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Ignacio Berdugo: "En España un carterista genera una inseguridad mayor que un corrupto"

"La internacionalización de la economía y el desarrollo tecnológico plantea nuevos delitos; la corrupción tiene una dimensión vinculada a la criminalidad organizada"

El catedrático Ignacio Berdugo. // Quique Currelo

Ignacio Berdugo (Valladolid, 1951) es catedrático de Derecho Penal y director del Centro de Estudios Brasileños de la Universidad de Salamanca. Berdugo inauguró ayer el "IV Curso sobre Cibercriminalidad y Ciberamenazas" que organiza la Universidad de verano de Maspalomas. Con la ponencia La delincuencia en la era global. Un ejemplo: el caso Odebrecht, el catedrático explicó cómo los cambios provocados por la internacionalización de la economía y el desarrollo tecnológico hacen que el ordenamiento jurídico tenga que adaptarse a una nueva realidad con comportamientos delictivos distintos.

- Inauguró el IV Curso sobre Criminalidad y Ciberamenazas de la Universidad de verano de Maspalomas donde habló de la delincuencia en la era global.

-El ordenamiento jurídico siempre está condicionado por la realidad que regula, por los cambios en la realidad que se regula y por cómo lo quieras regular.El cambio de la realidad por la internacionalización y por las nuevas tecnologías hace que los instrumentos que manejábamos antes se enfrenten a una nueva realidad que no estaba contemplada por el derecho. La economía se ha tornado global, hay un nuevo actor en las relaciones internacionales que son las grandes multinacionales. Eso plantea una nueva problemática, hay comportamientos delictivos de una nueva dimensión.

- ¿Se está adaptando bien el sistema español a esos nuevos tipos de delincuencia?

-En cualquier ordenamiento jurídico y en la ley penal siempre hay dos factores, uno es tener buenas leyes y otro es aplicarlas.

- ¿Las leyes pueden mejorarse?

-Pues probablemente, pero yo creo que hay un buen aparato legislativo. El segundo factor es que hay que aplicarlo y para ello se requieren otras estructuras, no solo medios físicos, no solamente jueces o fiscales, sino toda una estructura que va desde la policía hasta la formación de abogados. Esta nueva realidad de la criminalidad organizada a veces plantea una cadena de delitos, no un único delito.

- En las últimas décadas ha tenido lugar lo que se ha calificado como una "explosión de la corrupción", ¿que motivos explican el aumento de estos delitos?

-Hay dos factores. Hay una red histórica que es tan vieja como el poder. El poder se puede utilizar de forma desviada, pero ¿qué favorece que esto sea así? No es un tema de que las personas sean mejores o peores, no es eso. Hay otros factores que lo favorecen, que son la internacionalización de la economía y el desarrollo tecnológico. La internacionalización de la economía te lleva a la gran corrupción. La pequeña ha existido siempre. La corrupción ahora tiene una dimensión internacional que está vinculada a la criminalidad organizada.

- ¿Es España uno de los países más corruptos?

-Una cosa es que haya casos de corrupción en España, pero la corrupción no es parte de nuestro sistema. Tiene importancia porque hay determinados casos que llaman la atención por el peso de la figura pública que está implicada. Son situaciones muy mediáticas pero no es una conducta generalizada en absoluto.

- ¿Existe en España una política eficaz frente a estos comportamientos?

-Las penas pueden ser mayores. La delincuencia de cuello blanco es un tipo de delincuencia que tiene rasgos propios, son los delitos de los poderosos. No es el delito del carterista, es el del gran delincuente. Cuando el pequeño delincuente te quita la cartera te genera una inseguridad mayor que este tipo de delitos de corrupción. Y ese es un tema que debemos trabajar, demostrar que no es así, que los corruptos son delincuentes que afectan a bienes públicos colectivos. Lo que sí es cierto es que el sistema funciona, puede parecer que debería ser más rápido, pero funciona. Allí están los implicados, personas públicas que han tenido gran poder en nuestro país y están en la cárcel.

- Usted utiliza el caso Odebrecht, basado en una red de sobornos a altos cargos de países en América Latina a cambio de beneficios en contrataciones públicas, como ejemplo de esta delincuencia. ¿Qué tiene de singular este caso?

-Una de las manifestaciones de esa delincuencia es justamente la delincuencia vinculada a actos de corrupción. Y en el caso de Odebrecht se da un factor añadido que es que también van a estar presentes dos grandes sistemas que rigen el ordenamiento jurídico, por una lado el sistema anglosajón donde procesalmente rige el principio de oportunidad -en el caso de Odebrecht el papel clave es una investigación en la Bolsa estadounidense porque es una empresa que cotiza en EEUU y rige el principio de oportunidad-; por otro lado, también está presente el principio de legalidad, que es el que actúa más en el ámbito de derecho continental, el que hasta ahora regía en América Latina. Se plantea una nueva realidad jurídica, que es lo que pretendo analizar. Además, las consecuencias de un hecho delictivo como este tienen consecuencias institucionales de gran dimensión.

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