Adrenalina en camiones descargó la jornada de cierre del cuarto festival Mad Cool de Madrid gracias a bombazos como el de Prophets of Rage, antes de que The Cure proporcionara la dosis necesaria de inmortalidad ante el máximo aforo de esta edición, 50.000 personas, según la organización.

Tres años después de reencontrarse con Madrid, entonces en un recinto cerrado y como únicos protagonistas de la velada, quedaba comprobar si los de Robert Smith serían capaces de repetir en un festival aquella gesta a la medida de su leyenda y si el público, esta vez con muchos oyentes casuales, se dejaría seducir.

Cuando se cumplen 40 años del lanzamiento de su primer LP, el clásico del post-punk "Three imaginary boys" (1979), optaron por ofrecer una degustación con lo mejor de su producción. A las 23.25 horas, con un ligero retraso, el escenario principal se iluminó para recibir en un modesto silencio a la banda, que arrancó el concierto con la candidez de "Plainsong".

La ensoñación intemporal continuó con "Pictures of you" y "High" y llevó al abundante público talludito que se acercó solo el sábado a corear "Lovesong" con fines balsámicos y rejuvenecedores ("You make me feel like I am young again"), buscando quizás esas energías que permiten que Smith, de 60 años, siga sonando como un hombre de 30.

Con bríos renovados fue intensificándose el ritmo, previo paso por "Fascination street" o "Never enough", hasta derivar en una celebración catártica al ritmo de "Just like heaven", con el que se abrió un cielo que poco antes amenazaba tormenta.

Aunque se hizo de rogar, para el postre condensaron lo mejor de su toque personal, empezando por la gótica "Lullaby" y acabando por la "new wave" de "Boys don't cry", sin dejar escapar entre medios piezas como "Friday I'm In Love".

La oferta de Mad Cool aún incluía a su término otros espacios en los que hacer parada, a destacar la puesta de largo en España de Greta Van Fleet, banda joven pero de gusto por las viejas artesanías del hard rock, lo que este mismo año les deparó un Grammy al mejor disco del género.

Terrible fue su completa coincidencia en el escenario grande con otra de las bazas importantes, la sueca Robyn, una de las artistas que más ha dignificado el pop en la última década con éxitos como "Dancing on my own" y que no pasaba por la ciudad desde hacía siglos. Su esperado último disco, "Honey" (2018), estuvo también entre lo mejor del pasado año en todo el mundo y a él se ha entregado la rubia artista, pero solo lo justo con temas como "Missing U", sin dejar de lado "hits" previos como "Indestructible" o el último latido con "With every heartbeat".

Así llegó el cierre del cuarto Mad Cool, una edición agridulce que musicalmente ha ido entonándose más y más pero que, aun con una jornada más, llegó a 186.000 espectadores, dejándose por el camino a más de 50.000 con respecto a 2018, lo que por otra parte redundó en una mayor comodidad.

La organización, que achaca la supuesta falta de pegada de cartel a la ausencia este año de figuras de primer nivel en gira, ha mejorado a cambio numerosos elementos de producción en el festival y ha asegurado que ya está trabajando la convocatoria de 2020 para, como reza el nombre de esta cita, volver a enloquecer a los madrileños.