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Davila y Blanco, humores mezclados

La simbiosis entre el dibujo y los relatos levantó risas y carcajadas en el Mar de Vigo

Un momento del espectáculo de Luis Davila y Carlos Blanco, anoche, en el Mar de Vigo. // José Lores

El cómico Carlos Blanco y el humorista gráfico Luis Davila regresaron ayer a Vigo, al Auditorio Mar de Vigo (a las 20.00 horas), con su "Menú do día", espectáculo que ha congregado a más de 20.000 espectadores en toda Galicia y que en el auditorio olívico fue grabado en directo.

El evento, que fue estrenado hace un año, auna dos formas de hacer humor tan distintas como el humor escénico y el gráfico. Luis Davila dibuja en directo las historias de Carlos Blanco, que el público recibe a través de una pantalla gigante. En los titulares y notas de prensa menos documentados se describe este modus operandi con palabras altisonantes como "novedad", "original", pero cualquier persona que esté más o menos al tanto de los festivales de cómic, de creatividad y grafía, reconocerá en la apuesta ecos de los ya habituales conciertos dibujados, tan comunes en los eventos de este palo, en los que la música en directo se combina con la ilustración también en la sala.

Del gran Mauro Entrialgo a Paco Alcázar, una de las firmas que abandonaron a "El Jueves" cuando censuraron la porada "monárquica", muchas firmas de humor gráfico y del cómic se han prestado a lucir su imaginación ante el papel en blanco y su pericia a los lápices en eventos "live". Más curioso es que esta vez Luis Davila, humorista gráfico de este diario (autor, por supuesto, del "O bichero"), alterne con un humorista, una unión quizá natural de risas con más risas. Al tiempo, menos experimento aventurero. Partiendo de un guion, no de la improvisación de un concierto no pactado, el resultado se acerca más a una obra de teatro que no a las jam que los mencionados conciertos dibujados pueden llegar a resultar. Aunque en cada representación haya lugar para la improvisación se pierde la excitación, pero se gana en estructura y además ofrece algo más accesible quizá a los degustadores de ambos humoristas.

Por su parte Carlos Blanco tampoco necesita demasiada presentación: se trata de uno de nuestros actores más conocidos, con un dominio de la comedia fabuloso cuyo galego torrencial y auténtico provoca más que simpatía. Y custodiado por los dibujos de Davila desarrolla una serie de historias cortas que se engarzan en un monólogo brillante y en no pocas ocasiones de reír y mucho.

La simbiosis entre el dibujo, que se reproduce en gran pantalla perfectamente, y los relatos es el gran fuerte del show. Blanco evoca anécdotas de su infancia, del mundo del fútbol, la política, el robo del Códice Calixtino. Y se paró en la idiosincrasia de lo gallego. Davila plasma los parlamentos con trazo preciso, deteniéndose más o abocetando velozmente. Ambos, en fin, construyen un espectáculo retranqueiro, eficaz, que indudablemente levanta la sonrisa, las risas y hasta carcajadas gracias a los magníficos dibujos del ilustrador y a la vis cómica imbatible del actor.

En cuanto a la respuesta del público a la propuesta, el tirón de ambas presencias fue indudable. No llenaron, pero casi. Buen aforo en el Auditorio Mar de Vigo.

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