Las personas que comen de forma rápida aumentan el riesgo de presentar triglicéridos altos en sangre; un tipo de grasa que recorre el torrente sanguíneo. Un reciente estudio valora la relación entre la velocidad de ingesta en las comidas principales y el riesgo de sufrir hipertrigliceridemia, y observa que, a mayor rapidez a la hora de comer, mayor era el riesgo de presentar esta alteración, considerada un factor de riesgo cardiovascular.

Este trabajo, desarrollado en el marco del estudio Predimed (Prevención con Dieta Mediterránea) y en el que participaron 792 voluntarios reclutados a través de centros de salud constató que la media de tiempo estimado por los participantes para definir cuándo comían rápidamente fue de 18 minutos.

El grupo de investigadores españoles que realizaron el estudio procede del CiberObn y de la Unidad de Nutrición Humana de la Universitat Rovira i Virgili, junto con investigadores del Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili.

De todos los participantes en el estudio, un 22,9 % (181) se clasificó en la categoría de ingestión lenta; un 31,6 % (251), en la categoría de ingestión media; y un 45,5 % (360), en la categoría de ingestión rápida.

¿Cómo se hizo? Los participantes completaron un cuestionario de conducta alimentaria, en el que debían responder a preguntas que hacían referencia a la percepción que tenían respecto a la velocidad con que comían durante las comidas principales (almuerzo y cena).

A partir de los datos recopilados, los individuos se clasificaron en diferentes categorías de ingestión: lenta, media y rápida. La media de tiempo estimado por los participantes para definir cuándo comían rápidamente fue de 18 minutos. Considerando estos datos y los resultados de una prueba estadística, los investigadores compararon la prevalencia de hipertrigliceridemia en los participantes de las categorías rápida y media respecto a los que se encontraban en la categoría de ingestión lenta, y observaron que aquellos que pertenecían al grupo de ingestión rápida tenían un 59 % de riesgo de presentar triglicéridos elevados en sangre, lo que se considera un factor de riesgo cardiovascular.

Saciedad imperceptible

Según los investigadores, comer de forma rápida retrasa la sensación de saciedad, por lo que las personas continúan comiendo a pesar de haber cubierto sus necesidades energéticas y nutricionales. Además, la ingesta de una gran cantidad de energía durante un período corto favorecería picos más sostenidos en la glucosa plasmática e insulina, lo que a su vez puede inducir un estado que estimularía la producción de grasas en el hígado y, por tanto, un aumento de los niveles de triglicéridos en plasma.

A partir de estos resultados, los investigadores han llegado a la conclusión de que las estrategias de intervención dirigidas a disminuir la velocidad al comer pueden ser útiles para combatir enfermedades cardiometabólicas.

El estudio ha sido realizado por la investigadora Indira Paz-Graniel y liderado por Nancy Babio, profesora del citado departamento e investigadora adscrita al CIBEROBN, y el catedrático Jordi Salas-Salvadó, director de la Unidad de Nutrición Humana del Departamento de Bioquímica y Biotecnología de la URV.