Será recordado como el protector del joven de Picasso en su estancia gallega pero su perfil excede con creces ese papel: médico, hombre de ciencia, político, filántropo, escritor... Ramón Pérez Costales (Oviedo, 1832-A Coruña, 1911) llegó a ser un mito.

Exaltado y extravagante, gran orador, su figura es la de un héroe novelesco. Apóstol del federalismo republicano y la democracia, adalid de los oprimidos y médico altruista, fue todo un ídolo popular. Diputado y ministro, impulsó la creación de la Real Academia Galega y de la Cocina Económica. Fundó una escuela gratuita y un instituto de vacunación para la viruela, que era endémica en Galicia.

Su amiga Emilia Pardo Bazán lo convirtió en el doctor Moragas en "La piedra angular" y cuatro pintores lo retrataron, Meléndez, Vaamonde, Pardo Reguera y el joven Picasso quien, en 1895, dejó constancia de su precoz genialidad en un cuadro en el que muestra con trazo resuelto los rasgos definitorios de Pérez Costales, gran amigo y médico de la familia malagueña.

Asturiano de procedencia, Costales estudió Medicina en Santiago y en Madrid y, tras ingresar en el cuerpo de Sanidad Militar, abandonó para dedicarse por su cuenta a la medicina, lo cual le puso en contacto con los más necesitados y así surgió su profunda sensibilidad social, su rebeldía ante la injusticia y su ímpetu revolucionario, que forjaron el "mito Costales".

Ese sentido del compromiso lo condujo al activismo político y al exilio durante dos años en Portugal por conspirar contra Isabel II. Tras la revolución de 1868, regresó y se prodigó en mítines por la causa republicana, hasta sonar su nombre como posible líder del federalismo gallego.

Publicó por entonces una controvertida soflama para movilizar a los campesinos en pro de la república federal, exigiendo el voto por sufragio universal así como la supresión de las quintas, los foros y la pena de muerte.

Tras una temporada en la clandestinidad para sortear el difícil clima político de la nueva restauración monárquica, se enfrentó en 1872 a Amadeo de Saboya. En una carta incendiaria pedía al rey que no visitase A Coruña porque estaría "en país enemigo". El episodio le costó la ruptura con su amigo y correligionario Federico Tapia, y el exilio voluntario en su casa de Palavea, desde donde comprobó el declinar de la causa, con los obreros ahora entregados al internacionalismo.

Tras la proclamación de la primera República en junio de 1873 y su elección como diputado, fue nombrado ministro de Fomento. La aventura duró poco. Pi y Margall dejó el Gobierno un mes después y con él se fue Pérez Costales.

Defraudado por la experiencia de gobierno republicano y tras la restauración borbónica, Costales optó por volcarse en la medicina y en la beneficencia. Fundó con su pensión de exministro la Escuela de Párvulos para atender a los niños pobres y el Instituto de Vacunación a fin de hacer frente a la viruela, endémica en Galicia desde 1846, y objeto de su preocupación y estudio. Trajo incluso una vacuna descubierta en Francia, que puso a disposición de los médicos de toda la provincia. Por esta época, Costales -que llegaría a alentar y ser el primer presidente del Colegio Médico- se involucró también en la creación de la Cocina Económica.

Pero ni la política ni la filantropía limitaron la faceta social y de escritor de Costales, autor de panfletos políticos, poemas y libros de medicina, y personaje, él mismo, de libro: el médico altruista de cabellos plateados que "solía caer del entusiasmo a la cumbre del desaliento" y traía de París libros científicos "en grandes remesas", como lo describe en "La piedra angular" Pardo Bazán, con la que promovió la Sociedad Folklórica Gallega en 1884 y la Real Academia Galega.

La desilusión política tampoco frenó su federalismo y, tras la desbandada en sus filas a raíz de la represión que había traído el golpe de Pavía, intentó, sin éxito, hacerse con las riendas del partido en Galicia, pero Pi y Margall ya tenía otro candidato y cayó en el ostracismo. Aunque todavía le quedaba una oportunidad: la visita de Pi a Galicia en 1892. Fue su anfitrión en A Coruña como responsable local del partido y le preparó un gran recibimiento, pero no remontó y se centró en la Unión Republicana, tarea interrumpida por el intento, en 1893, de trasladar la Capitanía de A Coruña a León. Costales se sumó a la revuelta y fue detenido como miembro de la Junta de Defensa. Logrado el objetivo, retomó la organización de la Unión Republicana pero las disputas internas dejaron políticamente exhausto a Costales, que por entonces ya estaba estrechamente ligado a la familia Picasso.

En 1891 se había ocupado del traslado desde Málaga a A Coruña de los Picasso y les procuró una vivienda en Payo Gómez. Picasso dejó abundante obra de los cuatro años vividos en A Coruña, entre la que destacan varios retratos.