"Si digo que nacer mujer es una desgracia no exagero en una sociedad como la nuestra a la que aún hay que hacer comprender que matar decenas de mujeres cada año no es normal. Solo en Cataluña asesinaron los 15 primeros días de 2012 a 7 mujeres sin que pasara nada. ¿Se imaginan lo que ocurriría si hubieran sido víctimas del terrorismo? Un gran funeral con todos los políticos lamentándose y una asistencia masiva".

La escritora Rosa Regás. premio Nadal y Planeta entre otros, explicaba ayer así en el Club FARO la dimensión de este problema en su charla sobre "La revolución de la mujer", organizada por la concellería de Igualdade del Ayuntamiento de Vigo. Presentada por la teniente de alcalde, Carmela Silva. Y lo que empezó afirmando fue que en una comunidad como la nuestra que no se estremece entera por las docenas de mujeres muertas a manos de sus agresores, no se puede decir que se ha erradicado la injusta diferencia de trato que reciben hombres y mujeres en lo social, religioso, político y familiar.

Regás, que acaba de publicar en la editorial Now "La desgracias de ser mujer", un manifiesto esclarecedor, recordó que la Declaración Universal de Derechos Humanos consagró la igualdad de todos los seres humanos en derechos y dignidad para significar que no había ocurrido aún tal cosa con las mujeres. "Solo quiero insistir en los infinitos tormentos que sufren las mujeres sin justificación ninguna desde el momento de nacer, tormentos que ignoran los derechos de igualdad, justicia y libertad. Y cada vez que una es ultrajada recae una parte de la responsabilidad moral en quienes se quedan callados y no levantan su voz", afirmó.

Risa y chanzas

La exdirectora de la Biblioteca Nacional destacó que los avances conseguidos hasta hoy se debían al trabajo realizado por mujeres como las sufragistas inglesas que fueron objeto de risa y chanzas por la sociedad de su época. "Todos tendríamos que ser feministas –dice–. Si estamos a favor de la igualdad entre pobres y ricos ¿porqué no que llegue a las mujeres y que no sean tratadas como trapos sucios? Yo diría que el feminismo ayuda también a los hombres a ser más felices".

Pero no solo entre los hombres está el machismo, aseveró. "Está entre las mismas mujeres que educan a sus hijas como objetos del deseo mientras que a sus hijos les relevan incluso de la corresponsabilidad del trabajo doméstico". Con ello perpetúan los roles de esa historia de la desigualdad que comienza desde el principio de los siglos y a la que han contribuido las religiones en su imaginario simbólico y en sus textos, que consagran el sometimiento de ellas al varón".

Dice Regás, que antes de escritora fue editora, que los seres humanos tenemos tendencia a conformarnos con lo que hemos recibido "tal vez porque en nuestras sociedades avanzadas palabras como revolución se viven como una agresión a la sociedad y, sobre todo, a la familia, y en cambio se aprueban otras como renuncia o sumisión".

En esta misma línea, afirma que las mujeres viven desde tiempos inmemoriales dominadas bajo conceptos como el "sentimentalismo" el amor romántico, la necesidad de pureza o la sumisión. "Siempre nos han dicho que tenemos que aguantar por amor y que renunciemos a nuestra individualidad", explica

Recordó Regás que no hay libertad para las mujeres sin "libertad económica. " Necesitamos libertad para trabajar –afirmó– y en las mismas condiciones que el hombre. Incluso la crisis se reparte de modo discriminatorio, soportando nosotras el mayor porcentaje de paro. A muchas mujeres les parece normal –afirmó– depender de su pareja. Pero la independencia económica no solo nos permite decidir cuando marcharnos sino que la unidad entre dos personas puede ser mucho mayor si ninguno de los dos depende del otro".

"Somos las propietarias de nuestro cuerpo"

La lista de las afrentas y violaciones de los más elementales derechos del ser humano que se ejercen contra la mujer es inacabable y no vemos que ni la sociedad ni los gobiernos tomen medidas", indica Rosa Regás. Y la libertad, dijo, como un bien indispensable para alcanzar la igualdad. Tras recordar que no hay libertad para las mujeres sin "libertad económica", habló de la libertad sexual, como otro de los ingredientes necesarios para la igualdad entre sexos. "No digo libertad para acostarnos con quien queremos –matizó– que eso está claro sino que nos reconozcamos como las únicas propietarias de nuestro cuerpo. Mi cuerpo es mío y por eso estoy incluso en contra de la autoridad que nos dicta las condiciones en que, por ejemplo, podemos abortar".

"Uno de los grandes peligros contra los que debemos prevenirnos las mujeres –añadió– es la rutina. Nos educan para aceptar, entramos en ese proceso y, cuando nos damos cuenta se nos ha pasado en ello la vida sentadas delante del televisor en el tiempo libre".