La relación entre Candela e Iván siempre fue difícil. Desde que era muy pequeño, reconoce su madre. Los conflictos fueron haciéndose mayores a medida que Iván iba creciendo. No aceptaba las normas y cada vez se mostraba más contestatario y violento con su madre, el principal blanco de su ira. Candela tiene 50 años e Iván 11, aunque estos no son sus nombres reales. Candela los ha elegido para garantizar no solo su anonimato, sino también el del menor.

"Ya en la guardería me decían que no aceptaba las normas del aula como sus compañeros. Ha sido así siempre, especialmente conmigo", reconoce Candela, una de las madres que atiende el proyecto "Conviviendo", servicio de prevención, orientación e intervención ante el conflicto familiar y la violencia filio-parental que ofrece la Fundación Amigó en Vigo. Este programa, gratuito, recibió el pasado jueves uno de los diez Premios a Obra Social "la Caixa", en un acto en Madrid que estuvo presidido por la ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, María Luisa Carcedo.

Las psicólogas y mediadoras familiares Aroa González y Raquel Gallego son las encargadas de esta propuesta socioeducativa y terapéutica en Vigo, que atiende a 33 familias en riesgo de exclusión con conflictos filio-parentales, la mayoría de ellas, derivadas desde los centros educativos u otros servicios. "Nuestra función es intervenir en los casos de conflicto filio-parental y prevenir la violencia antes de que llegue al sistema judicial", explica Aroa González.

El caso de Candela e Iván es algo especial, ya que el menor es consciente desde hace años de que tiene problemas con los límites y dificultades para aceptar la autoridad parental, y entiende que necesita aprender a aceptar las normas. "En el caso de otros niños, primero tenemos que trabajar con ellos para que tengan confianza en el programa y en nosotras, pero Iván viene a terapia muy motivado porque sabe que tiene un problema y quiere resolverlo", afirma Raquel Gallego, quien sostiene que un problema puede convertirse en una oportunidad.

Con una duración de un año, "Conviviendo" trabaja tanto con los menores como con los progenitores para poder restablecer los vínculos afectivos entre ambos y generar un entorno relacional funcional en el núcleo familiar. "Yo sé que el problema también es mío y que tengo que aprender a comunicarme de otra manera con mi hijo. También a poner normas, porque aunque las pusiera ahora sé que no era capaz de mantenerlas a largo plazo", reconoce Candela, que asegura que ya comienza a ver cambios en la conducta del niño y en la forma que tiene de gestionar la frustración.

"Tal vez la admiración por padre y el hecho de él trabaje y yo pase mucho más tiempo con él hayan evitado que tuviese más conflictos con el padre, pero a medida que iba haciéndose mayor comenzaba a tener roces también con él", explica Candela.

El proyecto "Conviviendo" le ha permitido también dejar de cuestionarse como madre, un sentimiento que es muy habitual entre los progenitores que tienen problemas problemas de convivencia con sus hijos. "Siempre me estaba culpando de todo. Ahora sé que tengo responsabilidad en el problema, pero que no soy la culpable", explica esta madre.

La intervención psicológica incluye sesiones grupales, tanto para los hijos como para los padres, aunque las psicólogas matizan que no se trata de grupos de autoayuda. "No es necesario relatar la experiencia de cada uno. Se trata de reforzar lo trabajado individualmente y aumentar la autoestima", explica Gallego.

Otro rasgo común entre los padres que tienen dificultades relacionales con sus hijos o son víctimas de violencia filio-parental es la sensación de vergüenza, lo que hace que muchas veces pospongan la decisión de pedir ayuda. Sin embargo, cuanto antes se intervenga, más rápida y eficaz será la terapia. "Cuanto más tiempo se prolongue el conflicto, mayor será el deterioro del vínculo familiar", advierte González.

Según estas dos psicólogas viguesas, la violencia filio-parental se da igual en niñas que en niños, aunque su manifestación no siempre es igual. Mientras que los chicos la expresan mediante conductas agresivas, las chicas se valen más del lenguaje violento.

Los conflictos filio-parentales pueden estar provocados por diferencias generacionales, pautas de conducta inadecuadas, falta de comunicación, desestructuración y desajustes en los roles parentales, cambios en la jerarquía familiar y el carácter del niño, entre otras causas. "No hay un único factor. También el modelo donde está creciendo el niño, en el que ve violencia en la televisión, en los videojuegos... está haciendo que este sea un problema en aumento", explica Gallego.

Por ello, además de la intervención directa con las familias, "Conviviendo" tiene una segunda línea de trabajo, orientada a la prevención, a través talleres sobre control de la ira y educación emocional dirigidos a escolares y charlas para las familias sobre comunicación familiar y pautas educativas, lo que a su vez sirven para dar a conocer el recurso.

Las psicólogas viguesas presentaron el proyecto "Conviviendo", que funciona en Vigo desde enero de 2018, a cuarenta psicólogos, en un acto organizado esta misma semana por el Colegio Oficial de Psicoloxía de Galicia.