Aunque internet le está haciendo duramente la competencia, a día de hoy todavía tiene vigencia aquello de "todo está en los libros". El Camino de Santiago no podía ser menos. Existen miles de ensayos y novelas sobre el primer itinerario cultural europeo que se reproducen en épocas de bonanza para las editoriales –léase en Años Santos–.

Al margen de los manuales y guías que intentan servir de orientación para los caminantes, muchísimos autores han osado poner sobre el papel alguna vez las tres palabras mágicas, "Camino de Santiago". Desde Alejo Carpentier, al otro lado del Atlántico, a Álvaro Cunqueiro, de ahí al lado de la catedral, pasando por Cees Nooteboom o Kathyn Harrison, los literatos han seguido la senda marcada por la considerada como la primera guía del peregrino, el libro quinto del "Códice Calixtino".

En una época en que los GPS no eran ni siquiera el sueño de la razón, el siglo XII, el monje cluniacense Aymeric Picaud –al que se le atribuye el libro de las peregrinaciones– advertía a los peregrinos que se dirigían al santuario del Apóstol de los peligros de su aventura, sobre todo de la "picaresca" de mesoneros y de los abusos de los que cobraba portazgos, una preocupación que parecía compartir Miguel de Cervantes a juicio de lo que escribe en "El Quijote".

Picaud dividía la ruta en trece etapas –a razón de 35 kilómetros por día (el doble, aclaraba, si uno disponía de una cabalgadura)– y recogía sus impresiones sobre las costumbres y el carácter de los diversos pueblos de la Península con los que se encontraría el viajero. Algunas lecturas de esta obra, hoy en día, provocan resquemores, ya que deja bastante mal a los navarros –a los que califica de "bárbaros", "innobles", "malvados" o "perversos"– o a los castellanos –a quienes tacha de "malos y viciosos"–. Con los gallegos es más generoso, aunque no olvida que son "iracundos" y "litigiosos".

Tras Picaud, no han sido demasiados los que han logrado hacerse un hueco en el panorama actual, mucho más competitivo, en el que rige, a juzgar por las ventas, no la ley del más fuerte, sino la del más famoso. Entre los que han logrado dar ese pequeño gran paso que desplaza las obras de los rincones hasta la privilegiada estantería de los más vendidos, se encuentran cinco paladines que han contribuido a extender en sus respectivos países un gusanillo para emularlos: Shirley MacLaine (Estados Unidos), Paulo Coelho (Brasil), Hape Kerkeling (Alemania) y, aunque menos conocidas, pero con gran influencia en su país, dos coreanas, Kim Hyosun y Kim Mamhee.

Para los críticos, sin embargo, no suele existir una relación directamente proporcional entre la calidad literatia de una obra y el número de ejemplares vendidos y suelen destacar, por ejemplo, el valor de obras como "El desvío a Santiago", de Cees Nooteboom. El autor holandés se lo tomó con calma. Es cierto que hizo el Camino, pero llegó al santuario compostelano dando un pequeño rodeo que lo llevó por Granada, Soria, La Gomera o hasta el Museo del Prado.

Los caminantes y el santuario no fueron sólo abordados por maestros de la prosa, como Alejo Carpentier en su cuento "El Camino de Santiago", sino también por genios de la lírica, como Machado. Aunque no realizó la ruta jacobea, Antonio Machado, cuyos versos sobre el camino se han convertido ya casi en un himno, alzó su voz para cantar las "maravillas" del Camino. "Verás la maravilla del Camino / camino de soñada Compostela. / ¡Oh lirio y oro! Peregrino / en un llano entre copos de candela". Su hermano Manuel tampoco es ajeno a la seducción que ejerce la catedral. Algo tendría que ver el hecho de que su padre hubiera nacido en Santiago...

Lorca, José Zorrilla, el Arcipreste de Hita, Gonzalo de Berceo o Quevedo también demuestran en algún momento que fueron tocados por la inspiración del sagrado sepulcro. Alfonso X el Sabio en las "Cantigas de Santa María" tampoco olvida mencionar a los romeros, mientras que el autor del Poema del Mío Cid hace decir a Rodrigo Díaz de Vivar: "Quiero ir en romería al patrón Santiago". Parece que lo logra, o así se deduce de los versos, que aseguran que "por San Salvador de Oviedo fue tornado". En el terreno de la novela contemporánea, cabe mencionar "La Cruz de Santiago", de Eduardo Chamorro, o "El peregrino", de Jesús Corbado, además de la exitosa "Iacobus", de Matilde Asensi, que continuaría con "Peregrinatio".

Desde más cerca, la propia Galicia, se encuentran referencias en la obra de Valle-Inclán "Flor de Santidad", en los poemas de Rosalía de Castro o incluso en Camilo José Cela, que describe la "alegría del peregrino" al llegar al Monte do Gozo, aunque uno de los mayores expertos fue Álvaro Cunqueiro, quien ejerce de guía inmortal en "Por el camino de las peregrinaciones". El libro recoge la crónica de un viaje entre Piedrafita y Santiago de Compostela realizado por Álvaro Cunqueiro acompañado del fotógrafo Magar en 1962.