"Tenemos que superar prejuicios. Lo que plantea el libro es ese aprendizaje de la mirada para acercarnos con la intensidad que tiene la mirada de un niño hacia lo nuevo. Para un niño todo es nuevo siempre y, un poco, para la mirada del artista ese es un cometido ideal; es utópico pensarlo porque hay un momento en el que empezamos a funcionar dando por sabidas muchas cosas. Pero la mirada del niño se sobresale frente a cada estímulo e interactúa, que para mí eso es muy importante. Y sería el mensaje de las vanguardias: el juego como una pulsión de creación que permite ese aprendizaje de la mirada".

Antón Patiño acaba de publicar el ensayo "Manifiesto de la mirada" (Fórcola Ediciones) y lo presenta esta tarde, a las 20.00 horas, en la librería Librouro de Vigo. El autor estará acompañado por la artista visual Carmen Hermo, el director de la Fundación Laxeiro Javier Pérez Buján y el historiador y crítico de arte Carlos Bernárdez.

El artista vigués traza en "Manifiesto de la mirada" una clara relación con su ensayo anterior, "Todas las pantallas encendidas". En los últimos capítulos de este ya se reivindicaba el arte como un espacio de libertad donde a través del proceso de creación y de la intensidad es posible, como señala Patiño, "salirse de esa telaraña perceptiva" que nos rodea.

"El primer ensayo define ese ruido ambiente, esa imagen instrumental que nos sigue por todas las multipantallas. Y este libro, frente a ese diagnóstico crítico, es una reivindicación del espacio del arte como un espacio de libertad para lo que se requiere un aprendizaje de la mirada. En algún momento se habla del arte como de un sexto sentido, que establece sinergias con el resto", asegura.

La palabra manifiesto aparece en el título del libro para reclamar un paralelismo entre arte y vida. "Es de los puntos centrales de las vanguardias históricas. En los momentos más rupturistas del arte del siglo XX, especialmente ya en el dadaísmo y en el surrealismo, pero luego también en los años 60. Yo veo cada vez más clara una tendencia inmersiva del arte, que está buscando un diálogo con el cuerpo del espectador, como si se aferrara a esa lectura sensorial", cuenta Patiño.

El autor realiza un análisis transversal de distintas disciplinas artísticas como son la pintura, el cine, la escultura, l teatro, la fotografía, el dibujo, la arquitectura, la poesía y la filosofía. "La imagen de pantalla sería la publicidad, los medios de persuasión, que intentan condicionar nuestro punto de vista. Aquí vemos son técnicas de procesos de expansión de la mirada que afectan a las distintas manifestaciones artísticas", explica.

Las pantallas que nos rodean acaban confluyendo en un objetivo: el consumo. "Es una incitación al consumo que llega a ser de un consumo de las propias imágenes en sí mismas. Hay un grado de adicción enorme, lo vemos en la cantidad de horas que pasa la gente delante de las pantallas", dice Patiño. Pero en el área del arte hay una imagen que va cambiando su cualificación, y así lo va recogiendo a lo largo de los treinta capítulos del libro.

El vigués establece desde su ensayo sobre la construcción de la mirada un diálogo con otros artistas como Pessoa, Joyce, José Ángel Valente, Walter Benjamin, María Zambrano, Chirico, Beuys, Giacometti y Pina Bausch, entre otros.

"Creo que el libro puede encontrar lectores en toda la gente aficionada al mundo del arte y la cultura, pero también en artistas que estén trabajando con nuevas tecnologías y que buscan un tipo de arte en el que el espectador tiene que entrar. Como en la pintura de Pollock y Rothko. Tienes que deambular en ese espacio y sentirlo, es una experiencia perceptiva. No es estrictamente intelectual, es algo más directo, del cuerpo", sostiene Patiño.