El primer día de confinamiento en Reino Unido ha estado marcado por las aglomeraciones en el metro de Londres, que han llevado a las autoridades y al sistema de transportes a recordar la necesidad de reducir al máximo los traslados o, al menos, evitar las horas punta.

El primer ministro británico, Boris Johnson, ordenó el lunes a la población permanecer en sus casas para contener el brote de coronavirus, que suma ya más de 8.000 casos en Reino Unido. El Ministerio de Sanidad elevó ayer a 422 la cifra provisional de fallecidos, en su mayoría en Inglaterra.

La oposición ha acusado al Gobierno de lanzar mensajes ambiguos, ya que mientras Johnson ha exhortado a la población a quedarse en casa, el ministro de Sanidad, Matt Hancock, ha asegurado que quienes no puedan trabajar a distancia pueden seguir yendo a sus puestos para "mantener en marcha el país".