El deporte aporta bienestar físico y mental. Y algo no menos importante: libertad. Esto es lo que siente cuando lo practica Ramón Rodríguez Covelo, Moncho, uno de los tres usuarios de la Confederación Galega de Personas con Discapacidade (COGAMI) que formaron parte del equipo gallego que participó en el "Desafío SANA", un encuentro deportivo enmarcado en el proyecto europeo SANA que se celebró del 22 al 27 de septiembre en distintos espacios naturales e instalaciones deportivas de la región bretona de Finistère (Francia).
Natural de San Vicente de Trasmañó (Redondela), Moncho practica deporte desde los cinco años, cuando sus padres le apuntaron a taekwondo, y la lesión medular completa de la D3 que sufrió en 2003 como consecuencia de un accidente de motocross no ha mermado su deseo de continuar practicando actividad física. "Siempre me gustó hacer deporte por la sensación de libertad que me da. Yo tenía claustrofobia y miedo a sentirme atado, y cuando tuve el accidente me sentí así, atado Fue muy duro. Ahora, el deporte hace que me sienta vivo", sostiene. A sus 44 años, no admite un "no" por respuesta. No sin, al menos, haberlo intentado. Y así lo puso de manifiesto en Finistère a pesar de la persistente lluvia y del dolor, otra secuela del accidente.
Moncho, que imparte charlas de sensibilización en los colegios, recuerda que nadie está libre de tener una lesión medular y reclama igualdad de oportunidades para las personas en situación de discapacidad a la hora de acceder a actividades deportivas y de ocio. "Tras la lesión, tuve que volver a aprender a nadar, pero no encontré monitor, así que tuve que aprender yo solo", afirma este redondelano, que ha descendido tres veces el Sella en kayak adaptado, y practica esquí y tenis.
Leopoldo Gato Vila, Poli, tiene 48 años y es un gran aficionado al senderismo y a la bicicleta. Ha hecho en varias ocasiones el Camino de Santiago y su gran deseo es volver a hacerlo. Asegura que la hemiplejia del lado izquierdo que tiene, secuela del ictus que sufrió en 2014, no va a ser un impedimento. De hecho, ya hace largas caminatas con la asociación DisCamino en Vigo.
"Tras el ictus, estuve un año encamado y los médicos nos dijeron que no me recuperaría, pero me levanté y a base de repetir y repetir, vuelvo a caminar", explica este vigués, para quien la práctica deportiva es una parte importante en su proceso de recuperación. "El deporte es bienestar no solo físico, sino también mental porque te demuestra que eres capaz de hacer cosas por ti mismo", comenta.
A Nieves Gayoso Álvarez, lucense de 41 años con discapacidad visual, el deporte le ha permitido descubrir que es capaz de hacer muchas más cosas de las que creía. Comenzó hace tres años haciendo senderismo y ahora practica también natación y voleibol adaptado, algo que nunca imaginó que pudiera hacer, reconoce. "El deporte me ha dado seguridad. Ahora tomo más decisiones", comenta.
Sin embargo, la práctica deportiva no siempre es accesible. La escasez de materiales adaptados, que además resultan muy costosos, y la falta de accesibilidad de espacios e instalaciones dificultan que las personas en situación de discapacidad puedan disfrutar de la actividad física. Precisamente acabar con estas barreras es el objetivo del programa europeo SANA, que coordina el Consejo Departamental de Finistère y en el que participan Galicia y la región portuguesa del Alto Minho.
"Proyectos como este demuestran que cualquier persona, con o sin discapacidad, puede practicar cualquier deporte y ayuda a eliminar los prejuicios sociales que existen hacia ciertas discapacidades. Pero también son importantes para la superación personal y la autoestima de la persona en situación de discapacidad. A Nieves, por ejemplo, ver que una persona ciega es campeona de surf le ayuda a no autoimponerse barreras, algo que muchos hacen", afirma Cristina Devesa, profesora de educación física en Primaria y voluntaria de Cogami.
