La disminución paulatina de flora autóctona, la tradicional que venía creciendo en Galicia durante siglos, a causa de la proliferación de flora invasiva de otros lares supone una grave amenaza para la biodiversidad. El problema se constata en más del 80 por ciento de los ríos gallegos analizados por el voluntariado del Proxecto Ríos, que este año cumple una década.

Este proyecto acaba de alumbrar el "Informe do estado de saúde dos ríos galegos" correspondiente al ejercicio pasado. Del mismo, Paco Bañobre, coordinador de grupo del Proxecto Ríos, destaca que los fluviales que más presencia de flora invasora presentan son el Zamáns en Vigo; Miñor, en Val Miñor; Belelle en Neda y Mero, en A Coruña.

Como plantas y árboles colonizadores, se encuentran -por orden de mayor afectación- el eucalipto, la falsa acacia, la mimosa y la hebra da pampa; además de la tritonia, tradescantia y herba tintureira. "Estas especies que naceron fóra de Galicia, o eucalipto e maila mimosa, en Australia, son invasoras e impiden que nazan as autóctonas", apunta.

Otro punto en el que se fija el informe es en el estado de degradación de los márgenes de los ríos. Bañobre resalta que más de la mitad de los estudiados tienen una alteración importante o presentan su bosque de ribeira -el monte situado a lo largo de las riberas- muy degradado. Los que se auparon a este triste top el pasado año fueron los ríos Corgo, Zamáns y Limia. Es tristemente resaltable que en la cuenca Limia-Douro el 38% de los ríos posee un bosque de ribeira muy degradado. Los autores del informe creen que este tipo de monte "empeora" cada año.

Como dato positivo, por contra, constantan una ligera mejoría respecto al año anterior en cuanto a la calidad del agua en los ríos estudiados -más de un centenar en Galicia- ya que el 80 por ciento de los fluviales gallegos analizados está en buen o muy buen estado.

Bañobre destacó que este informe así como el trabajo de limpieza de ríos que se realiza bajo el amparo de Proxecto Ríos no se podría realizar sin el voluntariado. Cada año, más de 200 personas en las cuatro comunidades colaboran en las actividades. Al tratarse de voluntarios, estos escogen los ríos en los que desean realizar el trabajo así como el estudio que incluye el análisis hidromorfológico (hábitat, calidad del bosque...), fisicoquímico (concentración de oxígeno, nitratos, temperatura, transparencia del agua) y biológico (flora y fauna).