Casi la mitad de las personas mayores de 65 años viven en pareja y sin hijos (el 45%), aunque a partir de los 85 años, solo el 40,9% de las mujeres y el 21,4% de los hombres viven solos, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Al margen de esto, se calcula que el 0,6 por ciento de las personas mayores dependientes cambia de domicilio con frecuencia y el 2,8% se traslada de casa de un hijo a la de otro al menos una vez al año, sobre todo en vacaciones, según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).
Según esta organización médica, la crisis, los nuevos modelos familiares y la ayuda de la ley de Dependencia propician que los mayores retornen al modelo bautizado como "abuelo golondrina" o "abuelo maleta", donde el anciano rota para el cuidado entre sus hijos. Ante esta poción, la SEGG aconseja que los mayores que se trasladan de casa ya sea de forma habitual o puntual, lleven consigo un documento clínico informativo sobre el diagnóstico, tratamiento en vigor, periodicidad de los controles analíticos y datos de posibles alergias o intolerancias, para evitar, en medida de lo posible, ciertos problemas como la polimedicación, la prescripción de medicamentos innecesarios o la repetición de pruebas diagnósticas.
"Cambiar de casa continuamente dificulta la integración del mayor en la familia, en el entorno, en las actividades comunitarias y la relación con otras personas. Cada familia tiene personas y dinámicas distintas y el mayor ocupa un rol diferente. La constante adaptación al cambio puede favorecer la ausencia de rol en la familia", afirma el presidente de la SEGG, el doctor José Antonio López Trigo.
Sin embargo, para el presidente de la Sociedad Galega de Xerontoloxía e Xeriatría (SGXX), el doctor Miguel Ángel Vázquez, estos cambios, si se realizan de forma ordenada, no tienen por qué ser negativos. "Hay familias que acogen al padre o a la madre por periodos de 3 0 4 meses. Esto no me parece mal siempre que se haga bien. Estamos constantemente exigiendo a las familias que soporten cargos de cuidados que en realidad corresponden a la sociedad. Si tienes una jornada laboral de 8 horas, y tienes que hacer la compra, la comida y ocuparte de tus hijos, que venga tu padre, que es dependiente, es obvio que va a suponer un esfuerzo", afirma el geriatra gallego, quien rechaza términos como 'abuelo golondrina' o 'abuelo maleta', que considera peyorativos.
Sin embargo, muchas familias a cargo de personas dependientes se sienten culpables e incluso renuncian a salir de vacaciones por no querer o no poder trasladar al mayor a su cargo. "Tenemos que hablar de respiro, de cambios positivos. Un cambio de domicilio nos provoca cierto estrés a todos, pero este será menor si está bien programado, es decir, si la persona que llega tiene su habitación ordenada, con sus cosas y su ropa, y trae sus medicamentos e informes médicos. Es importante también saber qué tipo de ayuda se le presta al mayor en el domicilio de procedencia y sus rutinas. Si la familia está bien integrada es capaz de adaptarse a estos cambios y la persona mayor también", opina.
En su opinión, el verdadero problema es que la sociedad descuida a sus mayores. "Cuidar es difícil y hacerlo de una persona dependiente, más, y tampoco tienes servicios apropiados. No tienes un geriatra al que llevar a tu padre o a tu madre, y el de familia huye de un paciente con pluripatología y polimedicación al que desconoce. La Administración debería prever que esto ocurre y dar soporte a las familias", critica. Tampoco el Programa de Respiro Familiar de la Xunta es suficiente. "¿Hay plazas? Sí, pero muy limitadas: 12 en el Meixoeiro y 8 en Oleiros. Si hubiera una buena red de cuidadores de respiro, muchos familiares no se sentirían tan presionados", opina.
"La familia está para querernos, no para cuidarnos"
- Miguel Ángel Vázquez, presidente de la Sociedad Galega de Xerontoloxía y Xeriatría (SGXX), asegura que cuidar a las personas mayores dependientes es una obligación social y no familiar, aunque esta responsabilidad recae en las familias porque el sistema no está preparado para asumir el reto que supone la cada vez mayor esperanza de vida.-Para las familias acogedoras no es malo descargar cuando disponen de un poco de tiempo libre, como puede ser en vacaciones, y creo que para muchos mayores, tampoco. Los cuidados de respiro que ofrecen las residencias pueden ser buenos porque en ese tiempo que la familia respira, la persona mayor es evaluada y se corrigen posibles defectos de conducta. Creo que hay que desculpabilizar a aquellas personas que durante el año se ocupan de personas mayores porque estas familias también tienen derecho a disfrutar de un mes de vacaciones o de un puente y estar con sus hijos. Me parece tan legítimo como mandar al niño a un campamento.-Sin embargo, muchas se sienten culpables.-Culpabilizar siempre es malo porque cuidar es una oportunidad, pero nunca puede ser una obligación. Cuidar es una responsabilidad social, no es una obligación familiar. La familia está para querernos, no para cuidarnos.-Se habla incluso de "abuelos golondrina" o "abuelos maleta", personas mayores que rotan de domicilio con frecuencia.-Detrás de ese tipo de denominaciones se esconde el ánimo peyorativo hacia la vejez. A mí no me gusta ni siquiera la denominación abuelo. No son abuelos, son personas mayores. Y usar términos como golondrina o maleta es cosificar a este sector de la población. Recuerdo incluso un anuncio en el que se veía a una persona mayor con una maleta en una gasolinera con un rótulo que decía: "Él no lo haría", como el anuncio del abandono de perros. Hay comparaciones que contienen el estereotipo, la imagen social negativa que tenemos de la persona mayor, y que no coincide con la realidad. Una buena sociedad es la que se preocupa de las personas, de todas las personas, pero la nuestra no lo hace.
