Waters demostró su genialidad y recreó el magnetismo de Pink Floyd en una presentación que se enmarca en su gira mundial "Dark Side of the Moon".

Con uno enorme soporte técnico y una excelente banda de acompañamiento el músico revivió el sonido y la imaginería de la mítica banda, disuelta hace 20 años, y de la que fue el creador.

El recital de Roger Waters en el Estadio Nacional de Santiago superó con creces las expectativas del público, que disfrutó durante casi dos horas y media del espectáculo en el que repasó los temas cumbre del célebre cuarteto británico.

"In The Flesh?" fue el tema que abrió el fuego, seguido de "Mother" y otros clásicos como "Wish you were here", en una primera parte del recital donde el punto más alto fue el instante en que un cerdo gigante aerostático hizo su aparición y, ayudado de una grúa y unos cables, recorrió parte del estadio al ritmo del tema "Sheep".

Para sorpresa de los presentes, después se soltaron las ataduras del cerdo volador y así se cumplió el "Libre al fin" que tenía escrito sobre su barriga el animal, que surcó los cielos hasta perderse en medio de los gritos de euforia del público.

Tras un receso, siguió el concierto con la sección "The dark side of the Moon", en la que Waters se animó a tocar el bajo y las guitarras eléctrica y acústica.

En esta parte le acompañó un grupo de niños del Colegio "Víctor Domingo Silva" de San Joaquín, quienes, enfundados en camisetas con la frase "El miedo construye barreras", contribuyeron sólo con la puesta en escena del clásico "Another brick in the wall", pues el conocido coro infantil correspondió a una pista pregrabada.

Para el cierre del show, Roger Waters -que ya se había presentado en Chile en 2002- escogió el tema "Comfortably numb", gran colorario para un recital que contó con tres pantallas gigantes, un impresionante juego de luces, imágenes y fuegos artificiales que recreaban llamaradas o explosiones causadas por bombas.