El Papa Francisco comenzó ayer los ritos de la Semana Santa con la misa del Domingo de Ramos en la plaza de San Pedro ante decenas de miles de fieles y criticó el triunfalismo que juzga siempre a los demás como peores o fracasados.

En la misa en la que se recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, el papa recordó que "de las aclamaciones de la entrada en Jerusalén se pasó a la humillación de Jesús" y "de los gritos de fiesta al ensañamiento feroz".

La ceremonia comenzó con la tradicional procesión desde la plaza de san Pedro hasta el obelisco, donde Francisco, vestido con ornamentos rojos tradicionales en estas fechas, bendijo las palmas y ramos de olivo que llevaron los fieles, símbolos de la paz.

Criticó el triunfalismo que "trata de llegar a la meta mediante atajos, compromisos falsos" y que "busca subirse al carro del ganador". "Una forma sutil de triunfalismo es la mundanidad espiritual", y la consideró "el mayor peligro".