La endocrinóloga Iria Pinal ejerce en el Complexo Hospitalario de Ourense y es vocal de la Sociedad Gallega de Endocrinología, Nutrición y Metabolismo. Cada vez ve más casos en adolescentes, a partir de 15 años, de problemas de salud vinculados al sobrepeso.

-¿Qué opina de eliminar las máquinas expendedoras de bollería y refrescos de colegios?

-Me parece fantástico porque parte de la culpa de la obesidad infantil la tiene el consumo de estos productos, no solo porque son hipercalóricos, sino porque disminuyen el apetito para consumir productos naturales después en el domicilio. La iniciativa es perfecta. Hay que cortar por lo sano y a veces medidas como esta hay que imponerlas porque, si no, no las tomaríamos por iniciativa personal.

-¿Por qué se consumen tanto estos productos?

-Los productos ricos en grasas e hidratos de carbono tienen un sabor más apetecible que los otros, pero también influye el que son más asequibles al bolsillo y no es porque la fruta sea cara, sino porque estos productos son más baratos. De hecho, se detecta un mayor índice de obesidad infantil en personas con un nivel socioeconómico un poco más bajo.

-¿Qué es lo peor de esos productos: los ácidos grasos o el exceso calórico?

-A nivel de peso el contenido calórico es lo más importante. Si antes los diabéticos en edad infantil eran de tipo I, de los que necesitan insulina desde el principio, ahora se ven más de tipo II y diabetes secundaria al exceso de peso. Por otro lado, el aumento de ácidos grasos trans y no beneficiosos hace que estos niños sean un caldo de cultivo para enfermedades cardíacas en edades adultas tempranas, lo que puede resultar médicamente más importante. Porque a nuestra consulta, donde tratamos a partir de 15 años, aparecen adolescentes con patologías que hace no muchos años se veían en gente mucho mayor.

-¿Hay que concienciar más?

-Las unidades de pediatría lo intentan, pero es algo que lleva tiempo arreglar. La obesidad se viene forjando desde hace años y la tendencia es que si no se ataca cada vez vaya a más. Y en los niños que ahora no son obesos, pero tienen sobrepeso, la tendencia es que si esto no se arregla estén predestinados a ser obesos en la edad adulta. También parece que cuanto más adelantada está la sociedad vamos reculando porque cada vez se consumen comidas más rápidas y cómodas, generalmente precocinadas.

-¿Deben entonces hacer algo los progenitores?

-Sí, hay que educar a las familias, por ejemplo informar de lo nocivos que son estos productos en las asociaciones de padres. Sería bueno, pero también impartir a los niños, que son los adultos del futuro, educación nutricional para que tengan esos conceptos arraigados cuando sean adultos y cuando formen su propia familia lleven una vida lo más sana posible. En ese sentido, que se eliminen las expendedoras da mayor control en los colegios pero también habría que controlar qué ocurre cuando ese niño llega a casa, porque muchos padres les dan un bollycao o dinero para que se compren algo a media mañana en vez de hacerles un bocadillo de queso y chorizo, que sería mucho más saludable.

-Sanidad promoverá que las máquinas tengan fruta fresca, yogures... ¿Qué le parece?

-Fantástico. Es importante concienciar a la gente de que la fruta es el dulce más sano que hay y en Galicia tenemos una variedad enorme, con sabores distintos y agradables.

-A ustedes también les preocupa el sedentarismo. Los niños juegan más con la Play y se mueven menos, ¿no?

-Sí. Hay que fomentar más el deporte, pero no desde la competitividad porque puede frustrar a los niños y hacer que lo dejen. Por ejemplo, vendría bien que anduviesen hasta el colegio, que suele quedar cerca, y no llevarlos en coche. Los padres también podemos tener algo de culpa porque cada vez se juega menos con los niños. Y si ellos no ven el ejemplo desde niños vamos a crear padres que harán lo mismo con sus hijos y esto va a ser cada vez peor. la actividad física tiene que ser parte de la rutina de todos.