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GALLEGOS EN LA CIMA

"Los videojuegos bien traducidos influyen en el lenguaje de las nuevas generaciones"

El traductor y profesor de español afincado en Dinamarca participa en la premiada traducción del último juego de Tomb Raider

David Fernández, en Copenhague.

Fue amor, la razón que impulsa a tantos a hacer la maleta, el motivo por el que David Fernández (Vigo, 1976) llegó a Dinamarca hace seis años. Tuvo que aprender su complejo idioma para hacerse un hueco en el mercado laboral y actualmente es profesor de español y traductor freelance para clientes como el MIT o la Universidad de Harvard. También se dedica al sector de los videojuegos, trabajó para Nintendo en Frankfurt, y forma parte del equipo liderado por otro gallego formado en el campus vigués, Santiago García, que acaba de recibir en España el Premio Atrae a la mejor traducción del año por la última aventura de Tomb Rider.

Dejó Forestales -solo le quedaba el proyecto fin de carrera- para iniciar Traducción y fue ya trabajando en un proyecto de la biofarmacéutica Lonza cuando conoció a su mujer, una turco-danesa. Ya había conocido el país nórdico como erasmus y hoy no oculta su satisfacción por haber sido capaz de superar en este tiempo "un reto muy grande en lo personal".

"Los daneses no son muy abiertos y cuesta hacer amigos. Si quieres formar parte del sistema laboral tienes que hablar su idioma, que es muy, muy difícil. Ellos mismos dicen que es una enfermedad de la garganta. Mi manera de saltar este obstáculo fue marcharme unos meses a Jutlandia, la zona rural, donde viví en pequeños pueblos con familias a las que daba clase de español", relata.

Sus alumnos bromean con su acento, pero también aprecian su gesta idiomática. "Muchos de ellos son hijos de inmigrantes que no hablan danés y admiran que yo lo hable, aunque también me vacilan muchísimo", reconoce entre risas.

Imparte clases en empresas y en dos escuelas para la juventud de Copenhague, donde los preuniversitarios acuden a clases optativas. Y siendo vigués, el Celta, con dos daneses en sus filas, suele ser tema de debate: "Mi padre jugó de joven y yo escucho los partidos por la radio. El otro día les puse el gol de Aspas con la selección. Es una forma de hablar con ellos".

"En Dinamarca hay muchísimo interés por nuestro idioma y nuestra cultura. Les encanta España y existe una conexión especial. De hecho son miles los que viven allí. Las clases de lengua en los institutos son extraordinariamente populares. Sin embargo, el Partido Popular Danés está estableciendo medidas perjudiciales que favorecen a otros idiomas como el francés", lamenta.

No es el único cambio que ha experimentado el país desde la llegada al gobierno de este partido de derechas contrario a la inmigración y a la UE: "Me preocupa esta deriva política. Es un país envidiable en muchos aspectos, pero ahora están recortando las opciones en educación y sanidad. Hay mucha ideología detrás y de forma un poco sibilina se está segregando al inmigrante. Yo lo soy y no me hace ninguna gracia".

Otra pica más en la ola de populismo nacionalista que pone en jaque el sueño europeo y que ha aupado a Trump hasta la Casa Blanca. "Da mucho miedo. Son reacciones muy exacerbadas y desproporcionadas ante la incertidumbre y predican cosas que van en contra de los derechos de parte de la población, lo que genera tensiones. Además, no hace falta ser malvado o racista para causar un daño grave, basta con ser incompetente y los populistas lo son", reflexiona.

El nuevo Gobierno danés también ha empezado a modificar el alabado sistema universitario. "Una de las mejores cosas es su flexibilidad para cambiar de carrera y ahora lo están recortando y lo pagarán. Además tiene una capacidad de adaptación muy grande, no se ve restringido por marcos legales y si una carrera no tiene salida la anulan e implantan otra. Por ejemplo, el sector de los videojuegos es extraordinariamente importante aquí y existen varios títulos. También en mi escuela hay una asignatura", destaca.

David apunta al papel pedagógico de esta subcultura, "la más grande del mundo" y que constituye un sector que supera en facturación a la música y al cine juntos. "Los jóvenes daneses tampoco leen mucho, pero ven las películas de Harry Potter y juegan con las consolas. Los videojuegos bien traducidos son una manera de influir en el lenguaje de las nuevas generaciones", asegura.

El premio Atrae que ha recibido no es el primero que recae en exalumnos de la facultad olívica, que puede presumir de cantera: "Es una buena escuela y ojalá que se cree una tradición en traducción de videojuegos. Sería interesante para la Universidad y para la ciudad diferenciarse en esto".

Algunos de los textos que traduce para el MIT y Harvard hablan de avances como la inteligencia artificial, que genera incertidumbre para el futuro de su profesión: "En Silicon Valley ya se habla de una renta básica porque la revolución tecnológica acabará con muchos empleos. Yo siempre he reivindicado el papel de las humanidades. Aunque no tengan un valor tangible o económico, una sociedad sin ellas sería una desgracia".

También anima a preguntarse "cómo potenciarlas" en lo laboral: "El español es una lengua potente y el Instituto Cervantes hace una labor importante pero estamos a años luz del negocio de los ingleses con su idioma. Nuestro país debería convertirse en una potencia económica utilizando el español. Habría que encontrar esa llave".

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