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Roberto Álvarez: "En el teatro no hay mentira, estás solo, desnudo como persona"

"Si lo que te gusta es actuar esta es una profesión maravillosa aunque conlleva mucha memorización; pero es un reto bonito"

// Luisa Murias

El actor Roberto Álvarez interpreta la obra de teatro "Intocables", basada en la película francesa de 2011, dirigida por Olivier Nakache y Éric Toledano. Cuenta la historia del conde Philippe Pozzo di Borgo, tetrapléjico desde 1993, y su relación con Abdel Yasmin Sellou, inmigrante con antecedentes penales que entró a su servicio como asistente a domicilio. La adaptación teatral de Garbi Losada y José Antonio Vitoria cuenta con las actuaciones de Jimmy Roca, Begoña Maestre e Iker Lastra.

-¿Recuerda su primer papel?

-Fue haciendo Mefistófeles, en Fausto (1985) de Goethe. Estrenamos en el teatro López de Ayala, en Badajoz, con la compañía "Teatro de la Danza". Estaba muy ilusionado, era muy joven, 26 años, y también era bailarín. Me dijeron que cuando me subiera al escenario iba a ser algo muy excepcional, que, metafóricamente, iba a ver las pezuñas de Mefistófeles en mis pies. Creí que sería algo muy mágico, y lo es, no cabe la menor duda, pero también una experiencia costosa, de esfuerzo, de concentración, de nervios.

-El teatro llegó (relativamente) tarde a su vida.

-Estaba estudiando ingeniería de Telecomunicación en Madrid. No tenía pensado en absoluto ser actor. Me metí en una escuela de interpretación por hobby. Estuve muchos años queriendo dejarlo; no sabía si podría vivir de ello, pero fue la profesión la que eligió por mí, no yo.

-¿Cuál ha sido el papel más importante de su vida?

-No podría decir uno porque ofendería a tantísimos directores y compañeros con los que he trabajado. He hecho 32 películas, miles de capítulos de series y funciones de teatro y de todos he aprendido.

-¿Y alguno que marcase un antes y un después?

-Soy un poco supersticioso, siempre pienso que lo que pasa en la función de teatro me va a pasar a mí. Pero un salto importante fue cuando tenía 40 años. Tuve un "Max" al mejor empresario teatral por "El verdugo" de Berlanga hecho teatro, que interpretaron en su día Juan Echanove y Luisa Martín. No sabía que el personaje del médico que tenía que hacer era homosexual, porque no me habían dicho nada, ni para qué película. Al final me dieron el papel y la película fue "Amor de hombre", una de las primeras que abordaba el tema de la homosexualidad, con Loles León. Después del estreno, ella me dijo: "No vas a parar de trabajar". He hecho 32 películas desde entonces.

-¿Qué tienen de especial en sus diferencias el teatro, el cine o las series de televisión?

-En el teatro no hay mentira. Estás tu solo, desnudo como persona, sin más apoyo que tus propios compañeros. Durante dos horas estás encima del escenario sin el montaje del cine, que a posteriori te puede salvar muchos defectos. En la tele dependes menos de ti y más del director y el equipo. En una serie como "Servir y proteger" hay mucha memorización e intentos de dar volumen al personaje con muy poco tiempo de preparación. Es una profesión maravillosa, pero la inseguridad y la exposición de tu físico es muy grande. Te ven un millón de personas al día; "Manolito Gafotas" la han visto millones de personas y no te digo nada de "Ana y los siete".

-El formato de telenovela de "Servir y proteger" lleva una producción diaria muy potente. ¿Es complicado trabajar así?

-Es muy duro y me gusta. Ahora hemos parado diez días, pero cuando nos juntemos en Madrid estaremos dos meses sin parar, de martes a domingo, trabajando todos los días. Si lo que te gusta es actuar, como actor es una maravilla. Es duro porque conlleva mucha memorización, pero haces músculo con tantísimo texto. Es muy bonito enfrentarse a ese reto todos los días.

-¿Cuándo entró en contacto por primera vez con la obra "Intocables"?

-Vi la película en su día. Tiene el maravilloso ingrediente de que aborda la comedia desde un terreno donde a priori no estaría. Lo mismo sucede en otras grandes historias, como "El verdugo", de Berlanga, o "La vida es bella". Es una historia preciosa, universal, que atraviesa la pantalla hasta cualquier formato.

-¿En qué se caracteriza esta adaptación teatral de Garbi Losada y José Antonio Vitoria?

-Las obras de teatro están basadas en la película francesa, que a su vez está basada en el libro que escribió Philip, el tetrapléjico. Vive todavía, en Marruecos, con su mujer y sus hijos. A Philip le gustó aquella versión, que rescataba las partes más optimistas de su historia. Se quedó contento con el mensaje optimista, de amor por la humanidad y por la vida.

-¿Es más difícil representar un papel cuando sabe que sus protagonistas siguen vivos?

-Vamos a invitarle a ver si viene, pero lo dudamos mucho. Es un hombre optimista, feliz, y con esa felicidad y optimismo abordaremos la obra. Yo sé que está orgulloso de la película, así que estará orgulloso de esta obra.

-Muchos se identificarán con la historia que cuentan.

-Los pocos tetrapléjicos que vienen a vernos son personas con una energía muy especial, una gran lección de vida. Recuerdo a una cuidadora que subió a vernos en Granada. Tenía una necesidad enorme de contar su experiencia, de hablar de sus dificultades y de sentirse protagonista de esta historia. Cualquier persona, la cuente en cine, en teatro o en televisión, tiene que estar orgullosa por el mensaje que está mandando.

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