El magistrado Javier Ercilla García creó jurisprudencia al declarar improcedente el despido de una administrativa que fue sustituida por un robot. En su libro La robotización como causa técnica de despido objetivo analiza el impacto de la automatización en el empleo y los derechos laborales.

- ¿Estamos los trabajadores desamparados ante la robotización y automatización que realizan las empresas de algunas tareas?

-No, creo que no. En el Estatuto de los Trabajadores encontramos la causa técnica como causa objetiva para el despido, pero requiere de una reinterpretación, y eso fue lo que hice en la sentencia de hace un año (23 de septiembre de 2019, Juzgado de lo Social n.º 10 de Las Palmas de Gran Canaria, Sentencia n.º 350/2019). Hay que determinar si la mera automatización puede ser un privilegio para el que paga o no; si no estaríamos desamparados. En este aspecto se requiere de un retoque legislativo [Estatuto de los Trabajadores] o crear una causa técnica derivada de la propia automatización para que, en caso de despedidos, se pudieran añadir más días por año trabajado a la indemnización, porque con la automatización se destruye empleo, que puede que no se recupere fácilmente, y eso afecta al estado social de un país, debiendo establecerse mecanismos para solventarlo con políticas orientadas a crear empleo y a mantener a los desempleados. En el libro hablo de esas consecuencias que se derivan de la automatización y de nuestro Estado, que al ser un estado social y democrático de derecho debe contemplarlo ya que con la automatización se merma el capital laboral. En distintos países se ha asumido ya para evitar la discriminación de las personas con el pago de impuestos, con la creación de impuestos específicos, y con políticas educativas específicas, para poder suplir las pérdidas del Estado al asumir a los desempleados.

- ¿Llegan causas a los juzgados de este tipo o los trabajadores han asumido que tarde o temprano se les sustituirá por una máquina y no denuncian?

-Hay muy pocos despidos por causas técnicas; la jurisprudencia que hay al respecto se puede contar con los dedos de la mano. En otros países se da con más asiduidad. Por ejemplo, en EE UU, la compañía Tesla despidió en una gigafactoría a trabajadores y luego se vio que eran más efectivos que las máquinas, y se readmitieron después. En España eso no ha tenido mucho predicamento. Aquí, con las sucesivas crisis económicas que hemos tenido, los despidos han sido por causas productivas y económicas y luego, cuando la empresa ha superado la crisis, ya había automatizado los procesos. Son casos muy extraños los que se dan en los juzgados y la mayoría están relacionados con el trabajo administrativo, cuyas tareas son repetitivas y se les está sustituyendo por programas RPA (Robotic Process Automation). Con esta crisis del coronavirus hay muchos ERTE y tiempo después habrá muchos ERE, y cuando empiecen a decir que llegan los brotes verdes habrá trabajadores cuyas tareas habrán sido ya asumidas por RPA. En mi libro, he hecho un estudio con estadísticas del INE respecto al número de administrativos que hay en España y un 60% podría verse afectado por esta situación.

- ¿Qué otros sectores, aparte de los administrativos, podrían verse afectados por la automatización en los próximos años?

-Ya hay, por ejemplo, máquinas que asisten en operaciones de neurocirugía e incluso en operaciones oculares, porque son más exactas y rápidas por lo que cualquier sector laboral puede verse afectado. A lo mejor no en esta primera ola de la automatización pero sí en la segunda. Sobre todo aquellos procesos repetitivos, trabajos que requieran mucha delicadeza o tareas que, aunque en apariencia se necesite un nivel de estudios para ejercerlo como es el caso de la contabilidad, su proceso está sometido a instrucciones específicas fácilmente codificables. Lo mismo le ocurrirá al sector del Turismo, donde algunos aspectos serán automatizados. Los sectores menos afectados por la automatización serán los que tienen competencias en ingeniería, matemáticas, los que requieran creatividad, empatía, trabajo en grupo... Lo que habría que hacer es implantar políticas educativas enfocadas a las competencias STEAM -ciencia, tecnología, ingeniería, artes, matemáticas-, que serán más difíciles de automatizar ya que requieren propiamente de la inteligencia humana, con el fin de que no haya una gran caída en el mercado laboral cuando se produzca la automatización en más sectores.

- ¿Podemos frenar esta cuarta revolución?

-Lo que hay que hacer es regular sus distintos aspectos y saber hacía dónde ir. Por ejemplo, con políticas educativas como las que antes mencionaba, y con políticas sociales. En EE UU, Andrew Yang, candidato en las primarias del Partido Demócrata a la Presidencia de los EE UU, bajo el lema Humanity First, ya habla de establecer una renta básica universal para aquellos trabajadores que no van a poder integrarse en ese nuevo mercado laboral porque no tienen capacidades para ello. Y esa renta básica universal sería financiada con las propias ganancias que genere la automatización, con un impuesto.

- ¿El Estatuto de los Trabajadores debería contemplar estos nuevos escenarios?

-Lo único que contempla en la actualidad es el despido por causa técnica. En mi sentencia, y en el libro, hago distintos análisis de ese artículo del Estatuto de los Trabajadores [artículo 52.c], un análisis teleológico, sociológico, gramatical, literal, conforme a la Constitución e incluso con perspectiva de género. En definitiva, hago una revisitación de la causa técnica del despido objetivo. Por qué no se aplica y por qué se puede sustituir a una máquina por otra, pero no a un trabajador por una máquina, como ocurrió en el caso de la sentencia que dicté. Estaríamos cosificando a un trabajador y no es asumible. Por supuesto que se debería contemplar en esa nueva reforma, ya hay varias voces como Íñigo Errejón [politólogo y diputado por Más País] que hablan sobre la automatización, pero en general nunca se habla de este asunto. Va a existir menos trabajo, y más especializado, y la expulsión del mercado de trabajo debe ser contemplada en el nuevo Estatuto de los Trabajadores.

- El coronavirus ha acelerado el teletrabajo en nuestro país, ¿qué le parece el nuevo borrador que elabora el Ejecutivo?

-No he tenido tiempo de leerlo, no puedo opinar sobre él.

- ¿Qué elementos básicos se deberían negociar para no perder los derechos laborales adquiridos?

-Por lógica debe de haber una legislación que dicte las líneas maestras, pero será en los distintos convenios colectivos donde habrá que negociar esos pluses. Hay muchas cuestiones que dependen del tipo de trabajo que se realice. Hoy casi todo el mundo tiene conexión a Internet por lo que esos gastos, salvo que no lo tengas, pueden no ser estimados. Pluses de transporte que se pagan que ya no van a ser necesarios porque la gente se quedara en casa, por lo que habrá que sustituir esa cuantía por otra relativa al teletrabajo. Es tanta la diversidad de asuntos que hay en cada empleo que deberá negociarse, como digo, en cada convenio. Las empresas son reacias a pagarlo, y lo entiendo, porque no se están ahorrando nada en costes ya que tienen que seguir pagando el alquiler y los gastos de los edificios.