Las calles del centro de Bueu volvieron a convertirse ayer en un gigantesco lienzo de un kilómetro y medio de longitud en el que cientos de vecinos volcaron un trabajo de muchos meses y su creatividad. La fiesta del Corpus Christi permitió cambiar la frialdad del asfalto por un itinerario floral de unas 60 alfombras que tenían la música como principal eje temático, pero que también recurrieron a motivos florales, religiosos, deportivos e incluso geográficos. Todo para lograr una exhibición de arte efímero en el que los alfombristas combatieron como pudieron las inclemencias meteorológicas que, eso sí, respetaron una procesión que partió desde la iglesia parroquial y que contó con cerca de una decena de niños de Primera Comunión.

La lluvia hizo acto de aparición de madrugada, destrozando parte de la labor que, con tanto mimo y esmero, los alfombristas habían realizado. De este modo, a las cualidades artísticas hubo que unir la tenacidad, esa virtud que les llevó a repetir todo el proceso desde la mañana para tener sus creaciones listas a tiempo. Numerosos vecinos se afanaban en preparar los tapices florales mientras los curiosos paseaban al lado disfrutando del espectáculo. A las dos de la tarde las calles buenenses aún rebosaban.

En Cangas confeccionaron una alfombra de 100 metros y hasta seis altares. Hubo mantos, además, en O Hío, Aldán y San Martiño. El casco histórico de Cangas fue un hervidero de gente durante toda la tarde. En O Hío hubo una procesión muy concurrida y con niñas de Primera Comunión. En Moaña destacaron las alfombras elaboradas en San Martiño, la parroquia cuna del municipio.