"¿Cuánto pesa la catedral?" Con esta pregunta sorprendió un peregrino a una de las empleadas de la Oficina de Acogida en Santiago. Puede que no tenga respuesta, pero otras dudas sobre transporte, alojamiento, restaurantes e incluso lugares por los que salir de fiesta serán contestadas por cualquier trabajador que se encuentre disponible. Una sensibilidad especial hacia el mundo de la peregrinación y el dominio de distintos idiomas, son características que se repiten en las treinta personas que componen el equipo de la oficina.

Con motivo del Año Santo, la oficina recibe cada día a tantos peregrinos, que el equipo tuvo que ser reforzado con más trabajadores. Todos ellos, no sólo acreditan la peregrinación a los caminantes, sino que se abren a escuchar su experiencia, dar consejos y en definitiva, ayudar en todo lo posible.

Inglés, francés, alemán e incluso coreano son algunos de los idiomas que se cruzan en este punto de encuentro de peregrinos. Durante los últimos años se vio aumentado el número de caminantes procedentes de Europa del Este y de Asia, debido a las grandes campañas destinadas a publicitar el Camino. Llegados de distintos puntos del mundo, todos los romeros desean hacerse con la Compostela y dar por finalizada su peregrinación. Un peregrino no es reconocido como tal hasta no conseguir este documento de carácter religioso. El último sello del Camino, que sólo se puede conseguir en esta oficina, sirve de colofón a la aventura que todos empezaron hace días, meses e incluso años.

Unos por vivir la experiencia, otros para encontrase consigo mismo, muchos movidos por la fe y un pequeño grupo por hacer ejercicio. Son muchos y muy variados los motivos que mueven a los caminantes a emprender esta aventura, pero para ser un verdadero peregrino y salir de la oficina con la Compostela en mano, son dos los requisitos necesarios: haber realizado los últimos cien kilómetros a pie o caballo –la cifra se dobla en el caso de los que se animan a hacerlo en bicicleta– y que todo el camino recorrido no fuese hecho en vano, sino por motivos religiosos o de fe.

Muchos de los miembros que forman la oficina han vivido la experiencia del Camino y es por eso que sirven de punto de referencia para los peregrinos. Gracias a su conocimiento de idiomas, pueden tener conversaciones con los recién llegados. Todo tipo de preguntas son planteadas por los peregrinos, las más frecuentes sobre alojamiento y la ciudad de Santiago, pero hay algunos que van más allá y se atreven a contar su experiencia personal.

Esas treinta personas que dedican parte de sus vidas a hacer que todo esto sea posible, no son simples empleados. Estudiantes en prácticas de Turismo y lo que es más destacable, gente voluntaria, se suman al equipo durante el verano. Ahora que se acerca la época de máxima afluencia de caminantes, sacarán lo mejor de sí mismos para que los visitantes queden satisfechos con la ciudad hasta la que han peregrinado.