Le gusta optimizar el tiempo. Quizás por ello utiliza un lenguaje claro y las palabras justas. El psicólogo Walter Riso lleva a sus espaldas una carrera literaria que invitar a fortalecer la independencia emocional. Llegó a Vigo esta semana, en uno de los primeros días de sol de esta primavera tardía y conversó sobre su último libro "Desapegarse sin anestesia", justo antes de desgranar sus ideas en el Club FARO. Riso, gran divulgador y hombre de mirada curiosa, selló su viaje a Galicia con un "Gracias, Vigo!" escrito en su Facebook

- ¿Qué es el apego?

-Es un vínculo que estableces con una persona o con alguna idea u objeto, pensando que ese vínculo te va a realizar como ser humano, te va a hacer feliz o le va a dar sentido en tu vida. Además, siempre está detrás la idea de que ese vínculo va a ser permanente. Por tanto y visto así, el apego puede darse a cualquier cosa en tu vida que consideres imprescindible en un momento dado y a lo que no sepas renunciar.

-Sin embargo, el "desapego" es un concepto que tradicionalmente tiene connotaciones peyorativas. Ser o vivir desapegado implica en nuestra sociedad algo como tener falta de amor por los demás.

-En nuestra sociedad en general, sí. El desapego está visto como "ya no te quiero". Pero en psicología, no. Realmente el desapego se debe tomar como independencia emocional, como la capacidad de desprendimiento cuando debo hacerlo. El desapego es visto más bien como autonomía, la capacidad de relacionarse con algo sin posesión, sin identificarse con esa persona y siendo libre. El mensaje es: Te quiero, pero no dependo de ti, o preferir algo en vez de necesitarlo. Es distinto: Si lo prefiero yo lo elijo; si lo necesito, no puedo escapar.

-Establecer una relación dependiente significa "entregar el alma", ha dicho.

-Entregar el alma, porque el apego corrompe. Lo que hace una persona apegada es negociar con sus principios; perder autorrespeto, meterse con la dignidad y los valores personales. Estar apegado es tener un amo que hace de ti lo que quiere, llámase barra de chocolate, yate, prestigio, poder, posición o la espiritualidad. Ese apego lo marca la capacidad que tengo para aceptar la pérdida.

-La sociedad moderna está apegada a la fama, el poder, la belleza, la autoridad, la aprobación social, internet, la moda o pareja...

-Los medios de comunicación nos crean muchas necesidades superfluas pero el poder está más concentrado en la gente que maneja a gente; la política, los responsables de empresas.... En esos apegos postmodernos cito el apego a la belleza, a la moda, a las nuevas tecnologías, al trabajo y al ejercicio físico. Sobre todo, hay un apego a la velocidad. No sabemos vivir ya con tranquilidad y lentitud, cuando es buena. Estar acelerado a todas horas y todo el tiempo yo lo llamo 'yaísmo': es querer todas las cosas ya. Yo culpo de ello a la tecnología.

-Pero, ¿cuál es el mayor apego?

-Quizás el apego el amor es más frecuente. También los hijos y a la familia. Incluso a las ideas. Baste ver algunos debates políticos en España.

-¿Recomienda su libro a los políticos?

-Sí, claro. El problema es que si lo leen muchos, empezarían a dimitir (risas).

-¿Es difícil distinguir lo que es deseo de lo que es adicción?

-El deseo es simplemente el anhelo por algo, es lo que te empuja, las ganas, la ilusión. La adicción es la incapacidad de renunciar al deseo cuando afecta a tu salud mental o a las personas que te rodean. No tienen nada que ver.

-Muchas de las características enfermizas que describe aparecen en las letras de clásicas canciones de amor. ¿Cómo se diferencia el enamoramiento con el apego patológico?

-En una sola palabra: Sin miedo a la pérdida. El amor sano es un amor despreocupado, libre y no es ansioso. No te identificas con el otro; es decir, el otro no te tiene que definir. Y no hay sentido de posesión del otro. La dependencia emocional es una patología, es una enfermedad y necesita tratarse como si fuera una droga. Hay personas que sí pueden soportar la esclavitud amorosa, incluso el maltrato.

-Cita en su libro diferentes ejemplos de personas que se someten a numerosas operaciones de cirugía estética, por ejemplo y eso les roba su felicidad. ¿Son ejemplos reales?

-El apego a las operaciones de cirugía es muy frecuente. Mientras pensemos que vales lo que aparentas, vamos mal. Pero te lo planteo así: No hay nadie que no esté enganchado en el mundo. Si existe alguien que no lo esté, pudo hacer algo que no logró Buda. Todos tenemos apegos, más o menos. El desapego es un horizonte al que debemos de apuntar. Todos los días tenemos que tratar de estar menos desapegados.

-Sus textos mezclan aportaciones de la psicología cognitiva, pero están plagados de citas y preceptos de tradición budista.

-Es un cruce entre budismo con terapia cognitiva. Psicología es ciencia, budismo es espiritualidad. Cuando ambas coinciden en algún punto, está bien. Quise dar una visión científica y más occidental, ya que un 90% de los libros escritos sobre este tema proceden de Oriente. Por otra parte, escribir sobre el apego y no citar al budismo me parece imposible.

-¿Qué le vaticina a quienes puedan aplicar esos 38 preceptos de desapego que marca su libro?

-Que cada día van a estar un poco mejor. Y van a alcanzar más sabiduría. No se trata de vivir completamente desapegado y ser un iluminado, sino de quitar de encima la carga. Andar ligero de equipaje.