El regalo del amigo invisible. Así se refería Jonás Brito a la donación siempre que hablaban de este tema en casa. Su muerte prematura con 17 años a causa de un aneurisma cerebral lo convirtió, en octubre de 2008, en uno de estos amigos invisibles y su regalo llevó la esperanza a otras personas.

A pesar del duro golpe que supuso su repentina muerte, sus padres no dudaron en ningún momento en cumplir la voluntad que el joven vigués había manifestado en numerosas ocasiones de donar sus órganos, huesos y tejidos en el caso de que falleciera. Gracias a este gesto altruista y generoso, al menos seis personas salvaron la vida al recibir sus órganos y otras mejoraron su calidad de vida gracias a sus córneas, huesos y tejido.

"Su muerte fue un impacto enorme. Había salido a pasar el fin de semana con sus amigos y, de repente, recibimos una llamada. Cuando llegamos al hospital, ya estaba en coma. Pero teníamos clarísimo qué teníamos que hacer. Él lo llamaba el amigo invisible porque es un regalo que no sabes quién te hace. Y gracias a su generosidad, enfermos que estaban en urgencia cero, es decir, entre la vida y la muerte, viven hoy", relata María del Carmen Barra. Sin embargo, saber que su hijo quería donar facilitó la decisión de consentir la donación en uno de los trances más difíciles de su vida. Por ello, esta madre insiste en la necesidad de que las personas que quieran ser donantes transmitan este deseo a sus familiares y allegados. "El carné de donante es algo simbólico porque si la familia no consiente no hay nada que hacer", afirma María del Carmen, que desde hace unos años aporta su experiencia en las charlas que la Asociación de Donantes y Receptores de Órganos de Vigo (ADROVI) imparte en centros educativos.

A las personas que tienen reticencias a la hora de donar, recuerda que hay más posibilidades de necesitar un trasplante que de ser donante. "No todos podemos ser donantes ni todos nuestros órganos pueden servir para ser trasplantados. La edad, las enfermedades y otros factores pueden hacer que no seamos donantes aptos. Si embargo, esos mismos factores pueden hacer que de repente nuestra vida dependa de recibir un órgano. Y para eso, tiene que haber otra persona que lo done", explica esta madre. En su casa, por supuesto, todos son ahora donantes y saben qué decisión tomarían en el supuesto de que se encontraran de nuevo en la misma tesitura.

Patricia Castro de la Iglesia sabe muy bien qué es estar pendiente de un trasplante. Su marido, primero, y su hermano después, sobrevivieron gracias a la donación de médula ósea y un riñón, respectivamente. "Yo solo puedo hablar desde el agradecimiento a esos dos donantes y a todas las personas que han donado", afirma esta viguesa.

Su marido enfermó de leucemia y en 1998 recibió un trasplante de médula ósea. Tenía 26 años. La médula ósea llegó de Washington (Estados Unidos). Es lo único que trascendió de esa donación. "Gracias a ese donante, mi marido superó vivió otros 18 años y nació mi hija", afirma Patricia, quien destaca la importante labor que desempeñan en estos trasplantes tanto los bancos internacionales de médula ósea como la Fundación Josep Carreras. "Encontrar una médula compatible es muy complicado, pero gracias a este sistema puedes encontrar una en cualquier parte del mundo", dice.

Su hermano nació con un único riñón, enfermo, y con el paso de los años el trasplante se iba haciendo cada vez más imperioso, hasta que en 2008 llegó el ansiado trasplante. De esto va a hacer ahora diez años.

"Por mi experiencia personal sé lo importante que es hacerse donante y manifestar en voz alta que quieres donar, porque gracias al altruismo de los donantes vive mi hermano y mi marido también, aunque, por desgracia, falleciera hace cinco años a causa de otra enfermedad", asegura.

Su compañera de trabajo, Eva Pérez, es también donante de órganos. Lo es desde que conoce el trabajo que desarrolla Adrovi para impulsar la donación. "Quiero que si me ocurre algo, mis órganos puedan servir a otras personas. Es una manera de ayudar. Pero creo que tan importante como hacerte donante es hacérselo saber a tu familia para que en el momento en el que tú ya no puedes expresarse se cumpla tu deseo", argumenta.

Pero además de aumentar las donaciones, Adrovi también trabaja para romper con falsos mitos, como que los profesionales sanitarios no luchan tanto por salvar la vida de un donante que la de otro paciente o que el cuerpo queda destrozado tras la extracción de los órganos. En este sentido, María del Carmen Barra es testigo de que no es así. "La ignorancia es muy atrevida y también se tiene mucho culto al cadáver, pero yo puedo decir que mi hijo estaba tal y como era. Yo siempre le digo a la gente que se pregunte si a dónde va le hace falta los órganos", añade esta madre.

MARÍA DEL CARMEN BARRA - Donó los órganos de su hijo

"Jonás lo llamaba el regalo del amigo invisible porque no sabes quién te lo da"

PATRICIA CASTRO - Muejr y hermana de receptor

"Gracias al altruismo de los donantes vive mi hermano y mi marido vivió 18 años"

EVA PÉREZ - DONANTE

"Quiero que cuando ya no esté, mis órganos puedan servir a otras personas"