- ¿Considera que funcionan los programas de mediación entre alumnos/as?

-Los programas de mediación funcionan desde infantil hasta bachillerato, evidentemente teniendo en cuenta la edad del alumnado en cada una de las etapas educativas. Sin embargo, independientemente de la edad de los alumnos, lo que se consigue es que se sientan autónomos en la resolución de sus problemas. Evidentemente estos programas suponen un trabajo y un esfuerzo muy importante por parte del profesorado, pero ese trabajo se puede considerar una inversión en prevención y gestión de conflictos. Los alumnos y los profesores reciben una formación conjunta y se convierten en expertos mediadores que actúan cuando surgen conflictos entre compañeros.

- ¿Qué dificultades ve en los centros actuales para practicar una educación diferenciada?

-Cuando hablamos de una educación diferenciada nos referimos a la personalización de la enseñanza. Este proceso de personalización implica, en primer lugar, conocer las características, necesidades, motivaciones, intereses, ritmos y estilos de aprendizaje de los alumnos de mi clase. Pero, sobre todo, implica conocer los talentos de mis alumnos, es decir, sus fortalezas, aquello que saben hacer muy bien y en lo que destacan. A partir de esos datos se pueden diseñar situaciones de aprendizaje para todos, es decir, en las cuales todos los alumnos puedan aprender. No se trata de una educación individualizada, es decir, no se trata de una situación en la que se atiende al alumno de forma individual. Se trata de diseñar una situación con varias posibilidades de recepción o de expresión de la información, con materiales variados, con metodologías diferentes, con varios niveles competenciales de ejecución.

- ¿Y las dificultades para la inclusión?

-La inclusión educativa es un derecho de todos y cada uno de nuestros alumnos. No quiero pensar en problemas o dificultades, quiero pensar en un horizonte en el cual esto será totalmente posible. Si hay obstáculos, hay que sortearlos siendo proactivos, mirando hacia adelante y cambiando todo lo que está en nuestras manos. Hay que avanzar desde la integración hacia la inclusión, valorando que cada uno de nuestros alumnos tiene un talento, una capacidad, una fortaleza que hay que reconocer y valorar para que encuentre su lugar en un grupo, en un centro, en la sociedad.