Con un bagaje de conocimientos multidisciplinar que incluye el dominio del inglés, el francés y el alemán, esta joven diplomática está dispuesta a dejar que la vida la lleve a distintos países y "ser feliz en ellos". No como una turista, aclara, sino como "una ciudadana más". Aprobó las oposiciones hace algo más de un año y, después de una primera estancia de prácticas en la capital de Perú, María Prada (O Barco, 1982) ocupa su primer destino en la Representación Permanente de España ante la Unión Europea en Bruselas.

Su misión es servir de refuerzo durante la Presidencia española, en concreto, dentro del COASI, grupo de trabajo que se ocupa de las relaciones de la UE con Asia y Pacífico. Una ocupación que le está permitiendo comprobar "en vivo y en directo" cómo funciona la diplomacia multilateral y conocer a altos cargos como el primer ministro de Islas Salomón, en la remota Melanesia. Cada mes coincide en el Consejo de Asuntos Exteriores con Miguel Ángel Moratinos y del Embajador-Representante Carlos Bastarreche destaca su "gran capacidad de negociación".

María forma parte de un equipo que se afana en la sombra para conseguir que la Presidencia española del Consejo de la UE llegue a buen puerto. "Las más de trescientas personas que estamos aquí nos estamos esforzando para que todo salga bien", subraya.

La diplomática ourensana cree que, gracias a la UE, España ha podido dar "un giro de 180 grados en sólo veinte años, que no son nada".

Su presencia en Bruselas coincide además con un "momento especial", ya que se está poniendo en marcha el Tratado de Lisboa y por primera vez la UE cuenta con un Presidente –el belga Van Rompuy–¬ y una Alta Representante para la Políticia Exterior –la británica Catherine Ashton–, quienes "están sentando las bases de la nueva diplomacia europea".

Para poder participar en este momento histórico, la ourensana tuvo que superar unas oposiciones muy duras que incluyeron más de doscientos temas sobre relaciones internacionales, derecho, economía, historia o sociología, además de leer a diario la prensa nacional e internacional. "Es un temario muy amplio, pero te da la sensación de que cada día aprendes muchísimo", destaca.

María, licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad de Vigo, aprobó al tercer intento, pero los dos últimos años combinó los estudios con el Máster de la Escuela Diplomática en Relaciones Internacionales y prácticas en la Subdirección del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación que se ocupa de las relaciones con los Balcanes Occidentales.

La profesión, apunta, "no tiene nada que ver con la imagen del diplomático tomándose un gin tonic" y se necesita vocación para trabajar "al servicio de España y de los españoles". "El primer cóctel está bien, pero en el segundo y el tercero estás deseando irte a casa. Forma parte de tus obligaciones y un buen profesional asiste para contactar con una persona o transmitir un mensaje", aclara.

Aun así, María no se queja de tanta actividad, al contrario, asegura que es lo que más le gusta. "Mi consejero me dijo en una ocasión que hay trabajos y profesiones, como es la nuestra. Un diplomático no deja de serlo ningún día de la semana", recuerda.

La ourensana presume de ser una embajadora del vino de Valdeorras allí donde va –"Siempre intento regalar unas botellas" – y, en cuanto dispone de tiempo libre, le gusta aprovechar las oportunidades culturales que ofrece Bruselas y disfrutar de sus museos, la ópera y el teatro. Además se ha matriculado en Historia del Arte por la Uned y su "próximo proyecto" será estudiar japonés.

Y es que, imbuida por su actual destino en el COASI, Tokio sería uno de sus destinos preferidos "en un hipótetico y soñado futuro" junto a Nueva Delhi o Nueva Zelanda, sin olvidarse de la sede de la ONU en NewYork. En junio vuelve a Madrid y cualquier destino en el extranjero deberá esperar. "Intentaré estar allí uno o dos año y aprovehcaré la primera oportunidad para volver a salir", prevé esta joven ansiosa por hacer las maletas de nuevo.