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GALLEGOS EN LA CIMA

Carlos Meniño Cotón: "Las matemáticas son un juego y cuanto más sabes más preguntas te surgen"

El investigador vigués, adscrito a la Pontificia Católica de Río, trabaja con expertos de varios centros

Carlos Meniño Cotón: "Las matemáticas son un juego y cuanto más sabes más preguntas te surgen"

Los mejores deportistas del mundo competirán en Río en 2016 pero la ciudad brasileña acogerá sus segundos Juegos tan solo un año después, cuando se convertirá en la sede de la Olimpiada Internacional de Matemática. Y en 2018 reunirá a los mejores expertos del planeta en la primera reunión que el ICM celebra en el hemisferio sur en sus más de cien años de existencia. La Medalla Fields -el Nobel de las Matemáticas- otorgada a Artur Ávila hace unos meses es otra evidencia de que la disciplina ha experimentado un enorme crecimiento en el país. Carlos Meniño forma parte de esta punta de lanza de la investigación mundial desde hace casi dos años gracias a una beca Barrié. Aunque adscrito a la Pontificia Universidad Católica colabora en sus proyectos con expertos de la Federal Fluminense y del Instituto de Matemática Pura y Aplicada (IMPA), donde también trabaja, de forma alterna con el CNRS francés, el laureado Ávila.

"Profesionalmente estoy encantado. Aquí se están haciendo muy buenas matemáticas y vienen expertos de todo el mundo. He podido cumplir el sueño de trabajar junto a Paul Schweitzer, una leyenda en foliaciones, uno de mis ámbitos de estudio", señala este vigués de sentimiento aunque nacido en Santiago en 1983. "Estudié en el Santa Irene y al Celta lo tengo en el corazón", declara.

Carlos se licenció en Compostela con el premio extraordinario de Galicia y, antes de llegar a Brasil, realizó estancias en centros punteros de Berlín, Barcelona, Chicago y Lodz. Su proyecto principal está relacionado con la teoría de las foliaciones, un novedoso campo de las matemáticas puras con posibles repercusiones en la física teórica pues implica estructuras que podrían existir en el espacio-tiempo en el que vivimos.

Otra de sus líneas de estudio se centra en los sistemas dinámicos -rama que analiza sistemas que evolucionan en el tiempo bajo unas reglas- y, junto con otros jóvenes investigadores que a su vez son "discípulos de grandes matemáticos contemporáneos", confía en avanzar en la resolución de conjeturas abiertas hace casi 30 años. "Esta disciplina se aplica, por ejemplo, al cálculo de órbitas en las que los satélites y sondas como Rosetta consuman menos energía y tengan una mayor estabilidad", apunta.

Carlos aplaude del sistema brasileño la facilidad para encontrar aplicaciones a estudios de ciencia básica como los que él realiza: "Las dos escuelas de matemática pura y aplicada están interrelacionadas. El IMPA es la meca en sistemas dinámicos y tiene contratos con empresas como Petrobras que acuden allí para resolver sus problemas".

También disfruta del dinamismo de un sistema de I+D que potencia las colaboraciones entre expertos de diferentes universidades e instituciones. "Ahora mismo las matemáticas avanzan conectando campos que a priori no tendrían nada que ver. En España hay muy buen nivel, Santiago tiene la mejor facultad del país, pero falta una coordinación. Yo me sentía un poco aislado. Sin embargo, aquí hay movimiento, competitividad y una necesidad imperiosa de evolucionar y conseguir logros", compara.

Carlos está acostumbrado a la extrañeza que causa su pasión por las matemáticas desde que estudiaba en el instituto: "No es una cosa excepcional. Todos somos buenos en algo, aunque si lo eres en fútbol se le da mucha más importancia, mientras que en otros ámbitos la gente es infravalorada. Yo sería incapaz de estudiar los códigos de derecho porque carecen de una justificación objetiva. Sin embargo, las matemáticas son como un juego para mí, una partida de ajedrez. Y cuanto más sabes más preguntas te surgen. Te acabas enganchando", reconoce.

Reside en Río junto a su mujer y el "precioso" bebé de ambos y, desde su llegada, asegura que el número de españoles ha ido aumentando en el ámbito de la investigación: "Hay financiación y el país tiene mucha necesidad de gente preparada. Se vive bien, solo es un poco más peligroso que Europa, y supone un destino muy interesante. Es una opción real a pesar de que la economía se haya desinflado". Él mismo permanecerá allí de momento y se plantea concursar a una plaza en la universidad para aumentar sus opciones de volver algún día a España.

De los brasileños destaca su carácter "alegre y optimista". "Tienen sus días bajos como todos pero se reponen de los golpes. Sufren desgracias y problemas graves relacionados con el enorme desequilibrio social o la criminalidad pero tiran hacia delante", admira.

Con esta misma filosofía se enfrentan a la urgencia de preparar la ciudad para las inminentes Olimpiadas. "El tráfico es terrible y no sé si conseguirán acabar a tiempo la nueva línea de metro, pero también las instalaciones están a medio hacer. Al final volverán a llegar in extremis como en el Mundial de fútbol. Improvisarán y se verá bonito porque la ciudad es impresionante. No tengo duda de que todo saldrá bien", confía. "Su forma de ver la vida es diferente. A los europeos nos ven un poco cuadriculados,", admite entre risas, "pero ellos prefieren ir de vagaçinho, sin estrés".

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