"La sobreprotección es un problema porque te hace dependiente, te resta responsabilidad, porque no te enfrenta a la vida". Con esa contundencia abordó el psicólogo y exdefensor del Menor Javier Urra la educación de los hijos.

Lo trata en el que ya es su cuadragésimo octavo libro, "Déjale crecer (o tu hijo en vez de un árbol fuerte será un bonsái)" (La esfera de los libros), una continuación de otros dos éxitos como "El pequeño dictador" y "El pequeño dictador crece". El que es uno de los mayores expertos en infancia del país desgranó su última obra durante una conferencia del Club FARO celebrada en el Auditorio del Centro Social Afundación de Vigo.

Urra, uno de los 52 expertos que participó en la elaboración del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, no se limitó a la educación y también planteó temas como la violencia machista, el acoso, los suicidios en la infancia, los divorcios, la violencia filio-parental y otros asuntos de actualidad como el caso de "La Manada" y los similares que se han conocido, el último en Alicante. "Y van a salir más. No creo que se trate de un efecto llamada, sino de algo mucho más grave: estamos perdiendo en muchos niños el sentido de ciudadano, para sentirse concernido, para sufrir y compadecerse del sufrimiento de otros. Una conciencia moral es esencial", dijo en una intervención con muchas ideas de gran trascendencia pero en la que tampoco faltaron chascarrillos que hicieron reír a los asistentes. "Un tipo que no se ríe es peligroso, y si no se ríe de sí mismo es para salir corriendo", dijo.

"Si a un niño no se le dice nunca que 'no', ¿va a admitir a los 17 años que una chica le diga que 'no', que le deja?", se preguntó. Por ello, instó a educar a los más pequeños con amor pero con firmeza, en su propio beneficio. "Hay que educarles para la vida", recalcó.

En la que fue su octava conferencia en Club FARO, Urra vinculó el grave problema de la violencia filio-parental, de hijos a padres, con la ausencia de una educación en el "respeto", si bien considera que se trata de un problema más social que familiar. "Los niños no demandan, solo exigen. Y los padres piden, solicitan... Se les facilitan las cosas y la vida no es así", resumió. La edad elevada de los padres, que en muchas ocasiones dificulta la llegada de un segundo hijo, convierte a los niños, describió, "en un tesoro". "Los padres se dejan chantajear, quieren comprar el cariño de sus hijos", lamentó. Tampoco se fomenta en ellos la intimidad, la dignidad y el honor, añadió.

Insistió en la importancia de fortalecerles, porque "con la sobreprotección los chicos lo que van a hacer es buscar siempre atajos". Y, al mismo tiempo, aseveró que "hay que tener autoridad para poder hablar y dar ejemplo", subrayó. En este sentido, invocó a la "corresponsabilidad" de los padres en lo que hacen sus hijos e ironizó al respecto de aquellos progenitores que quieren ser "colegas" de sus hijos. "Tenemos muchos padres inmaduros que no asumen su responsabilidad y dicen tontadas como que su familia es una democracia. Eso no puede ser, al igual que en un barco solo uno puede ser el capitán", aseveró. "Yo no creo en una bofetada, pero sí en la sanción, que es una parte fundamental de la educación. Hay padres que a veces hablan demasiado con sus hijos cuando lo que hay que hacer es imponerse, no puede haber flojera en la autoridad. El 'no' es innegociable", insistió.

"Un ser humano es muchísimo más libre y mucho más responsable de lo que quiere asumir", aseveró el experto, que lamentó que "se aboca a ser niños toda la vida en una sociedad muy infantilizada en la que sin embargo la infancia se acorta cada vez más".

Una ley "sin futuro"

Respecto a la ley de violencia de género, considera que "no tiene futuro", porque ve positivo el aumento de juzgados y de policías, pero cree que es insuficiente, ya que existe un problema estructural que no se logra atajar. "Tengo la impresión genérica de que a los niños varones se les educa en el 'todo para mí' y a las niñas en el 'todo para los demás'", lamentó, en lo que consideró una diferenciación de género entre el "yo quiero, yo exijo" y la empatía. "La distancia entre ambos es abrumadora", constató, y reiteró que la existencia de casos como el de "La Manada" y sus réplicas posteriores son "símbolos de una sociedad patológica".

También considera fundamental educar a la sociedad en las rupturas. "El 75 por ciento de las parejas se va a separar y no se está haciendo nada para educar en esas rupturas" para evitar luego problemas como la violencia de género.