"Estamos rodeados de narcisistas". Así lo aseguró ayer el investigador en genética y psicólogo ourensano Julio Rodríguez, quien alertó del aumento que los rasgos del narcisista han aumentado en los últimos veinticinco años y continúa haciéndolo actualmente, espoleado, en gran medida, por las redes sociales.

Rodríguez, que presentó en el Club FARO su libro "Prevenir el narcisismo. Educa a tu hijo para ser feliz, no para ser el mejor" (Plataforma Editorial), diferenció entre el trastorno narcisista de la personalidad como manifestación extrema del narcisismo, que afecta a un 1% de la población -entre un 50 y un 70%, hombres- y el narcisismo como un rasgo e la personalidad con una dimensión continua. Y en este rango es donde sitúa el psicólogo y científico a una cada vez mayor población. Son, como explicó, narcisistas cuyo grado no es tan grave como para hacerlas disfuncionales, pero sí con la suficiente intensidad como para que este rasgo tenga un impacto negativo no solo en ellos mismos, sino también en su vida personal, en su esfera social e incluso planetaria.

En estos últimos narcisistas estuvo centrada la charla del genetista en el Auditorio Municipal do Areal de Vigo, titulada "Prevenir el narcisismo, el mal oculto del siglo XXI", que estuvo presentada por Abel Losada, diputado del PSOE en el Parlamento y profesor de la Universidad de Vigo. Rodríguez comenzó desbancando los falsos mitos sobre el narcisismo que hacen que sea visto como algo positivo, entre estos, que estas personas tienen una alta autoestima, son competitivas y tienen mucho éxito.

"Todo lo contrario. El narcisismo no es garantía de éxito, pero sí de infelicidad", aseveró el ponente, que aseguró que el narcisismo está muy vinculado a la ansiedad y a la depresión, y en numerosas ocasiones, también a la agresividad y a la violencia. "El narcisismo está detrás de la violencia de género", alertó. La falta de empatía; el sentimiento de superioridad; la incapacidad de mantener relaciones sociales verdaderas y profundas; la necesidad de estar constantemente a la defensiva, la intolerancia a la frustración y la incapacidad de aceptar la realidad, que es tozuda a la hora de recordarle que no es tan bueno como se cree, explican la estrecha relación entre narcisismo y violencia machista.

Incluso alertó del peligro que encierra este rasgo si quienes lo presentan tienen poder. "El narcisista se cree superior a todos los demás, a quienes cosifica y cuando se cosifica a alguien es más fácil eliminarlo", dijo el psicólogo y científico, que puso como ejemplo a Hitler.

Según Rodríguez, ala única que beneficia el narcisismo es a la cultura del consumismo, que crea falsas necesidades en el narcisista para después venderle cosas que le hagan creer que le harán feliz. "Pero comprar el teléfono de última generación no te da la felicidad, solo te da un momento de euforia", afirmó.

?El autor de "Prevenir el narcisismo" aseguró que este consumismo exagerado ha favorecido el incremento de personas narcisistas, aunque no es el único. Las redes sociales también están contribuyendo a que el mundo sea cada vez más ególatra. "Las redes sociales son el nicho perfecto para el narcisismo y lo potencia porque ahí cuelgas solo las cosas buenas de tu vida. Es un objeto de mentira", afirmó. Además, alertó de que las redes sociales están provocando nuevos trastornos psicológicos, que ya se ven en las consultas, especialmente entre los más jóvenes, que son el colectivo más vulnerable, según el psicólogo y genetista.

Uno de estos problemas está relacionado con el seguimiento o no que tienen las historias que se cuelgan en redes como Facebook o Instagram. "Hay jóvenes que se obsesionan con tener más likes o me gustan e incluso llegan a operarse para gustar más y tener más seguidores", alertó.

Otro problema vinculado a las redes es la ansiedad o el miedo a salir a la calle porque la imagen real no se corresponde con la que se proyecta online. "Las redes están causando nuevos trastornos y esto sin contar las personas que mueren por sacarse el selfie perfecto. Las redes están haciendo que se pierda la esencia de las cosas, que se pierda el ser por el parecer", insistió. El ponente puso como ejemplo un anuncio de una agencia de viajes que vende sus ofertas como "destinos instagrameables". "Hay gente que va a un sitio, hace la foto, la sube y se vuelve", dijo.