A caballo entre Nueva York, Copenhague, Ámsterdam y O Morrazo escribió los acordes de un tercer disco que estrenará esta primavera. El pianista Xan Campos (Cangas, 1987), uno de los referentes del jazz contemporáneo en nuestro país, lleva dos años de vida itinerante. Tras empaparse durante una temporada del ambiente de los míticos clubes de la Gran Manzana, regresó al viejo continente para participar en un máster europeo que pretende formar a la élite de jóvenes intérpretes y compositores en cinco escuelas de prestigio de Holanda, Alemania, Dinamarca, Francia y Noruega. No es casualidad que tres gallegos figuren entre los 13 alumnos actuales. Xan, Virxilio da Silva y Carlos López se han encargado ya de que sus compañeros sitúen en el mapa a los jazzistas de este lado de los Pirineos.

Finalizado su primer semestre en la capital danesa, el músico cangués acaba de llegar a Ámsterdam. Y después del verano se incorporará al Instituto de Jazz de Berlín para otra estancia antes de regresar a Copenhague. Allí acabará el posgrado en 2015: "La experiencia es muy buena, ya no solo por la oportunidad de pasar por conservatorios impresionantes, sino también a nivel personal. Te adaptas a vivir en ciudades diferentes y a tocar con gente de todos los países. Holanda y Dinamarca me parecían más semejantes desde allí abajo, pero son sociedades diferentes. Y también tienen sus propios escenarios en los que el concepto de jazz cambia. En Ámsterdam les gusta más lo tradicional, mientras que en Dinamarca prefieren el free jazz".

Además de una formación musical de excelencia, los alumnos del European Jazz Master aprenden habilidades de liderazgo y comunicación para desarrollar su carrera profesional y crear una red de contactos internacionales. "Es un programa muy abierto. Han juntado a jóvenes de toda Europa para que surjan cosas entre nosotros y en un ambiente ideal para desarrollar nuestra música. Cada semestre nos encontramos en una ciudad, la última reunión fue en París y en mayo estaremos en Copenhague".

Son ellos los que escogen qué materias cursar en cada conservatorio: "La educación musical danesa es muy libre. Los alumnos de Ámsterdam comparten clase y resulta muy interesante conocer los proyectos artísticos de la gente de pop o de rock. La enseñanza es un poco más convencional en Holanda y para este semestre he elegido asignaturas de música clásica, porque tienen una sección muy grande".

Xan fue el alumno más joven en obtener el grado superior de Jazz en el Musikene de San Sebastián. Antes se había formado en el Seminario Permanente de Jazz de Pontevedra (SPJP), una auténtica cantera de éxito. "Además del trabajo extraordinario de Abe Rábade y Paco Charlín, lo mejor fue que se creó un ambiente de trabajo en el que un grupo de chavales de la misma edad aprendían juntos. Y supuso un cambio radical porque nacieron y se recuperaron festivales y se formó una comunidad que hoy sigue creciendo a pesar de las dificultades".

Fue su abuelo, uno de los primeros músicos de jazz gallegos, Juan Rial "Palleiro", el que le inició en la música y le empezó a enseñar piano y solfeo antes de entrar en el Conservatorio de Cangas. Por consejo de él y de su padre probó en el SPJP: "Y me enamoré a primera vista".

Desde entonces ha compartido estudio y escenario con reconocidos músicos internacionales y está a punto de estrenar su tercer disco como líder, Ectropía, que será también el segundo del Xan Campos Trío junto a Iago Fernández (batería) y Horacio García (contrabajo). Lo estrenará en Cangas y en el Festival de Jazz de Pontevedra, entre otras citas, y también intentará presentarlo en Holanda y Dinamarca

De su anterior trabajo, Orixe cero, elegido entre los mejores de 2011 por el portal Distritojazz, la crítica destacaba las influencias del rock, lo clásico o la electrónica: "No es que nos propongamos meterlas, sino que no las evitamos. Nos gustan un montón de músicas diferentes y no ponemos barreras a que esto enriquezca lo que hacemos".

En este sentido, Xan aboga por recuperar "la espontaneidad y la interacción" que dan su razón de ser al jazz. "Deberíamos aprovechar aún más la capacidad que nos da para mezclarse con cualquier cosa y hacer algo diferente. Pecamos un poco de pretender hacer el jazz de hace 70 años, que a mí me encanta, pero los músicos de entonces tocaban lo que les gustaba. Tenían influencias de los musicales de Broadway, que era el pop de la época, o de compositores clásicos. No estaban intentando delimitar un estilo y nuestra actitud debería ser la misma", reivindica.

Esta facilidad para la fusión le permite incluso versionar piezas tradicionales gallegas: "Valoro mucho mi identidad, mi cultura y mi lengua. Forman parte de mi vida y, aunque es difícil decir de qué manera, tienen que reflejarse en mi música. En Copenhague hice una versión de una cantiga medieval, una muiñeira tradicional y una pieza de Xoán Montes. Para mí tocar una muiñeira al piano es genial, con buen gusto se puede adaptar su estilo y sentimiento".