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Chus Lago: "En situaciones límite nos volvemos muy audaces"

"Si lees una biografía de un noruego o un americano, parece que estás delante de un héroe; si tienes cerca a alguien que hizo algo imposible, no le das importancia", asegura Caballero

"Este libro es un prodigio. No lo vas a leer: lo vas a vivir". Quien firma estas dos frases es la periodista y escritora Rosa Montero en el prólogo del libro Sobre huellas de gigantes (Aguilar), de Chus Lago (Vigo, 1964), quien ayer llenó Club FARO para presentarlo de una forma curiosa, entretenida, por veces teatralizada, que encandiló al público. En su conferencia, los asistentes aprendieron muchas cosas pero, sobre todo, supieron dónde se inició su amor por las hazañas: "Desde que tengo uso de razón buscaba eso, la gran aventura", señaló Lago apuntando al final del encuentro que su inspiración arrancó de niña con las visitas al monte con sus padres, siempre con el Galiñeiro como referente.

GALERÍA | Chus Lago en el Club FARO. // Ricardo Grobas

Si la carta de presentación en la obra realizada por Montero es admirable, no fue menos la del alcalde de Vigo, Abel Caballero, quien presentó la conferencia de la edil, alpinista y expedicionaria que ha subido el Everest sin oxígeno y ha llegado sola al centro de la Antártida tras cruzar el continente eternamente nevado. El regidor local aconsejó "hacer un esfuerzo para que la cercanía no impida ver la importancia de algunas cosas. Cuando lees una biografía de un noruego o americano, tienes la sensación de estar delante de un héroe, pero cuando tienes delante a alguien que hizo una cosa imposible, tienes la tentación de no darle importancia; yo pido desposeerse de esa sensación".

El alcalde aseguró que "dentro de 30, 40 o 50 años veremos la importancia de Chus Lago, de lo que hizo, la importancia de subir al Everest sin oxígeno, la importancia de ir al polo sur. Muy poquita gente es capaz de hacer cosa igual. Para esta ciudad y país, es un hecho histórico".

Chus Lago, por su parte, explicó que "me fui a la Antártida pero no volví siendo la misma persona". En la segunda expedición en la meseta helada, sufrió momentos en los que pensó que "iba a morir" luchando contra 48 horas de tormenta "en el lugar más venteado del planeta", según sus palabras, o "el lugar más frío e inhóspito del planeta" como dejó escrito Amundsen, el primero -con su equipo- en llegar al kilómetro cero del Polo Sur, gesta lograda el 14 de diciembre de 1911, un mes antes de la arribada de Scott, quien perecería con sus expedicionarios allí.

"Ellos fueron los primeros; ellos demostraron que se podía llegar; habían derribado la utopía", apuntó Chus Lago quien dedicó prácticamente toda la conferencia a hablar de quienes la precedieron: Amundsen, Scott, Luis Amadeo de Saboya, Antonio Sanjurjo, Gerlache o Salomon August Andrée.

Este último, sueco, se empeñó en cruzar el Polo Norte en un globo de seda, llamado el Örnen (águila) que finalmente cayó en el hielo, iniciándose una serie de hechos encadenados que hicieron fracasar la expedición, lo que les llevó a la muerte, descubierta varias décadas después de que partiesen de las islas noruegas de Svalbard.

La aventura de Salomon August fue la que inauguró el relato de Chus, para seguir con los primeros que invernaron con un barco en la Antártida: Amundsen y Gerlache entre otros, a bordeo del Bélgica, en 1898, el año en el que España entraba en guerra con Estados Unidos por Cuba, el año también en el que el empresario vigués Antonio Sanjurjo presentaba su primer submarino, una boya lanzatorpedos.

Después, llegaría el primer vuelo de un zeppelin por el Polo Norte y la carrera entre Amundsen y Scott por ser los primeros en llegar al Polo Sur, lo que Chus Lago, con ayuda de unos actores imprevistos entrer el público, teatralizó en el auditorio que se llenó con la música de un dúo de cuerda y viento en varios puntos de la velada.

"Scott y Admunsen salieron en la carrera más emocionante de la historia", a la búsqueda del kilómetro cero de la Antártida, el mismo lugar al que llegó Lago casi cien años después sola. "Esta es la historia íntima que quiero contar; la historia del Polo Sur es un prisma con muchos ángulos sobre una mujer que se enfrenta a un territorio al que solo se enfrontaron hombres", apuntó.

Sobre el lugar, destacó que la "zona cero tiene el aire más sublime del planeta, la nieve más limpia. Los expedicionarios tienen prohibido hacer sus necesidades allí; no puedes dejar basura. Científicamente, es el lugar más limpio del planeta. En el Everest, solo hay polución en el campamento base en la ruta de Nepal por los expedicionarios que llevan botellas de oxígeno que luego no bajan".

"En los momentos límite, nos volvemos muy audaces"

  • "Recuerdo un momento de angustia, está en el libro. En mi expedición a la Antártida soporté la peor climatología de los últimos 15 años. Se esperaban vientos de 40 ó 50 kilómetros por hora y pasó de los 100. Pensaba que no había forma de montar la campaña, pensé que iba a morir, pero si moría quería que fuese currándomelo así que me tiré al suelo. En esos momentos límites nos volvemos muy audaces. Se me ocurrió montar la tienda muy bajita y así pude soportar 48 horas de tormenta", explicó Chus Lago en su charla.Respecto a la pérdida de miembros por congelación en sus aventuras anteriores, Lago señaló que "es una circunstancia; lo cortamos y para adealnte. Los alpinistas no tenemos memoria".Esa vivencia no fue comparable con la angustia vivida en la Antártida donde cada día que pasaba "tenía menos combustible y comida para tirar de un trineo que pesaba el doble que yo. Cada día andaba, 25 kilómetros durante 14 horas".Era tal la angustia, que Chus Lago se vio obligada a luchar con ella con un fármaco que le produjo un efecto inesperado y que casi le hace perecer: "Lo tomé y me empecé a quedar dormida y eso, en la Antártida, significa morir a 30 grados bajo cero. Yo veía el titular: 'Chus Lago la palma en la Antártida por tonta'". Entonces, se repuso y la combinación del té y el café hicieron que sacara fuerzas extraordinarias para culminar el día. "El cielo se abrió. 'En un pincho, estoy allí', pensé. Me quedaban diez horas por delante. Fue el día más feliz de la Antártida, después ya no me quedaba ni té ni café. A veces soñaba que freía patatas del hambre que tenía. Perdí 10 kilos. Iba obsesionada con la comida", una angustia que pesó muchísimo más que la soledad que ella misma se autoexigió para ese proyecto.

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