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Un resquicio a los 'curas casados'

El Papa estudia que los diáconos permanentes puedan ser ordenados sacerdotes en la Amazonía, pero el celibato no está en cuestión

El Papa, ayer, en la clausura del Sínodo sobre la Amazonía. // G. Lami

Uno de los puntos más comentados del Sínodo de la Amazonía, que ayer se clausuró en el Vaticano, ha sido la petición por parte de los obispos de que puedan ser ordenados sacerdotes hombres con un diaconado permanente -muchos de ellos, casados- en aquella región de la Tierra. La propuesta, aprobada por una mayoría de más de dos tercios, se circunscribe únicamente a la Amazonía, cuyas comunidades, ubicadas en lugares remotos, no pueden celebrar la eucaristía en meses por la escasez de curas. Ahora el Papa debe decidir sobre ella.

La figura del diaconado es poco conocida. Fue frecuente en la Iglesia antigua, pero a partir de los siglos VII y VIII dejó de ser tan necesaria por la aparición de instituciones de la Iglesia que se ocupaban de los pobres, y pasó a ser simplemente un grado para acceder al sacerdocio. Tras el Concilio Vaticano II (1962-1965) se instaura de nuevo el diaconado como un estado permanente en la Iglesia que pueden recibir incluso los hombres casados. Lo articuló el Papa Pablo VI con el motu proprio "Sacrum diaconatus" del 18 de junio de 1967.

El diácono puede conducir la vida de la comunidad cristiana, predicar el Evangelio y dispensar algunos sacramentos -bautizar y presidir el matrimonio-, pero no puede celebrar la misa ni confesar. No son muy numerosos: según datos de noviembre del pasado año, en la diócesis de Tui-Vigo hay cuatro, lo mismo que en la archidiócesis de Santiago. Las diócesis de Ourense, Lugo y Mondoñedo-Ferrol no tienen ninguno.

La primera diócesis española en la que se ordenó un diácono fue en Barcelona, en 1980, y sigue siendo una de las que más tiene: 43, solo superada por Sevilla, con 60. En total, España cuenta con 447 diáconos.

Para poder ejercer como diáconos permanentes, los hombres casados deben llevar más de 5 años de matrimonio, y en todos los casos deben ser mayores de 35 años y tener una edad máxima en torno a los 60.

El documento del Sínodo propone que algunos diáconos seleccionados puedan ser ordenados presbíteros, y para ello deberían recibir una formación adicional. Sin embargo, se considera que el Sínodo respalda el celibato sacerdotal, del que Juan Pablo II dijo que tiene un "valor inestimable".

Otras excepciones

La que propone el Sínodo de la Amazonía no es la única excepción al celibato en la Iglesia católica. Otra es la de los hombres casados que, después de ser ministros de una iglesia no católica, se convierten al catolicismo y desean ser ordenados en la Iglesia católica. A partir de 1951, en la época del Papa Pío XII, se permite en casos particulares a ciertos hombres casados, antiguos pastores luteranos, calvinistas y anglicanos, ser ordenados sacerdotes en la Iglesia latina y continuar una vida matrimonial normal. Esta vía aumentó hace diez años con la publicación, por parte de Benedicto XVI, de la constitución apostólica "Anglicanorum coetibus", para la recepción en la Iglesia católica de fieles e instituciones anglicanos.

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