Cuando Rogelio Groba tenía 6 años su padre, sordomudo, le llevaba a los ensayos de la banda ponteareana "Unión de Guláns". "A pesar de no oír, él describía la música que tocaban y yo, a su lado, me sentía tranquilo y relajado", recuerda Groba sonriente. Ese fue su primer contacto con la música y, desde entonces, nunca se ha separado de ella. Más de trescientas composiciones, la creación de varias orquestas y el desarrollo de conservatorios son el rico legado que Rogelio Groba deja a Galicia. Y su pasión sigue viva. Ponteareas le dedica desde hoy un homenaje en el que se celebrará una mesa redonda, conciertos y, el sábado, le nombrará Hijo Predilecto de la localidad.

- Ha regalado a Galicia un numeroso y variado legado. ¿Cuándo sintió que no se conformaba sólo con tocar y dirigir, que necesitaba componer?

- Componer es mi vocación y una necesidad biológica. Ya a los 13 años imaginaba marchas, pero fue a los 17 cuando por primera vez me atreví a enfrentarme al pentagrama. Lo hice con "O candil", una pieza tipo los corridos mexicanos de Jorge Negrete, que entonces estaban muy de moda, que no conservo. Sobre todo en la composición es donde tú quedas reflejado e, incluso, te autodescubres. He pasado miles de horas entre corcheas, pero si volviese a nacer lo repetiría con gusto.

- Vivió en muchas ciudades y, durante años, en Suiza. Sin embargo, todas sus composiciones se las dedica a Galicia.

- Mi objetivo era darle a Galicia un patrimonio musical de ambición universal y aunque haya estado fuera siempre componía pensando en mi tierra. Galicia tiene un paisaje seductor, un idioma lírico, unas gentes con un fondo amable. Me atrae y me embruja.

- ¿Cree que el patrimonio musical gallego tiene el reconocimiento que merece?

- No, Galicia todavía no se conoce a sí misma en el terreno musical. Tenemos un patrimonio muy rico y ahora estamos en un buen momento para que se difunda en toda Galicia y también fuera. Políticos, músicos, profesores e instituciones tienen que trabajar en ello y crear una mayor afición popular. La actividad creativa aquí es ahora más grande que nunca y la labor de los conservatorios es de gran nivel.

- En este momento de su vida, ¿de qué forma quiere cantar a Galicia?

- Ahora que me he asentado de nuevo en mi tierra quiero cantarle desde cerca. Estoy componiendo piezas a Mondariz, Porriño, Tui... lugares a los que tengo mucho cariño. El sábado, como agradecimiento por el nombramiento de Hijo Predilecto, estrenaré "Polas rúas de Ponteareas" y el 6 de septiembre, en la Real Academia Galega, presentaré la "Oda os precursores".

- Al echar la vista atrás, ¿de qué parcela de su trabajo se siente más orgulloso?

- Estoy contento de haber logrado mis metas, como crear una orquesta sinfónica en Galicia y dar a mi tierra un patrimonio musical. Pero me siento especialmente satisfecho de la labor pedagógica, que tanto sacrificio me costó. Cuando comencé a trabajar en el conservatorio de A Coruña sólo había 70 alumnos; cuando me marché eran 4.800 y fundamos muchas filiares.

- Incentivó a muchos jóvenes y, también, a sus propios hijos.

- Mi hijo es violinista y mi hija celista. Ambos me estimulan mucho y me ayudan a difundir mi música.