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Miguel Bao Domínguez: "El anisakis siempre ha estado ahí, pero es posible evitarlo"

El científico vigués pertenece a la plantilla del Instituto Noruego de Investigación Marina, el mayor de toda Europa

Miguel Bao, en Bergen.

Alrededor de un millar de científicos trabajan en el Instituto Noruego de Investigación Marina (IMR), el mayor de Europa en su campo y según su directora, Sissel Rogne, un centro clave para el país. No en vano, su misión, además de generar nuevo conocimiento, es asesorar al gobierno y las industrias pesquera, acuícola y petrolera, que constituyen la base de su economía. El parasitólogo Miguel Bao (Vigo, 1982) forma parte del departamento de contaminantes y amenazas biológicas y está especializado en anisakis y otros parásitos nematodos.

"Noruega apuesta de forma muy decidida por la investigación marina y nuestra financiación aumenta cada año. Son muy conscientes de que el petróleo se agotará algún día y de que elocéano será su futuro", destaca Miguel, que trabaja en la sede central de Bergen, la segunda ciudad del país.

En el grupo de parasitología del IMR al que pertenece estudian las especies que pueden afectar a la pesca comercial o que son importantes para el ecosistema, así como aquellas que implican un riesgo para la salud humana.

Miguel participa en las campañas pesqueras anuales para vigilar la presencia de parásitos nematodos en arenque, caballa y bacaladilla. Y lidera proyectos como el que ha ayudado a determinar que el anisakis no sobrevive al tradicional secado al aire libre del bacalao, un producto clave en las exportaciones noruegas.

También ha desarrollado un estudio sobre el nematodo Hysterothylacium encargado por la industria pesquera tras el episodio registrado en 2018 con un lote de bacalao vendido a España: "El pescado llegó con parásitos visibles y que se movían. No son patogénicos ni se transmiten al hombre, pero se trata de un problema de calidad. Lo que descubrimos es que durante la pesca algunos bacalaos vomitan o eyectan su estómago de forma que los parásitos se trasladan a la boca, las branquias o la faringe y, por tanto, no se eliminan con la evisceración. La solución sería eliminar las cabezas o limpiarlas en profundidad".

Desde Bergen, Miguel mantiene colaboraciones con el grupo Ecobiomar del Instituto de Investigaciones Marinas-CSIC de Vigo, donde inició una tesis compartida con la Universidad de Aberdeen, en la que trabajó durante tres años.

Su investigación doctoral determinó por primera vez en 2017 la incidencia de la anisakiasis en España. Y, junto a sus colegas vigueses y escoceses, publicaba hace unos meses un artículo sobre la problemática de esta enfermedad en el mundo desde la perspectiva de la salud pública, la legislación y la socioeconomía.

"Es necesario mejorar en todos los aspectos. La anisakiasis y la alergia al parásito permanecen ocultas a nivel global. Son enfermedades infraestimadas porque pueden confundirse con otras dolencias gastrointestinales y tampoco es obligatorio comunicar los casos. Los médicos españoles están bien informados, pero no ocurre lo mismo en todos los países. Es necesario aumentar el conocimiento sobre el impacto de estas enfermedades en la población", sostiene.

También aboga por mejorar la legislación, ambigua en ciertos aspectos, y las metodologías de muestreo y detección para establecer procedimientos estándar y más efectivos ue ueda ser utilizados por la industria. Y subraya además la importancia de una correcta comunicación, una "responsabilidad conjunta" de científicos, gestores, medios e industria.

"La seguridad alimentaria es muy importante y no informar resulta contraproducente. Hay que explicar a la sociedad lo que ocurre pero nunca alarmar. El anisakis siempre ha estado ahí, pero es posible evitarlo con las medidas de prevención adecuadas", defiende.

Los restaurantes están obligados por ley a cumplir el proceso de congelación estipulado para el pescado que se va a comer crudo, marinado o poco cocinado. "En casa es recomendable hacerlo durante varios días, pero si se va a cocinar no es necesario", recuerda.

Trabajar en el IMR también le ha dado la oportunidad de participar en proyectos de cooperación y el año pasado se embarcó en el Dr. Fridtjof Nansen, que navega con bandera de Naciones Unidas, en una campaña en Bangladesh: "Fue una experiencia única para compartir con los científicos locales nuestras técnicas, métodos y conocimientos y, al mismo tiempo, conseguir información singular".

Miguel pasará la Navidad en casa junto a su mujer Belén y el hijo recién nacido de ambos, Samuel: "Bergen es muy bonita pero no hay mejor ciudad para vivir que Vigo".

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