Manel Rives defiende un sistema educativo que potencie el talento del alumno más allá de los contenidos curriculares y apuesta por las tecnologías como herramientas al servicio de la pedagogía y la metodología. En el II Foro de Educación Faro Impulsa impartirá el taller "Cómo crear experiencias educativas con medios audiovisuales".

- La metodología que explicará en su taller, ¿puede aplicarse en cualquier ciclo?

-Las metodologías activas del aprendizaje se pueden trabajar desde Infantil hasta la Universidad. De hecho, la gran mayoría de los maestros de Infantil trabajan por proyectos. Pero en Primaria ya hay muchísimos menos, lo cual no quiere decir que sea difícil de hacer; simplemente hay una tradición de trabajar de forma lineal, con los libros de texto, que es muy difícil de deshacer. Esta metodología no es nada novedosa; el año pasado se cumplieron cien años de la primera vez que se habló en España de trabajo por proyectos. Pero llama poderosamente la atención que la educación siga siendo tan lineal cuando cada vez más se trabaja con tecnologías y en base a proyectos.

- ¿Por qué se continúa entonces apostando por la educación lineal?

-Nunca hay una única razón que determina las cosas, pero sí es cierto que tenemos un bagaje de muchos años de trabajar con libros de texto y da miedo tirarse a una piscina medio vacía. Siempre decimos que a los niños hay que enseñarles a desenvolverse en un futuro de incertidumbre porque hoy nadie sabe cómo serán los trabajos del futuro, a aprender a aprender, a proponer cosas nuevas sin esperar a que tu jefe te lo diga, a desenvolverte de forma natural con el lenguaje corporal porque este dice tanto o más de ti que lo que expresas verbalmente... Sin embargo, nada de esto se está haciendo en la escuela. También porque cuesta muchísimo pasar a algo que tampoco sabes cómo enseñar. Quienes nos hemos lanzado a hacer estas cosas tampoco es que tuviésemos la alfombra de Matrix y al día siguiente ya supiéramos todo. No. Sabemos hacia dónde vamos, pero también que es un viaje solo por el desierto. Tampoco hay vuelta atrás. Los que hemos emprendido este viaje ya no sabemos enseñar de otra manera.

- ¿Cuáles son los grandes retos de la educación en el siglo XXI?

-Lo cierto es que todo el mundo está definiendo bien los retos, pero los ejecuta horriblemente mal. Todo el mundo sabe que la educación necesita transformarse, pero nadie tiene las agallas de coger y hacer una transformación real. Se juega con las horas de los profesores, con las horas semanales de las materias, pero son los mismos palos de la misma baraja. Y la educación necesita una transformación real. A mí no me digas qué hay que hacer, sino cómo lo vamos a hacer, y aquí las administraciones públicas no lo están gestionando bien. Hay que empoderar a los profesores que son referencia. Hay profesores en toda España que harían mucho más por el cambio educativo que lo que está haciendo la Administración y a los que no hace caso.

- En vez de esto, hay un cambio de sistema educativo cada vez que cambia el gobierno.

-Esto no es verdad. Hay unas leyes, pero no llegan al aula. Hay diferencias en la burocracia, en temas de competencia, etcétera, pero que no llegan al alumno. Ahora, la ley actual es una auténtica barbaridad, hablando de estándares, algo que va en sentido contrario de lo que estamos hablando desde hace años de darle valor al talento que tienen los chavales, sea cual sea. Valorar a todos por el mismo estándar no tiene sentido. La transformación no va por ahí. Si queremos un cambio real, la Administración tiene que hacer caso a esos profesores que no solo están haciendo un cambio académico, sino también social, formando a niños que serán mejores personas, mejores trabajadores y mejores ciudadanos.

- ¿Y las familias están preparadas para esta transformación?

-Hay de todo. Lógicamente las familias han vivido, ellos y sus padres y sus abuelos, el mismo sistema, y es difícil que conozcan otra cosa, pero si hay alguien de la comunidad escolar al que se le pueda perdonar que tenga una visión lineal de la educación es a las familias, porque ellas no tienen obligación alguna de conocer otras formas de enseñanza; nosotros, los docentes, sí. Tal vez haya que hacerles llegar todo esto. Yo no soy mejor ni peor profesor que nadie, pero las familias de mi aula participan en lo que pasa en el aula. Yo tengo comunicación diaria con ellos porque tenemos una plataforma común. En muchas ocasiones, a las familias no las dejamos pasar el umbral de la clase. En mi caso personal, si no todas, sí 24 de las 25 familias dicen que sí notan un cambio en su hijo, y no porque sepa más o menos tablas de multiplicar, sino porque es capaz de hacer cosas que a ellos les costaba mucho o nunca fueron capaces de hacer, como hablar delante de una cámara, por ejemplo.

- La tecnología también facilita esa conectividad con los padres.

-Es cierto, aunque, como con todo lo demás, con la tecnología se está haciendo muy mala pedagogía. Nunca debió ser la tecnología por la tecnología. A mí que me vendan la moto de que tenemos no sé cuántos millones gastados en el programa Abalar no me sirve de nada. La cuestión es qué hacemos con eso, porque cuando trabajas para desarrollar la creatividad y para hacer que los alumnos sean más competentes, que sean ellos los que tengan que buscar la información, generar un cómic, grabar un vídeo o hacer un programa de radio, vale. Pero seguir haciendo lo mismo que hacías con el papel, pero ahora en digital, eso no es ninguna transformación. La tecnología ha de estar supeditarla a la pedagogía y a la metodología.

- ¿Han cambiado mucho los alumnos en los 24 años que lleva en la docencia?

-Es cierto que los chavales han cambiado y que hay una diferencia generacional importante, pero también tengo la sensación a veces de que los adultos no nos acordamos de cómo éramos de pequeños y de que los miramos por encima del hombro. Era más fácil dar clase cuando solo tú tenías que hablar. La cuestión es si queremos seguir haciendo esto. Antes, el profesor era el centro del conocimiento y era quien lo transmitía, Hoy, este conocimiento está en todo lo que podemos hacer alrededor, con tecnología o sin ella. La tecnología no nos va a hacer más listos ni más espabilados que el resto, pero lo que hagamos con ella sí marcará la diferencia. Hay quien se pasa 16 horas al día viendo vídeos y quien se dedica a hacerlos. El primero es un sujeto pasivo; el segundo está cogiendo técnica de grabación, aprendiendo cómo se monta un vídeo, cómo se construye una historia. Y ambos están usando la misma tecnología: un móvil.

- ¿Cuál debe ser el papel del profesor en este contexto?

-Seguro que ya se lo han dicho muchas veces: tenemos que ser guías, ayudarles en el camino, no mostrarles soluciones, sino darles estrategias para que lleguen a su propia conclusión... Pero todo esto es mucho mas fácil de decir que de hacer. Una de las lagunas más grandes es cómo desarrollar nuestra inteligencia emocional, porque lo que no es emocional es mucho mas fácil de gestionar. Esa parte emocional que te permite ponerte en el lugar del otro, ver los problemas y hacerlos tuyos no la estamos enseñando en el contexto educativo. Y la madre de todas las lagunas es la resiliencia. Todo el mundo dice que un niño con seis años tiene que ser feliz. No, mentira. El niño también tiene que aprender desde pequeño a superar los golpes de la vida porque, sin duda, los tendrá. Hay que enseñarle que quizá se quede en paro y que un día se morirá un familiar muy cercano. Todos nos vamos a morir, pero no hablamos de ello; es mejor hablar de tablas de multiplicar.