Pudo ser un guaperas más de Hollywood, pero su pasión por el séptimo arte le llevó a todos los frentes posibles. Actor de leyenda, realizador de prestigio e impulsor del cine independiente, Redford cumple el jueves ochenta años enfrascado en nuevos proyectos delante y detrás de las cámaras.

No importan la edad ni las arrugas disimuladas por la cirugía estética, porque Redford conserva el aura de las grandes estrellas. Tanto es así que en un reciente encuentro con un grupo reducido de medios en Los Ángeles, gran parte de la conversación giró en torno a su carrera y su visión sobre el cine, y no acerca de la película que venía a presentar, "Pedro y el dragón Elliot".

"Durante la mayor parte de mi vida he intentado no encasillarme. Hubo un tiempo en el que realmente tuve una época dura cuando empecé a actuar en películas y, de repente, todo giraba en torno mi apariencia. Me convertí en actor porque me sentí atraído por el oficio en el teatro de Nueva York, así que no estaba preparado para entrar en el cine y, de repente, ser juzgado por mi físico", dijo.

"Eso se convirtió en un problema y creo que finalmente lo superé solo haciendo muchas películas de naturaleza muy diversa y, finalmente, comenzando a dirigir", rememoró Redford.

Nacido en la ciudad californiana de Santa Mónica el 18 de agosto de 1936, Redford sobresalió en el primer tramo de su carrera por papeles de galán irremediable que le garantizaron un puesto en el escaparate de los grandes sex-symbol del siglo XX.

"Dos hombres y un destino" (1969), "El golpe" (1973) o "Tal como éramos" (1973), entre otros títulos emblemáticos, le lanzaron al estrellato, pero Redford no quería ser solo una cara bonita para los grandes estudios.

"Nunca estuve en contra de la industria porque fui un producto de ella, me beneficié de ella y me abrí camino a través de ella. Simplemente llegué a un punto donde pensé que podía haber algo más, historias más diversas", reflexionó.

Así, Redford comenzó a pensar qué podía hacer él para "mantener vivo" el espíritu de ese cine y eso le llevó, por ejemplo, a la creación en 1981 del Instituto Sundance, meca del cine independiente y refugio para las propuestas fílmicas más rompedoras.

Gran director

Además, saltó a la dirección en 1980 con "Gente corriente", que le daría el único Óscar, por el momento, de su carrera (sorprendentemente no ha ganado ninguno como actor), aunque en 2002 recibió una estatuilla honorífica por su aporte global al mundo del cine durante toda su carrera.

Como realizador también ha recibido aplausos con filmes tan interesantes como "Quiz Show" (1994), "El hombre que susurraba a los caballos" (1998) o "Leones por corderos" (2007), mientras que como actor amplió su paleta de tonalidades gracias a películas como "Todos los hombres del presidente" (1976) o "Memorias de África" (1985).

Lo que no quiere abandonar, por ahora, es el cine. Como muestra, Redford volverá a trabajar a las órdenes de David Lowery, el cineasta de la recién estrenada "Pedro y el dragón Elliot", en un largometraje titulado "The Old Man and The Gun".