La amistad no conoce ideologías, y José Álvarez Limia, carlista convencido dispuesto a morir en el campo de batalla por "Dios, la Patria y el Rey", aún recuerda con pena el asesinato a manos de los nacionales de su amigo Álvaro Rodríguez Feijóo, Alvarito. Su delito, llevar en el taxi propaganda marxista.

Incongruencias de la guerra, Limia, que desde la trinchera disparó contra los republicanos, terminó trabando relación con el bando enemigo, en concreto con el guerrillero Camilo de Dios, y aún se pregunta si no fue él quien ajusticiaría al asesino de su amigo.

Pero volvamos al principio. Álvarez Limia conoció a Alvarito por su hermana Celsiña, con quien el joven Feijóo hizo sus pinitos como actor en una compañía de teatro aficionado.

"Buenos cantantes y con buenas cualidades para la escena los dos, fueron requeridos para representar algunos números musicales de la Agrupación Cultural Carratalá. En 1.932 el fotógrafo Godás les invitó a participar como modelos para competir en un concurso de fotos, convocado por una importante firma para promocionar sus productos", rememora en su web Álvarez Limia.

Cuenta el requeté ourensano que, tras el dominio inicial del Ejército republicano en la zona de Verín, los nacionales recuperan la posición, y que, una noche, cuando Alvarito venía con su taxi de hacer una carrera entre Ourense y Verín fue detenido y los nacionales hallaron en su coche propaganda marxista. Aunque el joven se defendió –dice Álvarez Lima que él "nunca se metió en política"–, finalmente fue "paseado" con todas las consecuencias.

Casualmente, Limia encontró en el fondo archivístico de Godás las imágenes de su hermana y el actor asesinado y se percató de que el fotógrafo había escrito sobre la instantánea el nombre y el apellido de su asesino.

Las circunstancias de la vida condujeron a Álvarez Limia a averiguar que un grupo de soldados nacionales, entre los que se encontraba el sargento que había acabado con la vida de "Alvarito", ascendido a capitán, habían acabado su vida al enfrentarse con un grupo de guerrilleros en las orillas del Miño, en Ourense.

Y así fue como los extremos se tocan, ya que Álvarez Limia conoce a uno de sus guerrilleros Camilo Dios, quien le contóa que en su última operación, en la que fue herido y hecho prisionero, sus compañeros y él intentaron huir de una emboscada disparando. "Todos lo hicimos y matamos a un capitán y a un guardia", asegura Camilo Dios. Álvarez Limia, a pesar de la amistad que le une al guerrillero, nunca se atrevió a preguntarle si fue un disparo suyo el que acabó con la vida del sargento Piñal, el hombre que mató a su amigo "Alvarito" en 1936.

La hermana de José tendría más suerte, ya que sobrevivió a la guerra y, de hecho, falleció hace sólo cuatro años. Y hablando de "Celsiña", mención aparte merecen las "margaritas". Esa es la denominación que recibían las mujeres carlistas que trabajaban en la retaguardia para asegurar la llegada de provisiones a sus hombres, recaudando fondos para sus campañas, cosiendo los uniformes o ejerciendo como enfermeras en los hospitales. Sobre su hermana, cuenta Limia en su testimonio que "además del servicio que prestaba en el hospital, colaboraba en horas y días libres en el taller de confección organizado por la parroquia".