El movimiento Rethinking, un proyecto que aborda todas las dimensiones de la esquizofrenia, celebró en Madrid la sexta edición del 'Meet the Expert', en el que especialistas debatieron sobre los "Avances en psicosis: imaginando un futuro mejor para los pacientes". Uno de los ponentes del encuentro fue José Manuel Olivares, jefe de Psiquiatría del área de Vigo.

- ¿Qué es lo que abordaron en el encuentro?

-El foro se centró en la importancia de atender los primeros episodios psicóticos y se habló de las experiencias en otros lugares con unidades específicas para ello. En Galicia aún no hay ninguna, pero en Vigo hemos iniciado un proyecto piloto junto a la asociación de familiares DOA y trabajamos de forma intensiva con diez pacientes con el primer episodio psicótico para tratar de evitar las recaídas y el deterioro. Entre otras cuestiones, una de las propuestas del encuentro fue trasladar ideas a un investigador catalán que tiene una empresa de soluciones tecnológicas en Palo Alto (EE UU) para que realice alguna aplicación práctica para ayudar a los enfermos.

- La atención temprana es fundamental, ¿cuánto tiempo pasa desde el primer brote hasta el diagnóstico?

-Aquí funciona bastante bien y es muy raro que un paciente lleve más allá de unas semanas o tal vez unos meses. En Estados Unidos, en cambio, la media es de casi tres años. Hace 25 años,cuando yo empecé en el Rebullón, sí que nos encontrábamos con gente que llevaba años, pero ya no es así. Ahora lo que cuesta es que sigan el tratamiento y también hay que hacer muchas cosas desde la sociedad, porque estas enfermedades siguen teniendo un estigma.

- Parece increíble que la esquizofrenia siga siendo un estigma.

-Ya no es como antes y el peligro no está en una aldea remota, sino en movimientos como la cienciología o los 'escuchadores de voces', entre otros. Incluso hay quien dice que no hay que medicarles y respetar la libertad del individuo. Hay índices muy elevados de suicidios en personas con esquizofrenia. Y eso sin hablar de las personas que acaban en la droga y pierden el tren de la vida.Sin embargo, si se les trata pronto pueden tener una vida normal.

- Habla de las drogas como consecuencia, pero, ¿no son en muchas ocasiones la causa?

-Sí, sin ninguna duda. Me preocupa mucho la trivialización que se está haciendo de drogas como el cannabis. El cerebro se está desarrollando hasta aproximadamente los 25 años y se generan conexiones cerebrales, por lo que si se añade cannabis, la cantidad de procesos psicóticos que se disparan son tremendos. No a todos les pasa, pero hay personas predispuestas. Tenemos datos de sobra y en la experiencia de Vigo también vemos que son poquísimos los cuadros de un primer episodio psicótico que no hayan consumido nada. Y no solo el cannabis, claro, están la cocaína, los estimulantes, las drogas de diseño...

- La prevalencia de la esquizofrenia es del 3 por ciento y la mayoría de los pacientes sufren el primer episodio antes de los 35 años, ¿también le ocurre a niños?

-Hay casos muy tempranos, incluso en niños que tienen muy mal pronóstico, pero afortunadamente no son muchos. Lo típico es a partir de la pubertad, a los 15 y 16 años, y que el primer episodio surja entre los 18 y los 25 años. Hay gente que tarda más, pero por debajo de los 35 es la inmensa mayoría.

- ¿Por qué la esquizofrenia es la enfermedad psicótica más grave?

-Lo que tiene de malo frente a otras enfermedades es que tiende a deteriorar al paciente, y por eso es tan importante el diagnóstico temprano. Tras el primer episodio la mayoría de la gente queda bastante bien, pero después del segundo la cosa cambia y a partir del tercero o cuarto es muy grave, porque es como bajar escalones que nunca más se vuelven a subir. Pierden habilidades sociales, funcionales, amigos, la posibilidad de aprender o trabajar, y por desgracia muchos terminan institucionalizados. Además, con cada brote la resistencia a los fármacos aumenta.

- ¿Cómo se pueden detectar esos primeros síntomas psicóticos?

-Es difícil, porque no es de repente y además ocurre en una etapa complicada, la adolescencia. Son síntomas inespecíficos, pero llama la atención si se trata de una persona sociable o buen estudiante que cambia, o si se hace de repente muy religioso o empieza a leer cosas esotéricas... Es una primera pista, aunque otras veces parecen obsesivos, depresivos, ansiosos... La persona que empieza a tener un cuadro psicótico nota que las cosas empiezan a cambiar a su alrededor, que la gente es diferente, y se fijan en cosas a las que les dan un significado especial. Luego llega la idea del complot, de que le van a matar y esas cosas. Lo importante es que hay un cambio radical y hay que ir al médico para ver qué es lo que pasa.

- La primera opción suele ser enviarlos al psicólogo, ¿por qué no al psiquiatra?

-Es el estigma. La gente todavía piensa que el psiquiatra es una cosa para locos y que te van a llenar de pastillas. Está en el inconsciente colectivo y se ve al psicólogo como algo más 'light'. Hay que perder el miedo al psiquiatra, porque es como cuando duele el pecho y el cardiólogo dice que el corazón está bien. Nos vamos a casa más tranquilos y no pasa nada.

- ¿Cómo se consigue que el paciente no deje el tratamiento?

-Es dicífil, porque los pacientes creen que lo que les pasa es normal, no tienen conciencia de la enfermedad; es uno de los síntomas, de hecho. Además cuando se trata el brote mejora y no es algo que duela, así que es difícil de comprar la idea de que es algo grave que va a durar toda la vida y que hay que medicarse todos los días. A nivel farmacológico hay más herramientas ahora porque hay tratamientos que duran un día, pero otros que hasta uno o dos meses. Y hay que trabajar con la familia para que entienda que el riesgo es muy grave. Estamos saturados de trabajo, pero da muchas satisfacciones porque la mayor parte sale adelante y eso no es algo que se pueda decir en todas las ramas de la medicina.