"El hombre nunca es sincero cuando interpreta su propio personaje. Dale una máscara y te dirá la verdad". La cita, atribuida a Ócar Wilde, parece remarcar la idea de que la elección de un disfraz define nuestra verdadera personalidad. Sea como fuere, en Galicia, quizá por la arraigada tradición del Entroido, parece que aún no nos ha afectado a la ola de corrección política.

"Coco", la película de Disney que ha puesto de moda en todo el mundo el Día de Muertos de México, sigue marcando la moda en los disfraces, como ya hizo en el pasado Carnaval, y en este Halloween -o Samaín- está pegando con fuerza el sencillo atuendo de los personajes de la serie "La casa de papel": un mono rojo y una máscara de Dalí. "Influyen mucho las películas que están en cartel un mes antes, sobre todo de Disney", comenta José Luis Rodríguez, encargado de la tienda viguesa Fantasía Disfraces. "Este año hemos vendido 20 hábitos de monja por la película 'La monja', nunca se habían vendido tantos", destaca. Los primeros en preparar el disfraz son los niños, mientras que los adultos, comentan en Fantasía Disfraces, suelen dejarlo para última hora.

En cuanto a los polémicos vestidos de enfermera sexy -el Sindicato de Enfermería volvió ayer a pedir la retirada de aquellas prendas que "atentan contra la dignidad e imagen pública de las profesionales de Enfermería"-, José Luis Rodríguez señala que se siguen vendiendo igual que antes. "Esos colectivos se quejan porque son cortos, pero a nosotros nos los venden así", argumenta.

En países como Estados Unidos y Francia, disfrazarse de negro cuando uno es blanco ha sido considerardo un gesto racista por ciertos colectivos. El futbolista Antoine Griezmann tuvo que disculparse tras disfrazarse de jugador negro de la NBA para una fiesta de los años 80, y a la presentadora estadounidense Megyn Kelly le cancelaron su programa tras cuestionar que maquillarse la cara de negro para disfrazarse en Halloween fuera inapropiado.

Pese a bulos en sentido contrario, es completamente legal disfrazarse de policía o guardia civil, siempre y cuando no se intente suplantar sus funciones, que una cosa es llevar un uniforme y otra ponerse a parar el tráfico o simular poner multas.