"Científicamente, no sabemos cómo se llamaba el Vigo romano". Esta afirmación, de José Valtierra Pérez, técnico de Gestión Cultural especializado en Patrimonio Histórico, la ratificó también Fernando Lillo Redonet, doctor en Filología Clásica y profesor de Latín y Griego en el IES Santo Tomé de Freixeiro, quien manifestó su confianza de que algún día aparezca un documento o una inscripción que arroje luz sobre el origen etimológico del topónimo de la ciudad. Y mientras no se produzca este hallazgo, continuarán barajándose distintas hipótesis: desde los romanos Vicus Spacorum y Burbida hasta el vikingo Ùig (bahía).

Además del origen del nombre de Vigo, fuente de discusión desde hace años, la mesa redonda-proyección "La civilización romana en Vigo. (Desde los yacimientos arqueológicos al Vicus Spacorum)" moderada ayer en el Club FARO por Rubén Rey Martínez, periodista de Onda Cero, y que tuvo un tercer contertulio, Ricardo Soto Caride, doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, y copresidente del Club Falcata H.E.M.A de esgrima histórica de Vigo.

Los tres expertos introdujeron el mundo de los romanos desde tres perspectivas: la contribución de Roma al mundo occidental, su formación marcial y la puesta en valor de los yacimientos arqueológicos romanos. En este sentido, Valtierra destacó la gran cantidad de vestigios romanos que conserva la ciudad olívica y su gran relevancia. "Vigo es el ayuntamiento Galicia que tiene un mayor número de yacimientos y lugares arqueológicos romanos", afirmó el técnico especializado en Patrimonio Histórico, quien destacó por su importancia el de la finca de Mirambel, con su centro de interpretación; las salinas, que calificó de "yacimiento magnífico", y la factoría de conservas hallada en la calle Marqués de Valladares, de la que afirmó: "Es de las más impresionantes que he tenido el privilegio de ver". Aseguró desconocer que planes tiene la Administración para este yacimiento, pero apostó por unirlo a la Salinae. "Son contemporáneas y complementarias", apuntó el especialista, quien añadió que aún queda mucho por saber del Vigo romano. "Vigo fue una localidad de gran relevancia en la época romana", añadió.

El experto puso eventos de ambientación histórica como el "Vicus Spacorum" de Navia, que este año se celebrará el 14 y el 15 de septiembre y en cuyo marco se enmarcó esta mesa-redonda, como una forma de poner en valor el patrimonio histórico aunando la faceta lúdica con la cultura, y reclamó para ellas más apoyo técnico y mayor presupuesto. "Son iniciativas tremendamente importantes, pero siempre y cuando el plan rector esté correctamente documentado. Si no, corremos el riesgo de hacer lo contrario: crear una anticultura, una desinformación, un proceso en el que estamos proyectando una imagen que no tiene nada que ver con aquella realidad que queremos recuperar", afirmó.

Por su parte, Ricardo Soto Caride, explicó los principios del entrenamiento deportivo del legionario romano y qué aportó al entrenamiento de las artes marciales actuales, que es mucho. "De los 18 pasos del entrenamiento, los romanos ya usaban 14 en el entrenamiento de los legionarios", afirmó el copresidente del Club Falcata, quien añadió: "Lo que le dio el poder al ejército romano y le hizo casi invencible, estaba, precisamente, en que el entrenamiento era idéntico a la competición, al campo de batalla, por lo que los hombres ya se habían enfrentado en innumerables oportunidades a esa situación".

En "Vicus Spacorum", los miembros de este club acercan a los asistentes las distintas formas de ataque de los gladiadores y los legionarios romanos, ataviados con las mismas prendas que llevaban ellos. Solo de esta forma, aseguró Soto, se puede saber si realmente sus tácticas eran o no eficaces. Y lo eran.

La capacidad de observación también sirvió a las legiones romanas para mejorar su armamento y su táctica. Así, en la península Ibérica, explicó, se encontraron con la falcata -espada de filo curvado originaria de la Iberia prerromana-, que golpeaba como un hacha, haciendo mucho daño a los escudos. Para frenar las embestidas del arma celtíbera, los romanos cambiaron los cantos de madera de sus escudos por el hierro.

El especialista mostró también cómo era el equipamiento de un legionario, que entre armas, escudo, coraza, utensilios diarios y herramientas para montar el campamento, pesaba casi 32 kilos.