Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Lazos de amistad que plantan cara al cáncer

La experiencia de mujeres que han sobrevivido a la enfermedad es un apoyo para quienes se enfrentan al diagnóstico

Marta González, Loly González y Loli García. || R. Grobas

El color rosa que simboliza la lucha contra el cáncer de mama no quiere decir que esta enfermedad sea un camino de rosas, ni durante ni después del proceso, pero sí quiere ser una llamada de atención a la esperanza. Del cáncer de mama se puede salir. Lo avalan las cifras, aunque siempre frías, y lo corroboran los testimonios, aunque la batalla por la vida también tiene sus bajas. Sin embargo, las supervivientes coinciden en que hay que plantarle cara a la enfermedad y contrarrestar sus golpes con una buena dosis de positividad. No dejarse vencer. Este parece ser el lema de unas mujeres a las que un día, unió una una enfermedad que es dura, pero de la que se puede salir, aseguran.

La palabra cáncer no minó la fortaleza de Loly González. Tampoco los efectos secundarios de la quimioterapia y de la radioterapia. No podía permitírselo. Quique, su marido, tenía alzhéimer desde hacía 14 años y desde hacía tres estaba encamado. La necesitaba. Así que, cuando en mayo de hace dos años descubrió un hundimiento en su pecho izquierdo, no dijo nada. No quería preocupar a su hijo, Óscar, enfermero en Burgos. "Yo sabía que era cáncer. Solo me faltaba saber los apellidos y que estos fueran buenos. Y lo fueron porque aquí estoy", afirma con una sonrisa. Unos meses después, era operada. Le extirparon el tumor, aunque no precisó de mastectomía. No era, ni mucho menos, su primera operación. Ya había pasado en dos ocasiones por quirófano por papilomas mamarios, primero en el seno izquierdo y después en el derecho, y lidiaba ya con una isquemia en el corazón por la que fue ingresada en cinco ocasiones entre 2003 y 2004.

Tampoco era su primera toma de contacto con el cáncer. Su hermano tuvo un linfoma hace veinte años. Hoy tiene 71 años." En la asociación (Asociación Española contra el Cáncer), le ayudaron muchísimo y yo me plantee que cuando él saliera de todo eso, ayudaría a otras personas. Y aquí sigo para lo que se me necesite", explica.

Reconoce que el cáncer de mama es "jodidillo", pero aún así, no le tiene miedo. "Hace unos meses, los médicos creían que podría volver a tener algo, aunque al final solo era que tengo el pecho quemado por dentro por tantas radiaciones. Pero esto no es nada. Mi cirujano me dijo: '¡Menudo susto nos hemos llevado!'. Y yo: 'Bueno hombre, habiendo hospital, ¿quién dijo miedo?", relata.

Loly sigue en tratamiento y los efectos secundarios de la quimioterapia en pastillas -vómitos, estreñimiento, mareos- y las molestias en el brazo por el linfedema, secuela de la extirpación de los ganglios centinelas, los sortea con buen humor. "Hay que ser positivas. Esto se pasa con el tratamiento. Yo si estoy mal, me levanto, me miro al espejo, me echo colorete y a salir. En casa no hacemos nada", asegura.

Tras enviudar en enero de 2018, Loly ha reforzado su colaboración con la Asociación Española contra el Cáncer de Vigo, donde contagia su vitalidad a sus compañeras e insuflar energía para seguir adelante. Marta González dice de Loly que es un ejemplo de vida. Esta uruguaya, afincada en Vigo desde hace 22 años, encontró en Loly y en otras voluntarias de la asociación un brazo donde apoyarse desde que, a finales de 2010, le diagnosticaron cáncer de mama en el seno izquierdo. Allí recibió ayuda psicológica y enseguida se incorporó a un taller de labores, en el que aún continúa. Ahora es ella quien presta su brazo a las recién diagnosticadas. "Yo aprendí a hacer ganchillo con cuatro años y doy gracias por ello porque ha sido mi terapia, porque te mantiene la mente ocupada. Por eso, cuando alguien me dice que no sabe hacer esto o lo otro yo siempre le digo que todo se aprende. Hay que mantenerse activa. Lo que no puedes es quedarse en casa, encerrada en una misma", aconseja.

Mastestomizada, decidió pasar de nuevo por quirófano para reconstruirse el pecho. "La concebí desde un principio como parte de todo el proceso", explica. La pérdida de pelo fue uno de los efectos de la enfermedad que peor llevó. Fue, incluso, en lo primero que pensó cuando le dieron el diagnóstico. "Pensé: me voy a morir, pero luego no le puse dramatismo", reconoce. Los ánimos de su hija, que entonces tenía 16 años, quien la veía hermosa con su peluca, le animaban también. "De esta enfermedad salí fortalecida. Tengo más confianza en mí misma y no tengo miedo a enfrentarme a situaciones nuevas, pero, sobre todo, me ha permitido conocer a unas mujeres maravillosas que ahora puedo decir que son amigas mías. No todas estamos, pero de todas me queda tu enseñanza y su dignidad", afirma.

A Marta no le gusta que se refieran a ella como una heroína o una mujer valiente. "Yo no soy nada de eso. Soy una persona normal y corriente a quien le tocó afrontar una enfermedad. Nada más", asegura.

A Loli García le detectaron el cáncer durante la prueba de cribado, aunque poco antes ya se había palpado un bultito en el seno derecho que le molestaba al tocarlo, al que dejó de prestar atención cuando su médica le dijo que no era nada. "Si duele no es cáncer", recuerda que le djjo. De esto hace doce años y hoy, ya con el alta médica, el cáncer es un recuerdo que regresa a su mente cada vez que se hace una mamografía. "Siempre vas con algo de miedo", reconoce. A igual que Marta, Loli es una mujer mastestomizada, aunque a diferencia de su compañera, decidió no reconstruirse el pecho. "Lo he aceptado bien y con la prótesis me siento a gusto".

"Fue un proceso duro, aunque me sentí muy arropada por mi familia y por mis amigos. Es importante tener a alguien que tiene de ti en los momentos malos, que los hay. Con 50 años, me sentí una vieja porque había días que no podía andar ni dos metros sin tener que parar a descansar en un banco", reconoce.

Pero Marta no se amilanó. Decidió plantarle cara a la enfermedad. "Me conciencié y decidí luchar", afirma. Por ella y por las compañeras que no lo lograron, como Blanca, cuyo recuerdo aún le emociona.

Compartir el artículo

stats