Paloma Gómez Borrero (Madrid, 1934) conoce los pasillos del Vaticano casi tan bien como los de su propia casa. No en vano, la periodista fue la primera mujer corresponsal en Roma y acompañó durante casi tres décadas por todo el mundo al Papa Juan Pablo II. Recientemente publicó "Juan Pablo II. Recuerdos de la vida de un santo", un libro en el que reúne las anécdotas más simpáticas del Santo, que ella vivió en primera persona. Algunas de ellas las contará este martes en la conferencia "Los Papas y los jóvenes", que ofrece en el Pazo Casona da Torre de Cedeira, en Redondela, organizada por la Fundación Filomena Rivero Alonso. El acto (que incluye un cóctel y tiene un precio de 20 euros), es a beneficio de Cáritas y será presentado por la escritora Rita Balboa.

-Su vida está en Roma pero viene a menudo a España.

-Sí, en Italia está mi marido, que es italiano, mis hijos y mi casa, aunque durante 17 años todos los viernes venía a España para participar en el programa de Jesús Hermida, primero, y de María Teresa Campos después. Actualmente no vengo tan a menudo, aunque casi todos los meses me surge algo.

-¿Por qué esperó casi diez años tras la muerte de Juan Pablo II para escribir este libro sobre todo lo que vivió con él?

-Me parecía que escribirlo nada más morirse él era como aprovecharme. Así que decidí que este libro se lo debía, pero que lo escribiría cuando le hicieran santo. Quería escribir todas esas vivencias que en una crónica de un minuto y medio no te da tiempo a contar y que con este Papa, con tan buen sentido del humor, son numerosas.

-¿Alguna sucedió en Galicia?

-Le acompañé en la Jornada Mundial de la Juventud que se celebró hace ahora justo 25 años en el Monte do Gozo de Santiago. Él estaba empeñado en que esa jornada fuese en Santiago; acababa de caer el Muro de Berlín y muchos jóvenes del Este hicieron grandes esfuerzos para acudir. Allí, un grupo de chavales le escenificaron sus problemas. Interpretaron una canción en la que decían "¡Queremos pasta!" y él quedó muy impresionado. Al terminar el acto, nos comentó: "¿Por qué nadie les da a estos chicos unos buenos espagueti?". Tenía un gran sentido del humor. Galicia fue para este Papa muy importante porque también aquí, en 1982, pronunció su discurso más impactante de apertura al viejo continente.

-Se nota su especial predilección por Juan Pablo II. ¿Cómo vivió la llegada de sus sucesores?

-Bien, porque yo estaba convencida de que a Juan Pablo II solo le podía seguir Benedicto. De hecho, estaba retransmitiendo el cónclave para la Cope y cuando anunciaron el nombre del elegido, primero en latín, solo con oír Joseph me adelanté y ya dije "Ratzinger". ¡Había cinco cardenales que se llamaban Joseph, menos mal que acerté! Mi única duda es que siendo tan mayor pudiera con esto.

-¿Y con el Papa Francisco, también tuvo tan buena intuición?

-No me gusta dármelas de entendida, pero la verdad es que en los programas antes del nombramiento en los que participé ya comenté que me gustaría un Francisco de Asís del siglo XXI y que se llamara Francisco. Pero, para ser sincera, nunca pensé que sería el cardenal de Buenos Aires, quizás porque no creía que elegirían de nuevo a alguien tan mayor.

-Este Papa, por el momento, ha dado muchos titulares. ¿Cuál es su visión de cerca?

-Hace unos días un monseñor del Vaticano, que es precisamente gallego, monseñor Floján, me invitó a comer a la residencia de Santa Marta, la misma en la que vive el Papa. De pronto él entró, nos saludó, no me dejó casi ni levantarme para saludarle; comió a unos metros de nosotros una ensaladita y se marchó rápido. Me parece que es un Papa pastor, muy cercano, con esa dulzura al hablar que solo tienen los latinoamericanos y los gallegos.

-¿Más cercano que Juan Pablo II?

-Conecta más a nivel popular que a nivel de teología pura, pero Juan Pablo fue el que mejor supo entender a los jóvenes.

-¿Cuál cree que es su principal reto?

-Creo que su mayor reto es el Sínodo de la Familia que se va a celebrar en octubre. Ahí van a tratar muchos temas de gran actualidad como los matrimonios homosexuales, el divorcio, los problemas con los hijos... su forma de resolverlo va a ser crucial en su pontificado.

-De momento todo son alabanzas pero, ¿qué pecados cree que cometieron estos tres últimos Papas?

-Juan Pablo II tuvo el error de no haber sido más duro en los casos de pederastia. No se creía que alguien como Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, pudiera ser tan depravado. El Papa venía de Polonia, donde en tiempos del marxismo se desacreditaba a los sacerdotes diciendo que eran espías, pederastas o lo que fuera... No se creyó lo que le contaban de este hombre que resultó ser como doctor Jekyll y Mr. Hide. Benedicto, por su parte, creo que hizo varios nombramientos equivocados que le provocaron mucho sufrimiento; empezando por su mayordomo, que le traicionó, y siguiendo por el secretario de Estado, Bertone. Todo eso le llevó a renunciar. Y el Papa Francisco aún hay que verlo; ha formado un grupo de ocho cardenales para reformar la Curia y ya veremos cómo funciona...

-¿Sigue disfrutando de su trabajo, a pesar de haber sido corresponsal tantos años?

-He disfrutado mucho enviando mis crónicas para la radio y participando en programas de televisión. Ya no tengo la angustia que produce una corresponsalía, cuando tenía que enviar noticias cada dos por tres y era muy estresante. Realicé 204 viajes con Juan Pablo II y 26 con Benedicto. Ahora tengo tres intervenciones a la semana en la Cope y también me llaman mucho para intervenir en Argentina. Tampoco he dejado la televisión, en programas muy distintos... Aún me gusta mucho este mundo.