Desde los primeros asentamientos humanos, hace aproximadamente 12.000 años, hasta la llegada de los europeos a América, hubo dos rutas principales de colonización de América: la de los Andes, que recorría el continente a lo largo del Pacífico, y la ruta del Atlántico. Ambas recibieron varias oleadas de colonización a lo largo de la historia. Grupos de investigación de Italia y Estados Unidos, coordinados por el profesor de la Facultad de Medicina de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) Antonio Salas Ellacuriaga y el coordinador de la Unidad de Infectología e Inmunología Pediátrica del CHUS, Federico Martinón, han llegado a esta conclusión tras estudiar las poblaciones humanas indígenas de América del Sur. Ambos son investigadores principales del Instituto de Investigaciones Sanitarias de Santiago (IDIS).

No es primera vez que los investigadores de la USC ayudan a escribir la historia del continente americano a través de la genética. "Este estudio -explica Antonio Salas- tiene un marcado carácter antropológico, forma parte de lo que denominamos ´antropología molecular´ o arqueogenética, sin perjuicio de que los hallazgos de este estudio tengan repercusión en otras ramas de la biomedicina". El equipo de investigadores construyó el estudio a partir del análisis del genoma de miles de individuos que representan las poblaciones nativos americanas del pasado así como el ADN de restos arqueológicos. La mayor parte de los datos "se obtuvieron tras un análisis intenso de la literatura, procesando datos genómicos masivos dispersos por distintos repositorios de información genética y en la literatura", aclara el doctor Salas. Además de datos específicos generados para el estudio, la busca permitió "conseguir información de miles de perfiles genéticos de individuos a escala genómica" aclara el coordinador del estudio.

El trabajo de alcance internacional "avanza de manera importante en el conocimiento de la relación histórica" que pudo existir entre la ruta de los Andes y la del Atlántico. Los datos genéticos apuntan a que esta interacción "fue marginal, en buena parte debido a la existencia de la gran barrera geográfica del Amazonas". Otros factores, añaden los investigadores, podrían haber sido la especial capacidad adaptativa de las poblaciones andinas a los ecosistemas de altura, "capacidad que contrasta fuertemente con la necesaria adaptación para vivir en el complejo ecosistema de la selva amazónica".

Altiplanos peruanos

Según Salas, "los altiplanos de Perú jugaron un rol importantísimo desde el principio de los tiempos. Esta zona fue un enclave fundamental para los primeros paleo indios y un gran crisol de culturas, de manera que a lo largo de todos estos miles de años apenas recibió influjos procedentes del este del continente". La población de Perú fue "demográficamente muy exitosa y experimentó un proceso de expansión importante desde hace 8.000 años hasta el presente, lo que condujo a incubar una cantidad muy grande de variación genética. En este sentido, como ejemplo de éxito adaptativo encontramos la civilización incaica", añade el investigador de la Facultad de Medicina de la USC.

El estudio concluye igualmente que los movimientos poblacionales más importantes que existieron en América del sur se produjeron a lo largo de la zona andina, con especial foco en Perú y fundamentalmente con un componente que discurría de norte a sur y no tanto a la inversa. La ruta del Atlántico "no fue en sus inicios demográficamente tan relevante como la del Pacífico, al menos inicialmente, pero fue fundamental para colonizar la mayor parte del subcontinente excepto la zona andina" aclara el genetista. En un primer momento de colonización "esta ruta tuvo un flujo genético importante en dirección norte-sur, aunque con el tiempo también se vieron favorecidos flujos en sentido inverso". A modo de ejemplo, el doctor Salas Ellacuriaga apunta que "hoy sabemos que una oleada importante de colonización en sentido sur-norte que se produjo hace 6.000 años penetró también en el Caribe para dar lugar a las poblaciones de Taínos que es la cultura indígena más genuina de esta región del mundo".

El trabajo desarrollado también ha permitido contrastar la existencia de un "paralelismo interesantísimo entre la evidencia genética y los datos arqueológicos que apuntan a que, efectivamente, el altiplano de Perú y el eje que discurre hacia el sur siguiendo los Andes fue el verdadero centro neurológico del sur de América durante miles de año".

Antropología y genética

Además de los avances que se hayan podido conseguir para la antropología y la historia, este estudio tiene diversas repercusiones en otras ramas de la ciencia, pero también en la empresa. En opinión de Antonio Salas "existe un gran negocio internacional en el terreno del que se conoce como genética lúdica, puesto que mucha gente tiene un enorme interés por saber más de sus ancestros, especialmente en aquellos casos en los que el pasado está ligado a procesos de colonización". Federico Martinón también apunta otras posibles aplicaciones: "muchos estudios genéticos sobre la enfermedad humana requieren conocer la variabilidad que afecta a la población sana: es la variación de referencia contra la que contrastar aquella que afecta a la población enferma. Este tipo de estudios nos ayudarán, por ejemplo, con los análisis que estamos realizando en un proyecto internacional sobre el temido virus de Zika, tan prevalente en Latinoamérica".

Como matiza Antonio Salas, el trabajo "es fruto de más de ocho años de investigación y fue posible gracias al esfuerzo del grupo de investigación, en especial de Alberto Gómez Carballa, que jugó un rol fundamental en el estudio y al que ha dedicado un interés especial y un gran compromiso". Los resultados del estudio acaban de hacerse públicos en la prestigiosa revista Genome Research, publicación de referencia en el ámbito de la genómica humana, la genómica comparativa, la evolución molecular o la biología de sistemas, entre otros temas.