Nueva España, eldiario.es Cinemanía y ABC Cultural. En 2014 publicó el ensayo “Morir de pie. Stand-up (y Norteamérica) (Rema y Vive) y en 2020 vio la luz su ensayo “El síndrome Woody Allen” (Debate). Produjo con David Trueba y Fran Nixon el documental Salir de casa (2016), de David Trueba. Colabora en radio Onda Cero y en TV en La Sexta. Está casado con la presentadora de TV Marta Flich y hace apenas tres meses han sido padres de una niña.