Una exintegrante de los "Miguelianos", que acusa a su líder y fundador, Miguel Rosendo, de abusos sexuales, narró ayer ante el tribunal de la Audiencia de Pontevedra unas vivencias degradantes, en las que se mezclaba el esoterismo, la religión y los abusos, desarrolladas en "un clima de fascinación" en el que -según explicó- vivían ella y el resto de los integrantes de la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel.

Esta "exmigueliana", hermana de Marta Paz, una de las denominadas "bastones" de Miguel Rosendo, relató ante el tribunal que juzga esta supuesta asociación ilícita que durante "ocho años" sufrió abusos sexuales en los que, entre otras prácticas, el líder de la Orden extendía sobre ella su semen "para curarle un cáncer de ovarios". Otras dolencias, como un supuesto herpes en la zona de la boca, se la "curaba" extendiéndole su propia saliva.

En la novena sesión del juicio conocido de los "Miguelianos", esta testigo, natural de Moaña, explicó que Rosendo llegó a "abusar" de ella hasta "una vez a la semana" y que ella "nunca" lo rechazó porque la "convenció" de que "la víctima era él" porque "se sacrificaba" por ella.

La joven empezó a tener contacto con Miguel Rosendo da Silva con tan solo 14 años, cuando sus padres la llevaron a ella y a su hermana a la consulta que el acusado tenía en una herboristería de Vigo.

Según esta mujer, M.P., que declaró a escasos metros de Rosendo tras un biombo, el líder de la Orden llegó a decirle que Dios le había ordenado que realizase esos "trabajos" -así los denominaba-, y que en principio ella pensaba que solo los practicaba con ella y más tarde sabría que lo hacía con más "consagradas" de la Orden.

Esta testigo contó que incluso tuvo que realizarle "masturbaciones", "felaciones" y someterse a penetraciones de las que "no siempre era consciente", según explicó. Rosendo le practicaba estos "trabajos" con la excusa de que tenía que purificarla, "sacarle el mal" que tenía dentro y curarle un cáncer de ovarios que él mismo le detectó y que fue volviendo una y otra vez.

Estos episodios ocurrieron -relató- incluso estando ella embarazada y en la noche antes de su boda, celebrada con otro miembro de la Orden que el propio Rosendo le presentó con la encomienda de que "este será tu novio".

Cinco horas

En una declaración que se prolongó durante más de cinco horas, en ocasiones interrumpida por el llanto y el abatimiento anímico, esta mujer explicó que "en los últimos tiempos yo asumía que Miguel iba a salvar al mundo, iba a salvar a la iglesia", todo ello envuelto en un "clima de fascinación, de algo mágico" que "ahora es muy vergonzoso decirlo, pero me lo creí".

Narró incluso un episodio concreto, en el año 1997, en el que Miguel Rosendo "habló en una lengua extraña" que la testigo no identificó y "empezó a hacer y decir cosas extrañas y acabó rasgándose la camiseta". Tras concluir este ritual, Rosendo -siguiendo el testimonio de esta mujer- partió en trozos esa prenda y la entregó a todos los presentes, "para que recordásemos ese día en el que San Miguel Arcángel entró en su cuerpo". En otras ocasiones sus seguidoras recuperaban pelo del recogedor cuando acaban de cortárselo, e incluso uñas cortadas, o las tiras con las que medía su glucosa en sangre.

Esta testigo narró otro episodio en el que Miguel Rosendo les dijo "esperad aquí que voy a hablar con Dios" y entró en una habitación en la que se encerró y por debajo de la puerta se vislumbraba un intensa luz. Posteriormente salió el "líder" de la Orden asegurando que Dios le había dicho el nombre del alma de sus seguidoras, pero "a mí no me dijo el nombre de mi alma porque estaba sucia".

A preguntas de la fiscal, la testigo explicó que a Rosendo le divertía ordenar a los hombres de la agrupación que se dieran besos en la boca y que en una ocasión le aseguraron que Miguel Rosendo ya no usaba gafas porque había obrado un milagro, "pero el milagro le duró poco, por culpa de nuestros pecados, y tuvo que volver a usar gafas", añadió.

"Lo que Miguel decía no lo decía el hombre, venía del más allá", aseguró M.P., quien señaló que, aunque alguien pudiese contradecir al fundador de la Orden en determinados momentos, "eso caía en saco roto". "Todo lo que salía de la boca de Miguel era ley", explicó esta exmigueliana ante el tribunal. Para ella, durante aquel tiempo Miguel Rosendo no se presentaba "como un igual", sino como "un ser de luz" que hablaba con la Virgen, a la que llamaba mamá, y también con San Miguel Arcángel.