Denunció a su marido en Portugal por violencia machista en varias ocasiones, ella buscaba refugio con su hijo pero después retiraba las denuncias, y volvía, "porque me decía que iba a cambiar, íbamos a ser amigos y viviríamos bien". La noche del 2 de enero de 2017 en Castrelo do Val, donde el matrimonio luso llevaba desde el día de Navidad, en una casa comprada por el marido sin que ella lo supiera, Joao O. A. propinó presuntamente una brutal paliza a su esposa, que terminó gravemente herida. El individuo atribuye las lesiones a un resbalón y a una caída de la víctima. Ella relata golpes contra el fregadero, sartenazos en la cara y la cabeza, así como un intento de que no respirara colocándose sobre sus costillas, con ella boca abajo. La mujer asegura que no la dejó ir al hospital hasta el día siguiente. "Me cerró los ojos con los dedos y cuando los abrí me dijo: '¡No puede ser, con toda la sangre que hay y no estás muerta! ¿Qué voy a hacer con mi vida? Ahora no puedo huir".

La fiscal, Isabel Cortés, solicita una condena de 10 años de prisión por un delito de homicidio en grado de tentativa. La acusación particular, que ejerce Carlos Pérez, pide 13 años al calificar los hechos como un intento de asesinato. La defensa pretende una libre absolución o, en caso de condena, que el delito sea lesiones, con atenuantes de arrebato, obcecación y dilaciones indebidas. El letrado José Luis Carnicero propone una pena máxima de entre 2 y 5 años. Joao O. A. permanece en prisión provisional desde el 4 de enero de 2017.

El hombre llegó de prisión con dos muletas. Se escuda en que con su esclerosis sufre dolores y no tiene fuerza. Dice que se encontró a la mujer tirada en el suelo y que no fue capaz de levantarla solo. Una médica lo rebate: su fortaleza en los brazos es "normal". La víctima también: "Tenía una fuerza loca".

El presunto agresor machista repitió varias veces "eso es mentira, ella miente" cuando las acusaciones le preguntaban por la paliza que relató la víctima. Al inicio de su interrogatorio tuvo que intervenir una traductora de portugués y aseguraba no oír el tono de varias preguntas. A medida que fue transcurriendo ya se manejaba en castellano. El acusado mantiene que la mujer se cayó y que él se la encontró en el suelo cuando salió del dormitorio. "Me tumbé a ver si la levantaba y no pude. Yo no tenía fuerza, ella se levantó antes que yo". Dice, además, que esa misma noche la llevó al hospital y que tenía "algo pequeño" en la frente. Pero la víctima sufrió politraumatismos, un traumatismo craneoencefálico frontal, heridas incisocontusas que requirieron sutura en la región frontal, así como una herida en el cuarto dedo de la mano izquierda y también una fractura de los huesos propios de la nariz. Recibió 20 puntos, no "4", como él aseguró ayer.